lunes, 29 de diciembre de 2014

EL MÚSICO Y LAS SERPIENTES




EL MÚSICO Y LAS SERPIENTES
                                 

Cuentan que hace muchos años, cuando la era de la tecnología no había llegado, la gente solía convivir y pasar más tiempo con sus vecinos. Era la época en que, en la mayoría de los pueblos no existía el uso de la electricidad. Las horas de esparcimiento eran por completo distintas a las que ofrecen los aparatos electrónicos.

La gente solía visitarse y se sentaban por largas horas en sus patios, a la sombra de algún árbol. En los árboles había columpios que los mismos padres hacían para sus hijos. Para sus patios, los señores, elaboraban sillas muy rústicas con gruesos troncos de madera, o colocaban algunas piedras planas para sentarse. Los padres relataban a sus hijos hermosos cuentos y leyendas como La ciudad de los siete imperios, o bien,  relataban sucesos históricos de su pueblo y también cantaban.

En uno de esos pequeños pueblos existía una tradición musical que se había heredado de padres a hijos por muchas generaciones. Ellos mismos eran creadores de sus canciones y corridos en los que relataban alguna historia de un personaje o lugar. Había algunos hombres a los que les gustaba tanto la música que, a veces, se ponían de acuerdo para reunirse en algún sitio y dedicarse a cantar toda la noche, mientras bebían un poco de tequila o ron. Y así era que los músicos, cantantes y compositores de distintos pueblos se conocían y compartían su música con cierta frecuencia.



En uno de aquellos días, se supo de un señor que cantaba y tocaba la guitarra como nadie. Cada día, al terminar sus labores, con los últimos rayos del sol, tomaba su guitarra, salía a la calle, se sentaba en la esquina y comenzaba a cantar. Al momento, toda persona que estuviera cerca y lo escuchara se sentía atraída por su canto, sin pensarlo, dejaba lo que estuviera haciendo para sentarse cerca de él, solamente para disfrutar de la música.

Una y otra vez, le decían lo hermoso que era su música y canto, él sonreía complacido cada vez que lo escuchaba. Y así tarde, con tarde, la gente se sentaba a su alrededor a escucharlo. Pronto los demás hombres que también gustaban de la música, se preguntaban cómo era que podía ser tan buen músico. Porque ellos, por más que se habían esforzado practicando con sus guitarras, no lograban ser tan buenos como él.

Un día, uno de ellos dijo:
-¡Pero qué hermoso cantas y tocas la guitarra!
-¿Quieren aprender?
-¡Claro que queremos aprender!
-Entonces yo los llevaré al lugar en e pueden aprender.
- Sí queremos aprender tan bien, como tú.
-Voy a decirles lo que tienen que hacer.
-Dinos ahora, para hacerlo de una vez.
-Tendrán que esperar a que llegue el año nuevo.

Los días se hicieron largos para aquéllos hombres ansiosos de aprender. Cuando el día esperado estuvo próximo, el músico les explicó lo que tendrían que hacer. 

-Algunos kilómetros lejos de aquí, en la cima de la montaña se encuentra la entrada de una enorme cueva. Nadie sabe lo grande que es, pues nunca ha sido explorada en su totalidad. Pero algunos hombres curiosos han ido hasta allá, y desde la entrada, han arrojado una piedra para escuchar cómo cae por el fondo.  Dicen que se escucha el rebotar de la piedra  al ir cayendo, sin que se le oiga llegar al fondo. A esa cueva es precisamente a dónde iremos. Partiremos a las seis de la tarde, con los últimos rayos del sol. Y ustedes llevarán doce varas de membrillo.

El día tan esperado, por fin llegó. Tal y como lo acordaran, a las seis de la tarde comenzaron su ascenso por la montaña. En medio de la oscuridad total llegaron a la entrada de la cueva. Un sitio donde las piedras se apilaban una sobre otra, formando un montículo de más de tres metros. Entre los huecos de las enormes y rugosas piedras se insertaban las raíces de los árboles que cubrían la entrada. Sombras largas y fantasmales se dibujaban en las rocas, y un silbido que parecía venir de lo profundo de la tierra se escuchaba intermitentemente.



Cuando la media noche se acercaba, les dijo el músico:
-Aquí, canta una mujer muy bonito, en cuanto suene la primera campanada que anuncia el año nuevo, ustedes se pondrán cada uno a la entrada de la cueva, ella va a salir cantando.



Los hombres miraron el lúgubre lugar, y mirándose entre sí, se preguntaron si el músico no les estaba tomando el pelo. Pues ese, no parecía ser el mejor sitio en donde una mujer pudiera vivir. Pero ellos verdaderamente querían aprender a tocar bien y pensaron que, si ella les iba a enseñar, a ellos no les importaba el lugar. Pero lo que a continuación les dijo, los desconcertó más.

-Cuando ella salga, ustedes deben matarla de inmediato, sin darle tiempo de nada. Después deben tomar una tira de piel de su cuerpo y otra tira de piel de su cabeza.

