viernes, 29 de diciembre de 2017

CARTA A MIS LECTORES VI



CARTA A MIS LECTORES VI
DICIEMBRE DE 2017

Llegó diciembre, el mes de los recuentos, el que para muchos es triste porque marca el fin de un ciclo, pero es también el mes de las celebraciones. Como desde hace ya algunos años, ha sido un placer escribir sabiendo que en varios puntos del planeta tantas personas esperan mis letras.

Agradezco profundamente toda la información, videos, fotos, canciones, conferencias, documentales, libros, revistas que me hacen llegar tan oportunamente. Así como ustedes han disfrutado de mis creaciones yo también he pasado momentos muy gratos revisando y viendo el material que recibo de los distintos lugares, del arte que cada uno de ustedes crea en los distintos espacios en que se mueve, música, naturaleza, pintura, fotografía, poesía y escritura. Es asombroso descubrir tanto talento por todo el mundo.

México vivió una sacudida violenta, la madre tierra nos demostró lo vulnerable e indefensos que somos ante su poder, se evidenció un México que parecía no existir, pero que en un momento de crisis brillo intensamente en la oscuridad. Un pueblo solidario, que es capaz de superar adversidades, un pueblo trabajador, que no se rinde. Como nación hay un profundo orgullo por la juventud que demostró su valor, organización, eficacia y solidaridad. Una lección valiosa nos dejó esa sacudida, más allá del miedo inmediato, queda un sentimiento de solidaridad, de colaboración, un recordatorio de lo que es más importante en nuestras vidas: nuestra familia, nuestros seres queridos. Por un momento se borraron las diferencias, para experimentar que todos somos seres humanos y que unidos podemos superar cualquier situación.

La impresión general es que los temblores van a continuar, una gran mayoría lo ha asimilado y aceptado tal cual. Asumiendo nuestra incapacidad para hacer nada ante el poder de la naturaleza. Hay un deseo de acercarse más a la familia a los amigos, de olvidarse de rencillas sin sentido, de disfrutar intensamente de cada momento, sabiendo que nuestra existencia no es eterna. Una minoría continúa aterrada ante el miedo de perder la vida o quedar atrapado en los escombros de algún derrumbe, viendo en un fenómeno natural el apocalipsis. 

Agradezco a la mi creador el regalo de la vida que me otorga, la salud y todas las bendiciones que he recibido a lo largo del año. Muchas sorpresas agradables, entre ellas el continuar escribiendo y ser leída por tan gratas personas que me hacen saber de las acciones que toman para colaborar en crear un mejor mundo para todos. Es cierto que en algunos aspectos, parece no haber un gran avance como humanidad, pues la guerra, discriminación, explotación, segregación, abuso y persecución continúa en tantos lugares del planeta, no obstante, pequeños cambios, pequeñas elecciones harán poco  a poco la diferencia.   

Cuando nuestros propósitos de inicio de año, no sean sólo de beneficio personal, estaremos creando un mundo mejor. Hoy hay ya una gran cantidad de personas que se preguntan: ¿cómo puedo contribuir a mejorar este mundo?, ¿Cómo puedo ayudar a los demás? Las acciones son múltiples por doquier. Fotógrafas que montan exposiciones de los verdaderos superhéroes de nuestra sociedad: los inmigrantes que realizan los trabajos más pesados, los periodistas que realizan su labor de información aún con riesgo de su propia vida, los luchadores sociales, hombres y mujeres que altruistamente colaboran en albergues para atender a personas marginadas, los que trabajan en proyectos de limpieza de la contaminación del mar, todos desde sus lugares y con sus talentos y recursos propios.

Si nos proponemos tan sólo una acción para beneficio de la mayoría, los resultados serán asombrosos. Se producirá un efecto dominó que definitivamente nos implicará a todos. Los invito a sumarse a la cadena de acciones que mejoren nuestra vida en general. Todos tenemos algo con lo cual contribuir.

