sábado, 28 de febrero de 2015

INCENDIES







INCENDIES


En las guerras entre los países y las personas, cada uno defiende sus creencias, ideas, poder, posesiones, derechos o territorios. Quien se encuentra en territorio de batalla está obligado a pertenecer a un bando si es que pretende sobrevivir de alguna manera. Pero en las guerras que han durado generaciones, a veces las circunstancias colocan a ciertas personas en el lado contrario al que estuvieron inicialmente.

Aunque en cualquier guerra se pretende vencer al enemigo, a veces sucede, que a quién se destruye es a sí mismo. Hombres y mujeres son víctimas del poder, la violencia, la tortura, el encarcelamiento y quienes logran sobrevivir a ello, deberán emplear muchos años de su vida para sobreponerse a lo vivido. 

La protagonista de esta película, Nawal, es una mujer que siempre se mostró silenciosa y retraída en el trato con sus hijos gemelos Jeanne y Simon. Ellos sólo comprenderán ese silencio cuando al morir ella y leer su testamento, reciban unas cartas que deberán entregar a un hermano que ignoraban que tenían y a un padre que creían muerto. En la búsqueda del padre y el hermano, realizaran un recorrido por el pasado de su madre, descubriendo a una mujer totalmente desconocida para ellos. Conocerán su insospechado origen y saldrá a la luz una verdad escalofriante.  

Este film dirigido por Denis Villaneuve está lleno de suspenso, y el horror supera en mucho cualquier verdad imaginable.




EL COMANDANTE Y EL DIABLO



EL COMANDANTE Y EL DIABLO


Hace algunos años, en un pequeño pueblo alejado de las grandes ciudades, los habitantes se organizaban para su propia seguridad. Eran los años postrevolucionarios. La mayoría de los pueblos eran pequeños y aislados. La falta de carreteras y medios de transporte, hacía que la comunicación con las ciudades fuera muy lenta.

Los pueblos indígenas tenían sus propias formas de organización social, las cuales por cierto, eran muy eficientes. La seguridad era algo muy importante, en un lugar en donde el gobierno federal no tenía alcance. Todavía existían bandoleros que iban de pueblo en pueblo robando y matando gente, por lo que era necesario protegerse de ellos.

En este pequeño pueblo, existía un comandante que había sido elegido en una asamblea general por mayoría de votos. Él estaba a cargo de organizar a los hombres del pueblo para salvaguardar la seguridad de los pobladores. Todos los hombres mayores de dieciocho años debían prestar un servicio de ronderos periódicamente.  Su trabajo consistía en realizar recorridos nocturnos y dar la voz de alarma en caso de que algún bandido estuviera en el pueblo, hubiera algún pleito entre los hombres o sucediera alguna fechoría.

Después de hacer su recorrido nocturno, los ronderos se dormían en la comandancia, prestos a cualquier emergencia. Y así eran todas las noches. El comandante, por su parte, antes de irse a descansar a su casa, revisaba que los ronderos estuvieran de guardia en la comandancia. Así que ese día, como siempre fue a saludarlos antes de retirarse. Pero al acercarse al lugar en donde dormían, vio que alguien caminaba alrededor de ellos. No alcanzaba a distinguir quién era, sólo veía un hombre encapuchado.

El encapuchado daba vueltas alrededor de los hombres dormidos. El comandante trataba de saber quién era, pero en aquella época no había luz. Lo único que alumbraba el interior de la comandancia era la claridad de la luna. A pesar de su miedo, con gran valor se plantó frente a él y le preguntó:
-¿Quién eres tú?
Por respuesta, sólo escuchó como el encapuchado le hacía burla, repitiendo sus propias palabras. El comandante le volvió a preguntar dos veces más y la única respuesta fueron las burlas.


La noche era muy fría, pero al comandante, eso no le importó, lanzó su sarape sobre el encapuchado y en un intento por atraparlo, se le fue encima. El encapuchado salió huyendo velozmente de la comandancia, mientras el comandante corría tras de él con el machete en la mano. Lo correteo por la calle, y cuando estaba a punto de alcanzarlo, se metió a la iglesia, El comandante recogió piedras y se las lanzó con fuerza, pero extrañamente, era como si algo las desviara de su blanco. A pesar de esto, le gritó que no le tenía miedo y que quería saber quién era.

El comandante seguía lanzándo piedras y gritándole, y a pesar de todo el ruido que hacían, ningún rondero vino a ayudarle, pues misteriosamente, todos dormían profundamente. El comandante correteo al encapuchado por el atrio de la iglesia por mucho tiempo. Y cada vez que estaba a punto de alcanzarlo, un fuerte viento lo aventaba lejos de él. Estaba muy cansado de corretearlo, pues lo había perseguido toda la noche, pero no quería dejar que se le escapara. Entonces vino a su mente un pasaje bíblico, y le dijo:
-En el nombre de Dios, yo te voy a vencer aunque seas el diablo.
Al momento de pronunciar estas palabras, el encapuchado se convirtió en una bola de fuego, que explotó con un gran trueno. Cuando el humo se hubo disipado, no quedaba rastro alguno de aquél ser, pero sí se percibía un fuerte olor a azufre. En el lugar en donde fue la explosión, tiempo después los pobladores pusieron una cruz de piedra.