A los hombres les horrorizó la idea, pero antes de que pudieran preguntar algo, se escuchó el primer tañer de la campana. Al instante empezaron a oír una suave voz, que poco  a poco se iba acercando. Con temor a ser descubiertos se quedaron en absoluto silencio. Entonces, del boquete de la tierra surgió una enorme serpiente. Al ver su  tamaño, la atacaron de inmediato con temor de ser devorados por ella. La golpearon con las varas de membrillo  hasta que comprobaron que estaba sin vida. Uno de ellos tomó las tiras de piel como le habían dicho, pero el otro, se alejó corriendo horrorizado.

El músico esperaba a corta distancia, cuando el hombre con las tiras de piel llegó con él, le dijo:
-Una de las tiras debes enredarla alrededor de tu cuello y la otra la pondrás en tu guitarra. Así lo harás siempre antes de comenzar a cantar. Al terminar, guardarás las tiras de piel en un lugar seguro y nunca se las deberás prestar a nadie. Dicho esto se despidieron para siempre.

El hombre hizo lo que le dijeron y desde entonces, su canto y su música eran de una belleza inigualable. No sabía cómo ni de donde le venían las canciones que tocaba, pero su éxito fue tal, que pronto se hizo famoso y recorrió pueblos y ciudades, ganando tanto dinero como nunca imaginó en su vida.

Este hombre se hizo famoso y rico, su felicidad era enorme, pues hacía lo que más le gustaba; cantar. Durante todo ese tiempo, había seguido al pie de la letra las instrucciones que le dieran sobre ponerse y quitarse las tiras de piel cuando cantaba. Jamás había tenido ningún problema.



Pero una noche, bebió demasiado tequila, agotado por llevar varias noches cantando, se quedó dormido sobre la mesa. Al otro día, muy temprano una señora lo despertó horrorizada.
-¡Mira las víboras que están en tu cuello y tu guitarra!

Las más enormes y horribles serpientes que puedan imaginarse lo rodeaban. Con profundo asco se apartó de ellas y huyó tan veloz como pudo. Este hombre no volvió a cantar jamás, su susto era tal, que se encerró en su casa y no salió nunca. Dicen que el apetito se le fue para siempre y en pocos días, murió en completa soledad.  

LOS HERNÁNDEZ



LOS HERNANDEZ


Cuentan que en tiempos postrevolucionarios, a lo largo y ancho del país prevalecía un gran caos. Había grupos guerrilleros que ocultos en la sierra, de vez en cuando realizaban incursiones a las ciudades para aprovisionarse de armas. De igual manera existían maleantes, quienes aprovechándose de la incapacidad del gobierno para restablecer el orden realizaban sus fechorías en los indefensos pueblos. Robaban y mataban  a la gente inmisericordemente.

Fue en esta época que existió una banda de maleantes muy conocidos como Los Hernández. Así los llamaban pues ese era su apellido, ya que todos eran hermanos. Estos hombres sembraban el terror, dejando  a su paso una estela de muerte.

Fue en una ocasión en que en uno de los pueblos se celebraba el carnaval, que Los Hernández hicieron una de sus tantas fechorías.  Los pobladores muy contentos estaban en su festejo, recorriendo las calles con el tradicional brinco del chinelo. Hombres, mujeres y niños se habían puesto su disfraz y cubierto la cara con la máscara y el sombrero. Había pasado ya mucho tiempo, desde que empezaran el recorrido de las calles, sin que nada extraordinario ocurriera. Cuando de pronto, de entre los disfrazados aparecieron Los Hernández, quienes de entre sus trajes sacaron sus armas y comenzaron a matar a mucha gente, que ellos sabían que no los querían. Fueron muchos los muertos, incluidos mujeres y niños.

Mucha gente les temía a estos maleantes, porque solían tomar venganza de quien se atreviera a denunciarlos ante las autoridades. En cuanto ellos se enteraban de que habían sido denunciados, buscaban a la persona, aún en su propia casa y la mataban.

En uno de los pueblos, la gente se dedicaba a la extracción de cal, la cual comercializaban en poblaciones aledañas. Para ello, tenían que mantener encendido el fuego durante tres días y dos noches en el horno en donde ponían a cocer las piedras. Los hombres cortaban leña y la traían durante el día, y por la noche, dormían cerca del horno, para cuidar de avivar el fuego. Fueron varias veces que los Hernández emboscaron a los hombres y los mataron mientras realizaban su trabajo.


Fue en este lugar que los hombres se organizaron para defenderse, y en grupos realizaban rondas en el pueblo. Hubo varios enfrentamientos con los maleantes, en los que algunos pobladores perdieron la vida, pero poco a poco, lograron que Los Hernández no entraran más al pueblo. Había un vigilante que se apostaba en lo alto de un cerro, desde donde podía mirarse hacia todos lados y cuando veía que se acercaban los maleantes, daba la señal de alarma y todos los hombres salían armados para enfrentarlos. 


Ante la organización de los pueblos para defenderse, los ataques de los maleantes fueron haciéndose menos continuos. Aunque fue el gobierno, quien finalmente mandó a perseguirlos hasta acabar con ellos.