Un saludo a todos los lectores de todo el mundo que cada día son más, a todas las organizaciones y colectivos que trabajan intensamente para el bien general, a todos los artistas que me comparten su obra y me hacen pasar momentos verdaderamente gratos. A lo largo de estos años hemos compartido tantas cosas, algún día fui cuestionada sobre mi decisión de regalar mi producción literaria a través de este blog, pues una gran mayoría elegiría no hacerlo. Muchos argumentan no tener dinero para hacer algo como esto, en realidad yo tampoco lo tengo, y a pesar de ello, lo hago. Algunas veces no he podido escribir por falta de computadora, pero aunque mis manos no puedan escribirlas temporalmente, mi mente está siempre trabajando en las nuevas ideas o en las formas de concretar las historias que quiero contar. Es verdad, no recibo ninguna retribución económica por mi escritura, pero la satisfacción de lo que muchos de mis lectores me comparten es tan valiosa, que es un motivo más que suficiente para seguir escribiendo y compartiendo. Algunos me llamarán idealista, poco práctica, es irrelevante. Lo cierto es que lo hago porque puedo, porque quiero y porque es una experiencia maravillosa la forma cómo ha ido evolucionando y las implicaciones que ha tenido.

Un saludo para todos los pequeños seguidores de este blog, en verdad que he disfrutado tanto sus comentarios, cartas y dibujos. Gracias por hacerme saber de la existencia del ratón Pérez y del dragón de los dientes. Qué alegría que el hada de los dientes, haya motivado tantas respuestas, incluso de las mantis sagradas. Me he reído tanto con sus cuentos tan geniales y espero que cesen las disputas sobre quién de todos es el mejor. Sí, aquí en México quien originalmente se hacía cargo de los dientes eran el ratón, pero actualmente son muchos los niños que son visitados por el hada de los dientes. Algunos niños me compartieron que ya pudieron cobrar su dinero atrasado y espero que en este momento todos los niños hayan recibido el pago de sus dientes, ya sea por el ratón, el hada o el dragón. Aunque he sabido de algún ratón que no pudo entregar el pago debido al ataque de alguna mascota de la casa en que vive un niño. En fin, espero que todo salga bien, y si algún padre recibió el pago se lo haga llegar al niño que le corresponde. Pediré al ángel de la guarda de los niños que ayuden a que quienes aún no tienen su dinero, puedan recibirlo.

Los invito a perseguir sus sueños con entusiasmo y esperanza. Deseo que puedan llenar de amor y alegría sus corazones tanto que les sea imposible no compartirlo. Que su alma y su espíritu esté tan llena que puedan sentir que no les hace falta nada, que se sientan tan confiados y seguros y desaparezca la necesidad de comprar y acaparar cosas en exceso.

Muchas gracias a todos, por compartir parte de su vida, de su trabajo, de sus historias y de su tiempo para leer lo que escribo.

Que el amor, la paz y la esperanza permanezca por siempre con nosotros.

Gracias

Gracias

Gracias


Atenea del bosque

VIAJE A LAS ALTURAS



VIAJE A LAS ALTURAS


Es un hermoso día, con un cielo azul intenso y un viento fresco, decidimos ir a un recorrido en la sierra, toda la familia está muy emocionada. Preparamos nuestros suéteres, gorros y abrigos. Es la primera vez que visito ese lugar, creo que soy la más entusiasmada. En el valle hay un sol intenso, pero a la sombra la temperatura es fría. Tengo puesto un suéter, y llevo un abrigo, sé que en la parte alta, es aún más frío, así que decido llevar un suéter extra, a pesar que mi abrigo es muy cálido.

Nos subimos al coche y comenzamos el recorrido, en verdad todo es hermoso. En el valle, podemos ver las formaciones onduladas de la montaña a ambos lados de la carretera, esas suaves ondulaciones parecieran haberse formado después del paso de una ola gigantesca, eso es lo que imaginé desde la primera vez que las vi.