CARTA A MIS LECTORES



CARTA A MIS LECTORES III


El fin de año llegó, con sus momentos alegres y tristes, con ganancias y pérdidas. Este medio de expresión me ha permitido conocer la forma en que impacta lo que escribo. Y solamente eso, es un gran motivo para no abandonar la escritura, en estos momentos de oscuridad que atraviesa el país. La desaparición de los estudiantes, desde hace más de tres meses, ha tocado las fibras más sensibles no sólo del país sino de la comunidad mundial. La inconformidad y la indignación se manifiestan constantemente en las múltiples marchas en los distintos estados de la república y del mundo.

Extorsiones, amenazas, secuestros, desapariciones, asesinatos, son las noticias de todos los días, que aunque no se dicen en los noticieros oficiales, toda la población se entera. Vivimos en medio de una guerra no declarada. Nadie sabe el peligro que le acecha cada día que sale de su casa, si volverá o no, a ver a sus familiares e hijos. Un stress y ansiedad generalizados están presentes en la vida de la mayoría de la gente. A veces, los sucesos son tan devastadores que el ánimo de escribir, se viene abajo. Y entonces, lo único que me permite continuar son los comentarios de mis lectores.

Gracias, mil veces gracias, por tomarse el tiempo de dedicarme sus palabras.
Algunos lectores, me comparten que la situación de las mujeres en su país de origen es marginal, desventurada y son tratadas como seres de segundo orden. Y mis escritos les hacen pensar que aquí la vida es mejor, y quizás, sí lo sea en ciertas condiciones y sectores sociales, pero no para todas las mujeres de este país. De cualquier modo, me alegro que lo que comparto a través de la escritura, les ayude y motive a visualizar un mejor futuro y que luchen por él.

Me da gusto que algunos de los relatos, se hayan convertido en un apoyo para sobreponerse a situaciones personales tan difíciles que la vida les ha presentado y que puedan encontrar en ellos, alicientes para continuar luchando. Mando un especial saludo a la niña que fue operada de emergencia por osteoporosis. Quiero decirle que no se deje vencer por el dolor, toda situación difícil, va acompañada de una gran enseñanza, cuando esto haya pasado, ella podrá descubrirla.

También quiero mandar un gran saludo a todos los pequeños que me siguen y me leen. Es un gusto saber que están pendientes de los cuentos que escribo, y por supuesto, también un brindis (con refresco).  Gracias a los maestros y padres que leen mis publicaciones a sus hijos y alumnos.

Agradezco a las chicas que con gran entusiasmo, promocionan mi página y que publicaron mi relato de Paola en el periódico mural de su escuela. Y sobre todo, que les haya servido para reflexionar. Y desde luego que pueden escribir al correo de la página las veces que quieran.

Estoy complacida de saber, que el idioma no ha sido un obstáculo para llegar a países tan lejanos, como Ucrania, Croacia, Israel, Tailandia, y Noruega entre otros. Y saber que mis textos sirven de base para programas educativos en la enseñanza de lenguas extranjeras y expresión escrita.

Muchos de mis seguidores me comentan  que son escritores, es halagador para mí que mis textos sean una inspiración para su propio trabajo y textos. Además de ser un vínculo con mi país, para las personas que por algún motivo han vivido aquí y que ahora se encuentran lejos. Esta se ha convertido en una forma de mantener el contacto.

También, quiero disculparme por no poder responder a todas sus peticiones, los niños me piden más cuentos fantásticos, los amantes de la música, recomendaciones musicales, otros me piden que escriba más de la situación indígena y de la mujer, otros quieren que escriba más, mucho más, de todo. Y lo cierto es que lo que escribo, lo hago con mucho gusto, pero me es imposible dedicar más tiempo a esto.

Gracias por sus comentarios a los luchan por los derechos de los pueblos indígenas. A los reporteros sin fronteras, por el valor de comunicar lo que otros callan.  A todos los fans de los blogs educativos de Brasil, a los Hermanos Latinos en E. U., a todos los seguidores de América Latina y a la red de blogs alternativos. Todos y cada uno de los comentarios que continuamente recibo, son el principal aliciente para continuar con mi escritura. Aunque no pueda mencionar a todos, les agradezco su atención de enviármelos. Ha sido un placer encontrar lectores tan especiales a lo largo del mundo.

Seguiremos en contacto.


Atenea del bosque


martes, 2 de diciembre de 2014

EL ÁNGEL



EL ANGEL



Es una noche tibia, todo está en silencio. La gente reposa y duerme tranquilamente después de un arduo día de trabajo. Afuera se escucha solamente el canto de los grillos y las lechuzas. La luna llena está a medio cielo e ilumina la habitación a través de la ventana. Sombras largas se proyectan en el piso.



No hay viento ni ladridos de perro, no hay razón para despertarme en este momento, pero lo hago.  Miro sin abrir los ojos, como si estuviera fuera de mi cuerpo. Siento mi cuerpo recostado en la cama y me doy cuenta que hay alguien a mi lado. No sé quién es y no sé cómo, pero tengo la certeza que no es un ser de este mundo. Se encuentra exactamente a mi lado izquierdo, puedo sentirlo como una sensación de calor tibio y suave.


A pesar de que me despierto y me percato de su presencia sigue ahí, a mi alcance. No tengo miedo, siento curiosidad, quiero atraparlo y sin pensarlo extiendo la mano y lo agarro. Entonces me doy cuenta de que en realidad no he movido nada de mi cuerpo y sin embargo, pude tocarlo. De pronto comprendo, moví un cuerpo que no es físico. No se cómo ocurre, pero puedo moverlo sólo con desearlo.


Lo tomé con mi mano izquierda y el sentir su suavidad y tibieza produce dentro de mí un gozo. Una tranquilidad que viene de no sé dónde, pero me llena de confianza. Algo que parecía estar guardado dentro de mí, esperando a ser encontrado. Algo muy escondido o muy olvidado. No lo sé. Pero me sienta bien encontrarlo.



Estoy despierta, pero no quiero abrir los ojos, no quiero que este ser y esta sensación desaparezcan. Debe ser mi ángel de la guarda, es lo que pienso. Me quedo quieta, en silencio. Él sigue a mi lado por un largo rato, en realidad no es él o ella, creo que no tiene género. Después de un tiempo, no sé cuánto, vuelvo a dormirme.


La luz intensa del sol entrando por mi ventana me despierta. Abro mis ojos, todo mi cuerpo está alerta. Sé que estoy completamente despierta. Recuerdo perfectamente lo que ha pasado. Y no, no fue un sueño.


Ahora sé que él está a mi lado en cuanto lo llamo o lo necesito. Siento su energía. Le hablo, le pido su ayuda, especialmente cuando las cosas parecen difíciles o me siento en peligro. O simplemente cuando quiero hablar de algo que me confunde o me da miedo. No sé cómo, pero estoy segura que me escucha, me protege, y me ayuda, a veces de una forma inesperada. La ayuda llega siempre a tiempo. Él está conmigo, tal vez, ha estado conmigo desde siempre. Pero es hasta ahora que lo percibo. Estoy tranquila de saber que alguien cuida mi camino.

ELEGÍA DE LOS 43´S



En algún lugar de un país desolado
La vida de los campesinos pobres no importa
La vida de los hijos de los campesinos tampoco
Pues pobres ya hay demasiados

Qué mejor forma de acabar la pobreza
Puede encontrarse, sino eliminando a los pobres
Estudiantes jóvenes e indefensos, fácil presa
No hacen falta estudiantes inconformes

A los pobres muertos de hambre,
se les controla con migajas y promesas.
Y cuando no están conformes y protestan,
se les calla con amenazas y golpes.

Si a pesar de todo, continúan las protestas
se les desaparece, se les aniquila
No hace falta que los pobres estudien
No hace falta que aprendan y cuestionen

El  mejor pobre es el que calla
El que mejor calla es el pobre muerto
El pobre más indefenso, el ignorante
es el único que no da problemas

Cuarenta y tres pobres menos de que preocuparse
Cuarenta y tres menos que exijan sus derechos
Cuarenta y tres menos que exijan colchones
En los dormitorios  de su humilde colegio

Sólo eran jóvenes con un claro objetivo
Terminar sus estudios para ser maestros
Educar a los niños más marginados
El verdadero compromiso con los pobres 

COMEDORES ESCOLARES




COMEDORES ESCOLARES…SIN COMIDA
                                     

Es el mes de agosto, da inicio el nuevo ciclo escolar.  En una pequeña comunidad indígena del estado de Morelos sólo hay una escuela primaria que cuenta con 120 alumnos. En el año del 2009 la escuela se volvió de tiempo completo. Lo cual implica que los niños cumplen un horario de 8:00 a.m. a 4:00. p.m.  En ese lapso de tiempo la enseñanza se ha ampliado a actividades que refuercen los conocimientos básicos.  Así se añaden clases de danza, idiomas, pintura, deportes, y el uso de la computadora.

La implementación de este tipo de programas no ha sido fácil. Ha requerido de infraestructura que la escuela no tiene.

Parte del objetivo de las escuelas de calidad es  favorecer una alimentación sana y adecuada, para mejorar los índices de talla y masa corporal de los niños. Para ello, se propone que los niños realicen dos alimentos al día, dentro de la escuela. El gobierno federal aporta vales para la compra de alimentos en un treinta por ciento, el gobierno municipal otro treinta por ciento y el resto es a través de cuotas por parte de los padres de familia. 

Si bien, se otorgan los recursos, a los padres de familia les toca resolver muchos otros problemas. Primero, no hay cocina en donde preparar los alimentos. En una asamblea general, se aprueba desalojar una bodega y habilitarla para tal fin. Los padres realizan el trabajo de limpieza y reparación. No hay nada con lo que comenzar, se consigue una parrilla, mesa, trastes. No hay refrigerador.  Se tienen que realizar aportaciones económicas extras, para instalar un lavabo, tinaco, tanque de gas, apenas lo indispensable para poder funcionar.



Hacen falta muchas cosas. No hay mesas, y una vez iniciadas las clases,  los niños consumen sus alimentos sentados sobre los escalones, en el piso, en las jardineras. Y como niños que son, a veces olvidan que es la hora de los alimentos, y se ponen a jugar brincando sobre su propia comida.