Comenzamos el ascenso entre curvas que bordean la montaña, la vegetación semidesértica  de cactus y nopales se va quedando atrás para dar lugar a pequeños arbustos con flores amarillas, blancas y lilas. Después de unos minutos, aparecen árboles de encino frondosos, más adelante, los primeros pinos, y en aproximadamente veinte minutos sólo tenemos abundantes pinos a cualquier lado que miramos. Avanzamos durante una hora más por la sinuosa y estrecha carretera, no hay muchos carros, lo cual hace nuestra travesía rápida.



Ya en lo alto, leemos un letrero que dice: “comienzan pueblos mancomunados”. Hay indicaciones de caminos que conducen a pequeñas poblaciones, nuestro objetivo es un pueblo llamado: “Benito Juárez”, el nombre del único presidente indígena que ha tenido esta nación, autor de una popular frase que ha trascendido el tiempo y las fronteras: “Entre los pueblos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Parte de mi motivación para visitar este lugar, fue conocer la sierra donde este presidente nació y creció cuidando ovejas, un pueblo llamado Guelatao. Lo cierto es que a ese pueblo se llega por una carretera distinta y es un poco más lejos, pero es la misma sierra.

Vemos letreros de pueblos con nombres en lenguaje zapoteco principalmente, aunque hay uno llamado Nevería, me parece curioso, me pregunto a qué se debe ese nombre, pues no me imagino que alguien pueda poner un negocio de venta de nieves a esa altura, donde hace tanto frío. Después me entero que su nombre se debe a que hace varios años la gente de esa localidad, construyó, unos contenedores en donde el agua se congelaba y después bajaba al valle a vender esos trozos de hielo, cuando aún no había empresas que se dedicaran a la fábrica de hielo.



Ya cerca de nuestro objetivo, observamos muchos magueyes a lo largo de la carretera, ésta es también una zona donde la gente produce pulque. Finalmente aparecen a nuestra vista algunas casas, que son construidas al borde de las profundas cañadas. Descendemos del coche cerca la Agencia Municipal y un comedor comunitario, fuera del cual se encuentra un mapa de la zona, indicando los lugares que se pueden visitar y las actividades que pueden realizarse.

Una vez fuera del auto, sentimos el frío, todavía tenemos señal en los teléfonos celulares, alguien checa la temperatura, siete grados, el viento es suave. Nos acercamos al comedor para pedir servicio, está muy lleno, tenemos que esperar a que se desocupen un par de mesas. Tan pronto como es posible entramos al local, pues ahí es más cálido que afuera. Ordenamos nuestro desayuno y esperamos, no hay una gran variedad de alimentos y el servicio es muy lento, después de una hora por fin, nos sirven la comida.

Terminamos y nos dirigimos  a la zona del mirador, la tirolesa y el puente colgante, el cielo todavía está despejado. Pagamos la entrada, y volvemos a subir al coche, pues la distancia a recorrer aún es larga, aproximadamente,  kilómetro y medio hacia arriba. Con ese frío y a esa altura, difícilmente podríamos hacer el recorrido a pie. El camino es muy estrecho, sólo cabe un coche. Por fortuna, sólo encontramos una camioneta en sentido contrario en todo el trayecto.  Después de aproximadamente cinco minutos llegamos a un espacio plano, al frente se levanta un peñasco, más al fondo hacia la izquierda se mira la cañada, su profundidad es incalculable. El cielo aquí no se mira, una espesa cortina de niebla desciende rápidamente acompañada de ráfagas de viento que hacen silbar las hojas de los pinos.