 A medida que transcurre el año el comité de padres de familia busca la manera de allegarse más recursos, no es una tarea fácil. Se requiere de un tinaco, se hace una solicitud al ayuntamiento para una donación municipal. El oficio se entrega, una, dos, tres, veces, hasta siete, mismas que es recibido por el presiente municipal. Pero simplemente no hay ninguna respuesta. El presupuesto en educación ha sido destinado para otros fines. La celebración del día maestro en el más lujoso y exclusivo centro de eventos de todo el municipio. La razón, es sólo que, la esposa del presidente es maestra, y para complacerla en su día, en la misma celebración se rifa un automóvil.   

A pesar de que la escuela de tiempo completo funcionaba del mes de septiembre a junio, debido a que las materias agregadas eran impartidas por maestros contratados por honorarios para no concederles vacaciones, ni ninguna otra prestación, los padres de familia seguían poniendo su parte, buscando recursos para mejorar la cocina y en general la infraestructura de la escuela.

Del 2009 al 2014 los padres fueron equipando la cocina. Trabajaron en la elaboración de los alimentos, turnándose en roles. Adquirieron mesas, sillas y todo cuanto hiciera falta. Arreglaron el salón de cómputo, la biblioteca. Y en el 2013 se quitaron a los maestros de computación e inglés. La razón, no los contrataron más. Desde un año anterior, en el 2012, los maestros habían iniciado un movimiento de protesta para ser contratados con los derechos laborales de los demás maestros de escuelas primarias. El gobierno no estuvo dispuesto a concederles ninguna de sus demandas, así que simplemente no volvieron a ser recontratados.  Y esas materias no se volvieron a impartir.

En el 2014 la situación no mejora. La campaña de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, anuncia que se han agregado cuarenta mil escuelas a las ya existentes escuelas de tiempo completo, en la lucha contra el hambre. La realidad es otra, sólo otorgan apoyo federal para los comedores de las escuelas inscritas dentro del programa de la Cruzada Nacional Contra el Hambre. Todas las demás escuelas de tiempo completo que no lo están, quedan volando en el aire. Es precisamente la situación de la escuela primaria de esta comunidad.

En la primera asamblea de padres de familia el día 29 de agosto de 2014, la directora del plantel anuncia que ya no hay ningún apoyo de ningún tipo, por parte de ninguna instancia para el funcionamiento del comedor escolar. Si los padres quieren que sus hijos sigan comiendo en el comedor tendrán que hacerse cargo de todos los gastos. Por supuesto, los padres no tienen las posibilidades económicas de hacerlo. Aun con los apoyos, el funcionamiento era muy costoso. Un día al mes el padre del alumno debía participar en la elaboración de los alimentos y si no estaba en condiciones de realizar el trabajo directamente, entonces debía pagar una persona que realizara su labor.

 El costo por los alimentos de un niño al día se estableció en veinte pesos. Cien pesos a la semana, más el pago de la persona que elaborara los alimentos. En un mes se pagaba quinientos pesos por los alimentos de  un niño.  

Todos los discursos en los que el gobierno federal ha enfatizado su lucha contra el hambre no importaron. A esta escuela no se le asignaron más recursos. La preocupación por la calidad en la enseñanza tampoco importó cuando se dejaron de contratar a los maestros de las materias complementarias, sólo para que el gobierno no se viera obligado a otorgar prestaciones a los maestros.

La solución del gobierno, es simple, volver una escuela de tiempo completo, en una escuela de tiempo ampliado. Los alumnos salen una hora antes, justo en el momento en que tomaban su segundo alimento. El propósito, que consuman sus alimentos en casa. Las materias de apoyo son impartidas por los mismos profesores que imparten las materias básicas. Para ello han recibió una capacitación con un curso, algunos profesores dicen que no se sienten con la capacitación necesaria, pero aun así, imparten las clases.

A lo largo de cinco años en que la escuela funcionó como tiempo completo, los padres realizaron una inversión en infraestructura de más de cincuenta mil pesos. Y súbitamente, el gobierno decide no otorgar más recursos para los alimentos de los niños. La escuela, en las estadísticas, se cuenta dentro de las que se supone tienen funcionando los comedores. La realidad es que toda la infraestructura de comedor, está sin usarse. Una muestra de cómo se ejecutan los programas gubernamentales, por un breve tiempo, mientras se escriben las estadísticas del progreso y se toman las fotos de los millones de beneficiados que habrán de ser publicadas en enormes mantas. Tal como la manta que, colgada en la entrada de la escuela anuncia, comedores escolares… aunque les faltó precisar, sin comida. 

sábado, 1 de noviembre de 2014

LOS CALAVEREROS



LOS CALAVEREROS


Cuentan que en los días posteriores a la revolución, cuando las personas por fin lograron disfrutar de la tranquilidad y la paz que habían anhelado por muchos años. Sucedió un hecho que, perturbó la vida de un pequeño pueblo. En aquél lugar pacífico, en donde todos eran como una gran familia y se ayudaban los unos a los otros a reconstruir sus casas. Hubo tres hombres que se unieron con el único propósito de realizar fechorías a las mujeres del pueblo.

Al acercarse la media noche, estos tres hombres dirigían sus pasos hacia las orillas del pueblo, se reunían en un lugar secreto y sacaba una calavera que tenían escondida. Una calavera de verdad, que a decir por el tamaño, alguna vez debió pertenecer a un hombre adulto. Nadie sabe de dónde la obtuvieron, aunque en aquel tiempo, era muy fácil hallar huesos humanos en muchos lugares, pues miles de personas habían muerto en la batallas a campo abierto, huyendo de un lugar a otro, o simplemente de hambre o enfermedad.



Pero estos hombres, usaban esta calavera, con fines maléficos. Al llegar la media noche, realizaban un rito y después la golpeaban tres veces. La calavera gritaba  tan fuerte que se escuchaba hasta el pueblo y de inmediato quien la escuchara, se sumía en un profundo sueño.  Y mientras toda la gente dormía, quedaban a merced de los maleantes, quienes sin escrúpulo alguno, se dirigían a la casa en donde sabían viviera una hermosa jovencita para llevársela impunemente. La joven no se daba cuenta de lo que pasaba, pero los hombres abusaban de ella.  Por la mañana, la joven aparecía tirada en alguna calle completamente desnuda, y sólo recobraba el conocimiento, hasta que alguien la despertaba.

Durante los primeros meses, la gente no comprendía lo que pasaba. Era un misterio la aparición de las jóvenes desnudas en la calles, pero no tardaron en darse cuenta de la maldad de los hombres.   

Un día los pobladores se reunieron y con gran sigilo, fueron tras los pasos de los calavereros. Los vieron entrar a la cueva, y a la luz tenue de una vela, los miraron realizar todo el rito con el que obtenían su poder maléfico. Y pudieron verlo, porque por algún hechizo, quien mirara la calavera cuando gritaba no caía presa del sueño.  Después de ver esto, los pobladores huyeron presas del miedo, sin saber qué hacer guardaron silencio por un tiempo. Pero, el espíritu del hombre al que había pertenecido esa calavera, les pidió ayuda a los hombres del pueblo para ser liberado del hechizo. A través de un sueño se comunicó con uno de ellos y le dijo lo que debían hacer para detener  a los calavereros.

Los hombres fueron a la iglesia y pidieron la ayuda del sacerdote, quien al enterarse de todo lo que pasaba, los ayudó.  Hizo una oración para brindarles protección y poder para enfrentar el mal,  y les dio agua bendita para destruir el libro de magia que usaban los calavereros en su rito.


Los pobladores se dirigieron en secreto a la cueva, buscaron el libro para destruirlo, pero aunque el sacerdote les dijo que nadie debía abrirlo para leerlo, no pudieron evitarlo. Su curiosidad  fue muy grande y leyeron algunas páginas. Ahí vieron hechizos para dominar a los hombres, para obtener riquezas y dones. Para convertirse en animales, para ir más allá de la muerte y un sinfín de cosas inimaginables. Alguno de ellos pensó que, tal vez, si usaban ese libro en beneficio de todos, nadie se opondría  a conservarlo. Pero alguien dijo que cualquiera que poseyera ese libro se corrompería y quizás habría un mal mayor para todo el pueblo.

Al final, todos estuvieron de acuerdo en destruir el libro, para que nadie más volviera a usarlo para dañar o abusar de otros. Pero lo que ellos no sabían, era que el libro tenía un poder que no tenía ningún otro. Cada vez que alguien abría el libro y lo leía, aunque fueran sólo unas cuantas letras, el libro se duplicaba a sí mismo y el duplicado aparecía en cualquier otro lugar en donde pudiera ser encontrado y leído por otro hombre.

Los hombres del pueblo destruyeron el libro que hallaron en la cueva, recogieron la calavera y los demás restos del cuerpo, los rociaron con agua bendita y los llevaron a enterrar en el camposanto. El espíritu de la calavera fue liberado para continuar su camino. Más tarde, cuando se hizo de noche, se dirigieron a la cueva para esperar a los calavereros. Se escondieron y en silencio esperaron su llegada. Los tomaron por sorpresa y sin darles tiempo a escapar, les dieron una golpiza, los dejaron tirados en el suelo y les dijeron que no querían volver a verlos por el pueblo. Y que si alguna vez se atrevían a volver no les perdonarían la vida.



Los calavereros se fueron para siempre, pues sin el libro de magia, ellos no podían realizar ningún hechizo y no tenían ningún poder. Se fueron muy lejos, donde nadie los conociera.  La tranquilidad y la paz volvieron al pueblo por muchos años. Pero en algún lugar, que nadie sabe, se encuentra una copia del libro de magia que usaron los calavereros. Un libro con un poder maléfico, esperando a ser encontrado  y leído para corromper el corazón de los hombres.  

EL HOMBRE DE LOS ESCORPIONES




EL HOMBRE DE LOS ESCORPIONES


Cuentan que hace algunos años, en un pequeño pueblo enclavado entre las altas montañas de la sierra, hubo un misterioso señor con un peculiar poder. Nadie sabía de dónde venía, si tenía familia o no. Su nombre era Román Rivera, tenía una mirada penetrante, aguda y fría. A nadie le gustaba mirarlo a la cara. Por alguna razón inexplicable, todos sentían cierta aversión hacia él, pero a Román Rivera esto no le importaba. Era común que anduviera en los pueblos ubicados en la parte más alta de la sierra. Se aparecía  a cualquier hora del día, y se dirigía a cualquier persona con una familiaridad que resultaba incomoda, pero nadie era capaz de mostrar o decir su molestia. Aún contra su propia voluntad, todos soportaban su presencia. Y esto era precisamente lo que resultaba más inexplicable. ¿Por qué, o cómo es que todos eran obligados a soportarlo?