La humedad se condensa rápidamente en el follaje de los árboles y empiezan a escurrir gotas de agua, el frío es intenso, quema la piel de nuestra cara y manos. Nos preparamos para el último ascenso hasta donde se encuentra el mirador, una estructura metálica desde donde dicen, se mira todo el valle de Oaxaca y sus poblados. Lo que tenemos que subir son apenas unos treinta metros, bordeamos el peñasco, por un camino que se ha tornado resbaladizo por el agua que escurre y las agujas de pino que se han acumulado. Doy algunos pasos y me detengo a recuperar la respiración, estamos a más de tres mil metros de altura y hay poco oxígeno.

En menos de cinco minutos estamos arriba, hay varios peñascos, sobre uno de ellos se levanta el mirador, que tiene una escalera para subir. Todo el metálico y está escurriendo agua, el frío es intenso, nuestras manos se enfrían rápidamente apenas las exponemos al aire. Nadie lleva guantes, no esperábamos está temperatura tan baja, así que todos protegemos nuestras manos en las bolsas de nuestros abrigos o pantalón. Sólo las sacamos cuando es imprescindible apoyarnos de algo, o para tomar fotos. Es imposible subir al mirador, nuestras manos se congelarían al contacto con el metal, por lo demás, serían inútil, no podemos ver nada. La densa niebla apenas permite ver unos diez o veinte metros hacia adelante. Todo el blanco, prácticamente, estamos dentro de una gran nube, que nos cimbra con sus fuerte ráfagas y que humedece la ropa que llevamos puesta, afortunadamente, mi abrigo es impermeable.



Nos tomamos fotos, miramos y sentimos el poder de la naturaleza. Las fuertes ráfagas nos hacen tambalearnos continuamente, tenemos que extremar cuidados, pues todo está resbaloso, nuestras piernas tiemblan un poco por el frío. En nuestro camino encontramos unas hermosas flores amarillas, rosas y violetas. Me sorprende cómo en este clima tan frío puede florecer algo tan delicado. Hacia el oriente, se encuentra el lugar desde donde se lanzan en la tirolesa, hay un joven atrevido que hace el recorrido, es el único. Caminamos hacia el puente colgante que mide aproximadamente cuarenta metros de largo y se encuentra en perfecto estado. Dudo sobre hacer el recorrido o no, pero me digo a mi misma que no vine de tan lejos para no hacerlo. Un letrero indica que por seguridad no deben estar en él más de siete personas. Algunas personas vienen de regreso, decido esperar a que lleguen a la orilla, para no tener que cruzar con ellas a medio puente.

Respiro profundo antes de comenzar, con las manos a los lados sobre el cable me equilibro al caminar, pues el puente está en continuo movimiento ocasionado por el desplazamiento de las personas que van delante mío. A medio camino alguien toma una selfie, yo no me atrevo a tanto, mantengo la vista el frente para no marearme por el movimiento. El cable de acero está tan frío que quema mis manos cuando lo rozo mientras avanzo. Para mi sorpresa, a medio recorrido, las violentas ráfagas de viento desaparecen, coincide con que estoy sobre lo más profundo de la cañada, miro un poco hacia abajo, pero no hay mucho que ver, sólo la densa arboleda de pinos casi desdibujada por la niebla.  Ese cambio de clima súbito me hace sentir que estoy en otra dimensión, o dentro de una esfera protegida del frío inclemente.



Llego al otro lado, estamos sobre un peñasco en donde también la temperatura es más cálida que del otro lado del puente, tal vez, se deba a que la roca estuvo expuesta al sol hasta hace poco que no había niebla. Pero, ahora miro a todos lados girando sobre mi misma, todo es blanco, como si la niebla hubiera devorado todo el bosque. El viento continúa silbando. Me quedo aquí, un momento, sola, como si estuviera sola en este gran planeta verde, majestuoso, imponente. Entiendo perfectamente porqué los españoles no pudieron nunca doblegar a los nativos de esta sierra, ellos se enorgullecen de haber conservado su libertad. Hasta hoy día, quien gobierna en estos pueblos es el mismo pueblo.