Él podía decir o hacer cualquier cosa que quisiera, sin que nadie se atreviera a decirle nada. Y así sucedía que, cuando iba por la calle y se encontraba alguna  pareja, se paraba en frente de ellos y dirigiéndose al hombre decía:
-Oye amigo, me gusta tu mujer, préstamela y en cuatro días te la regreso.

Cuando Román Rivera decía estas palabras, era como si un hechizo se apoderara de la voluntad del hombre al que se dirigía, porque no atinaba a replicar nada, como si de súbito se hubiera vuelto mudo.  Además a un sólo gesto de Román Rivera, la mujer lo seguía dócilmente y completamente callada hacía todo lo que le ordenara. Y tal como lo dijera, a los cuatro días, cualquier mujer que se llevara era devuelta. Es por esto que toda la gente afirmaba que Román Rivera estaba empautado, es decir, tenía pacto con el diablo.

Estuvo durante un año, haciendo en los pueblos todo lo que quería, tomando a todas las mujeres que le gustaban, sin que jamás nadie le reclamara  nada. Pero durante todo ese tiempo, los hombres agraviados se habían cansado de ser la burla de Román Rivera. Entonces se unieron y entre todos hicieron un plan para deshacerse de él.  Decidieron que primero era necesario espiarlo y se dieron a la tarea de seguirlo cuando se iba del pueblo.

Después de algunos días, estuvieron de acuerdo en que sólo podrían librarse de él, matándolo. Consiguieron una pistola y se dispusieron a esperarlo por el camino en donde sabían que siempre pasaba. Pero cuando Román Rivera apareció y dispararon la pistola, ésta simplemente se atascó y el hombre nuevamente se fue como si nada. Y así sucedió en esa y las demás ocasiones en que trataron de dispararle. Y Román Rivera al ver los intentos fallidos de matarlo, simplemente se reía de ellos.

Los pobladores hablaron con el sacerdote y le explicaron que, todas las veces que habían intentado matar a este hombre, las balas se atascaban en la pistola. El sacerdote dijo que no estaba bien matar a las personas, pero que si esa era la única manera de detener la maldad que hacía Román Rivera, entonces les ayudaría. Les pidió que le llevaran el arma y las balas. Hizo una larga oración en un lenguaje que los pobladores no entendieron y finalmente bendijo el arma y las balas.

Los hombres nuevamente espiaron a Román Rivera por varios días y con cierto temor lo siguieron para ver a dónde se iba a dormir cada noche. Pues todos los días salía del pueblo completamente solo. Le seguían los pasos silenciosamente, y cuando sentían que iban demasiado cerca de él, se detenían, dando tiempo a que se adelantara para que no los descubriera.  Siguiéndolo de lejos, hubo ocasiones en que le perdieron el rastro. Aunque finalmente, después de algunos días,  pudieron ver dónde era que pasaba la noche.

Una noche, lo siguieron por un largo camino en medio del texcal, hasta llegar a un agujero,  que era la entrada de su guarida. Al fondo había una enorme cueva, en donde él se quedaba a dormir. Cautelosamente y sin hacer ningún ruido, uno de los hombres se acercó lo más que pudo. Y entonces, pudo ver a Román Rivera durmiendo acostado en el piso y con muchos escorpiones (un reptil venenoso, parecido a la iguana, con manchas grises y blancas) sobre su cuerpo.  El hombre se asustó mucho, pues de sobra sabía que ese reptil era muy venenoso, tanto, que algunos hombres habían muerto tan sólo con tocarlo. Y al ver que a Román Rivera no le causaban ningún daño, supo que eso era algo fuera de lo normal.


Román Rivera estaba profundamente dormido y sus ronquidos para nada asustaban a los escorpiones. Muy al contrario, ellos lamían la saliva que salía de su boca. El hombre volvió con sus compañeros y les dijo que no podían acercarse, porque los escorpiones estaban cuidando a Román Rivera. No obstante, aunque no pudieron acercarse, con el sólo hecho de mirarlo se perdía parte del poder del hechizo, al menos, eso fue lo que les dijo el sacerdote.

Los hombres se fueron, preguntándose qué podían hacer para lograr su propósito. Tal vez, tendrían que emboscarlo en un lugar distinto de la cueva. Nuevamente fueron con el sacerdote para que les bendijera más armas. Esperaron a que entrara a una casa en la que había ido a ver a una señora. Entre todos rodearon el lugar, uno de ellos arrojó una piedra sobre el techo. Algunas tejas se rompieron, Román Rivera se levantó a toda prisa, y tomando su sombrero salió corriendo. En la entrada, varios hombres se lanzaron sobre él con cuchillos. Pero ninguno de ellos podía atravesarle el cuerpo. No así las balas, que esta vez, sí lo hirieron.

Román Rivera corrió tan rápido como pudo, dejando a su paso rastros de sangre. Se perdió en la oscuridad del texcal, los hombres no lo siguieron, sino hasta el día siguiente. Lo buscaron en la cueva en donde sabían que dormía entre escorpiones, pero no estaba. Finalmente, siguiendo el rastro de sangre,  lo encontraron en otra cueva también llena de escorpiones. Esa fue la última vez que lo vieron, herido y recostado entre ellos.

Se presume que ese fue el lugar en donde murió, aunque algunos creen que solamente desapareció, puesto que pocos días después, cuando los hombres volvieron a la cueva, no hallaron rastro alguno de su cuerpo. Tan sólo había jirones de su ropa tirados en el suelo. Sobre las rocas descubrieron unas manchas rojas como la sangre. Unas manchas tan visibles, que el tiempo no ha podido borrar. Y dicen que en las noches, provenientes de esa cueva, se escuchan unos desgarradores lamentos. Cuentan las personas de estos pueblos, que los hombres que hacen este tipo de pactos, no mueren nunca, pero tampoco están vivos. Suspendidos en el limbo, sufren eternamente.
    

domingo, 26 de octubre de 2014

LA FELICIDAD



LA FELICIDAD


Había una vez en una enorme y densa selva, un pájaro de brillantes colores, sus alas de color azul turquesa, su pecho de color amarillo, su cabeza de color rojo y su pico era negro, delgado y muy alargado.




Tenía ya muchos días que volaba de un lugar a otro, de norte a sur, de oriente a poniente, buscando incansablemente la felicidad. Miraba aquí y miraba allá. Preguntando al águila, al gorrión, a la calandria, a la codorniz, al correcaminos, a la golondrina, a la paloma, al perico… en fin, a cuanta ave se encontraba en su camino.

Así paso un día, dos, tres, hasta que le fue imposible saber cuánto tiempo había pasado. Buscó tanto sin encontrar nada. Estaba tan agotado y decepcionado. Y se quedó parado en un árbol pensando: ”creo que la felicidad no existe”. Entonces, muy triste decidió quedarse ahí definitivamente, hasta que llegara el día de su muerte.



Habían pasado algunos días cuando escuchó el aleteo de un viejo pájaro, que al verlo tan triste se acercó a su rama y le preguntó:
-¿Por qué estás triste?
- Te lo voy a decir.
- Los dos somos aves y a la mejor te puedo ayudar.
- Dicen que existe la felicidad, pero yo he ido de norte a sur, de oriente a poniente, buscando y preguntando y no la he podido encontrar. Estoy cansado de buscar




- ¡Ah!...todos los que vivimos en este mundo pensamos en ser felices de alguna manera. ¿De verdad quieres encontrar la felicidad? Yo te puedo decir cómo encontrarla.
- ¿De verdad sabes dónde encontrarla?
- Yo sé cómo puedes encontrarla, te lo diré si quieres.
- ¡Claro que quiero!, es lo que he estado buscando todo este tiempo.
- Bueno, pues si de verdad quieres encontrarla, entonces harás exactamente lo que yo te digo.
- Sí, yo haré lo que tú me digas, porque ya me cansé de buscar.
- Entonces, escúchame bien. Es importante que escuches con atención lo que harás. ¿Ves ese enorme árbol a lo lejos?
- Sí, de aquí lo veo muy bien.



- Busca en sus ramas un lugar seguro, y construye tu nido, cuando hayas terminado, pon tus huevos y empóllalos. De ahí nacerán dos o tres pajaritos como tú. Atiéndelos, cuídalos, dales de comer, enséñales a volar y a buscar su alimento. Después de hacer esto, yo vendré y me dirás si todo lo que has hecho te ha servido de algo.
– Haré todo lo que me dices.
- Ahora ve de inmediato y hazlo.

El ave voló hacia el árbol y de inmediato se puso a buscar hojitas, ramitas, pasto, todo lo necesario para construir su nido. Cuando vio que estaba bien hecho puso sus huevos y pacientemente esperó a que nacieran los polluelos. Al principio se preguntaba qué tenía que ver lo que hacía con la felicidad. La verdad es que no le encontraba sentido. Y llegó a pensar que era una prueba que el viejo pájaro le ponía para al fin decirle dónde estaba la felicidad.



Cuando los polluelos salieron del cascarón no tuvo tiempo de pensar más. Se encontraba muy atareado yendo a buscarles comida. Y cada vez que lo  veían llegar con un gusano para alimentarlos, los polluelos abrían enormemente su pico y  trinaban alegremente, y esto daba al pájaro una gran satisfacción. Los miró dar sus primeros pasos tambaleantes, los vio crecer y hacerse fuertes. Y se sintió muy feliz cuando los vio volar por primera vez y buscarse su alimento.



Cuando los polluelos hubieron crecido, al fin el pájaro tuvo tiempo de pararse a descansar en la rama del árbol, en donde tiempo atrás había encontrado al viejo pájaro que le dijo lo que tenía que hacer. Y un día volvió a encontrarlo.
– Compañero, ¿cómo te ha ido?
- Soy muy feliz, cuidé a mis polluelos, los alimenté, les enseñé a volar y están muy hermosos.
- Ahora ¿ya sabes dónde está la felicidad?
- Sí, no tengo que ir a buscarla a ninguna parte.
- Así es, la felicidad no se busca. La felicidad se hace.