Este es el México intacto, con su naturaleza imponente, donde sólo hombres y mujeres fuertes pueden vivir. Puedo respirar la libertad y la grandeza de esta tierra que no ha sido mancillada, me siento agradecida por ello, por estos bosques densos que han sido cuidados y defendidos por los pueblos nativos que los habitan. Aquí donde ellos se organizan y gobiernan para sí mismos. Siento un profundo respeto y admiración por esta gente que trabaja en beneficio de todos.

Estoy tan a gusto aquí, pero me llaman de regreso, de aquél lado el viento los azota con violencia, me despido con agradecimiento por tener la posibilidad de esta experiencia. El frío intenso hace que tengamos que bajar al pueblo, ha sido una visita breve pero única y extraordinaria, literalmente ha sido un viaje a otro mundo, una experiencia que espero volver a repetir.

En el pueblo el cielo está despejado y con sol, la temperatura es soportable, consultamos el mapa, no es muy claro en cuanto a las indicaciones, tratamos de orientarnos aunque sin mucho éxito. Elegimos al azar un sendero para realizar una caminata, nos dirigimos hacia abajo por un camino de terracería, que después nos enteramos conduce hasta Teotitlán del Valle, un pueblo en donde hacen hermosos tapetes artesanales de lana.




Caminamos veinte minutos admirando el paisaje antes de regresar por otro camino más angosto rodeado de pinos, el olor es tan agradable. Recogemos frutas, tomamos fotos de las plantaciones de flores y finalmente encontramos la escuela primaria, por esa única calle volveremos al punto de inicio. El viento empieza a ser muy fuerte y con ráfagas violentas como en la zona del mirador. La niebla comienza a descender y a cubrirlo y mojarlo todo. Es tiempo de irnos o en pocos minutos estaremos mojados. Así llegamos al final del paseo y comenzamos es descenso por esta inmensa sierra.         

EL TAXISTA



EL TAXISTA


Es un día con demasiado tráfico, la reparación interminable en un tramo de la autopista hace la circulación lenta y desgastante. Se hace tarde, tengo prisa por llegar a un sitio, entonces al notar lo imposible del paso, comienzo a caminar a la orilla de la carretera, buscando algún sitio más despejado y un taxi libre. Después de avanzar algunos metros, veo aproximarse un taxi disponible, saludo al chofer y hablamos para acordar el costo del servicio de traslado, es accesible y dentro de las tarifas establecidas.

Lo abordo y él avanza buscando la zona más despejada mientras pide informes a través de su radio sobre las avenidas que no están bloqueadas. Me pregunta por dónde irse, le sugiero dos posibilidades, indicándole, que tome la que considere más conveniente. Le pregunto si conoce el recorrido, me dice que sí, aunque tiene poco tiempo de estar trabajando en el taxi. Comenta sobre lo frío del clima, es cierto, hay un frente frío que ha hecho bajar la temperatura drásticamente a grados muy por debajo de normal para esta zona. Sigue platicando sobre distintos temas comunes hasta llegar a contar sobre su propia vida.

No menciona su nombre, pero es un joven moreno de cabello muy negro y ligeramente ondulado, muy pulcro y sobrio en su vestimenta, que aparenta tener poco más de veinte años, una persona muy respetuosa, que se expresa con fluidez. Me comenta que vino a esta ciudad que considera muy segura y tranquila en relación al lugar desde donde es originario: Guerrero. Un estado en donde la violencia ha alcanzado niveles incontrolables.

De alguna manera le he inspirado confianza y me dice que en el lugar donde vivía, del cuál, tampoco dice el nombre, él se dedicaba al cultivo de la amapola. Es una actividad que en su pueblo es cotidiana, es decir todos se dedican a ella. Me explica que la planta de mejor calidad es la que se cultiva en las zonas más altas de la sierra, aunque pocos producen en esta zona, pues es donde hace más frío. Es una planta, relata, que requiere muchos cuidados, que hay que estar atendiendo constantemente para evitar que se llene de maleza. Un trabajo intenso que se realiza en grupo, pues no es algo que pueda hacer solo una persona. La forma de trabajo, es asociarse, con amigos o familiares, gente de su confianza, con la que invierte su capital y con la que se divide las ganancias a partes iguales. Pues ahí, reitera, esa es la forma de trabajo, se ayudan entre sí y todos se benefician por igual, no existe prácticamente el campesino asalariado, todos son socios, pero si alguien quiere trabajar como peón se le pagan trescientos pesos, lo cuál, es tres veces y medio más del salario mínimo recién aprobado en la ciudad.

Esa es la forma en que la gente de esa zona trabaja y vive, así obtienen dinero para sus casas y todas sus necesidades. Comenta que el cultivo de la planta, lo considera normal, pero que cuando ha platicado a personas de esta ciudad, sobre su anterior actividad, lo miran con asombro y miedo. En realidad él sólo se dedicaba al cultivo y una vez que se recogía su cosecha, la vendía por treinta y cinco mil pesos.

Las cosas ahí, dice, son claras y directas. No comprende porque su actividad puede ser considerada mala, si es una forma de vida para todos, si trabajan en la confianza y la ayuda común, si todos se benefician y respetan. Ahí, dice todos tienen que respetar, no es como aquí, que un chofer, señala los buses de transporte colectivo, puede rebasar y manejar sin tener cuidado y respeto por los pasajeros, poniendo en riesgo la vida de todos. Allá, puntualiza, si alguien hace eso, le dan un tiro, y se acabó el problema, el mal se arranca de raíz, así que todos respetan.

Ahorita, todo se puso violento, se empezaron a pelear las plazas, pero antes no había ningún problema, todas las cosechas se vendían al jefe de la zona y ellos se encargaban de lo demás. Ahora, el gobierno ha armado comunitarios, me dice, ¿si sabe lo que son los comunitarios? Le digo que no del todo, entonces me explica, son policías comunitarios, así les llaman, pero es gente que el gobierno arma, para sacar de las plazas a quienes no estén con ellos. No son las policías comunitarias que en algunos pueblos han nacido por necesidades propias y para la defensa y seguridad de los pobladores, sino gente que el gobierno arma para defender la plaza.
Antes, todo era tranquilo, para asegurar que no hubiera ningún problema con la siembra o en la entrega de la cosecha, se llegaba a acuerdos con los jefes, con los meros jefes, se les hacía una comidita, se les mataba un animalito, un chivo o un cerdo, y todo quedaba arreglado, pero ahora, hay muchas matanzas, ya no se puede vivir ahí. Por eso él se vino de su pueblo, a buscar una oportunidad y tiene poco tiempo de trabajar en el taxi. Él es una persona honesta y trabajadora, que sólo busca una forma de ganarse la vida. Las personas que cultivan en la sierra, son gente tranquila, que se dedican a la siembra solamente, que no se meten en problemas, ni roban, ni matan. 

No entiende, dice, como se les considera delincuentes, si no roban a nadie, si viven de su propio trabajo, si no saquean al país, sino al contrario, se ayudan los unos a los otros. No como aquí, dice, que los políticos saquean al pueblo y al país, siempre están robando. No dice, allá no se permite eso.


Casi llegamos al fin del viaje, falta un tramo corto, pero nuevamente caemos en un embotellamiento, avanza demasiado lento, estoy muy cerca de mi objetivo, así que decido seguir a pie escasos cincuenta metros,  pago su servicio y le doy las gracias mientras desciendo del coche. Su plática, sin duda es tema de reflexión, sobre la relatividad de lo bueno y lo malo, sobre la justicia e injusticia, sobre el robo legal e ilegal que hacen los gobiernos a su nación a través de reformas, impuestos, salarios miserables para la población en contraste con elevados salarios y bonos de reyes para gobiernos, diputados y senadores, saqueos y corrupción. En fin, un tema del que todavía queda mucho por hablar.