Pasaron los días, y desde aquella noche de la persecución, el comandante perdió el apetito, no comía casi nada, y pronto estuvo en los puros huesos. Fue con el sacerdote y le contó todo lo que había pasado. Le dijo que había sido golpeado tres veces por aquél ser encapuchado, y que sentía un profundo asco por cualquier comida, porque sentía que el olor de azufre se le había quedado impregnado en el cuerpo.

El sacerdote dijo que había luchado con el diablo y que era muy afortunado de haberlo vencido.
-Tienes que comer, aunque tengas asco, porque si no lo haces te vas a morir.
Desde ese día, el sacerdote hacía oración por él. Y el comandante siempre leía su biblia y hacía oración antes de comer. Y así, poco a poco, con determinación y pidiendo la ayuda de Dios, venció el asco y volvió a tener ganas de comer. El comandante vivió muchos años todavía, y murió cuando estaba ya muy viejo.  

lunes, 2 de febrero de 2015

NESTORA SALGADO





NESTORA


Nestora, es una mujer indígena, nació y creció en el pequeño pueblo de Olinalá Guerrero. Ella es la sexta de siete hermanos. Mujer fuerte y luchadora, nunca cejó en su empeño de salir adelante, de buscar una mejor vida de la que podía tener en su lugar de origen. Como millones de mexicanos pobres y marginados, a los veinte años emigró a los Estados Unidos buscando la única posibilidad que podía cambiar su vida.

En el país vecino trabajó duramente como empleada doméstica, niñera y mesera. Allá se casó, formó una familia, y finalmente se hizo ciudadana. Ella es de los mexicanos que dejan su patria por falta de oportunidades en su país. Y aunque vivió allá por muchos años, nunca dejó de amar y extrañar su tierra. Con el tiempo, sus hijas crecieron e hicieron su propia familia. Sin las responsabilidades de la crianza y con la posibilidad de entrar y salir libremente de Estados Unidos, comenzó a realizar frecuentes viajes a su pueblo natal. Sólo para confirmar con sus propios ojos el aumento de la pobreza extrema y el hambre de sus paisanos. La misma hambre, que años atrás, la movió a irse.

Quién ha pasado hambre y frío alguna vez en su vida, no es insensible al hambre de sus hermanos de sangre.  Comenzó a viajar más frecuentemente de Estados Unidos a Olinalá, para traer ropa y alimentos a sus paisanos. Poco a poco, un sentimiento de solidaridad y justicia la llevó a involucrarse en el movimiento indígena de su comunidad.

Guerrero es uno de los estados más violentos del país. La extrema pobreza en que viven los indígenas, ha hecho que históricamente en este lugar surjan líderes que encabezan la lucha por la justicia y el derecho a una vida digna. El gobierno ha respondido desapareciendo o matando a los líderes en un intento por apagar las protestas y mantener el control. Las masacres de campesinos indígenas han sido parte de la historia de este estado. La desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, es un hecho que al hacerse público, ha indignado a la comunidad mundial, pero que, no es el único.  En los últimos cinco años la violencia, pobreza, corrupción y criminalidad ha aumentado, no sólo en Guerrero sino el todo el país. En carne propia, estos pueblos han experimentado en repetidas ocasiones, la represión gubernamental.

Conscientes de su vulnerabilidad ante el gobierno y la criminalidad, algunas comunidades de los estados de Guerrero, Michoacán y Oaxaca, han optado por organizarse y protegerse a sí mismas, formando una Policía Comunitaria. Derecho, que constitucionalmente está fundamentado en el  artículo 2º de nuestra ley magna, y, además en la Ley 701 de Reconocimiento, Derechos y Cultura de los Pueblos y Comunidades Indígenas del estado de Guerrero. Una de las funciones de la Policía Comunitaria, es proteger a los residentes contra el crimen organizado. Su propósito no es delinquir, sino colaborar en la seguridad de las poblaciones.

La población de Olinalá había sido víctima de grupos criminales organizados que secuestraban mujeres para la trata y explotación laboral, mientras a los hombres los obligaban para el trasiego de la droga o como sicarios. En este pueblo, fue el asesinato de un taxista que se negó a pagar el dinero para su “protección” a un grupo criminal, lo que motivó a la formación de la Policía Comunitaria.  Como mujer luchadora y líder natural, Nestora encabezó y dirigió la manifestación de los pobladores para expulsar al grupo criminal de su localidad y se establecieron retenes para impedir que regresaran.
En la primavera de 2013, Nestora fue electa comandante de la Policía Comunitaria de Olinalá. En sus inicios pidió ayuda al gobernador de Guerrero, quien se comprometió a proporcionarles una fuerza armada, entrenamiento y algunas armas. El impacto que tuvo la Policía Comunitaria, que operaba con base en medios tradicionales de responsabilidad y control social fue asombroso: la disminución de la tasa de criminalidad en un 90% y ningún homicidio en los 10 meses en que estuvo operando. Un logro que ni remotamente ha logrado el gobierno federal en todos estos años en su lucha contra el narcotráfico.

En agosto de 2013 ocurrió una emboscada en la carretera a Olinalá, en donde murieron dos ganaderos y otro más, desapareció. Familiares de las victimas solicitaron ayuda al síndico procurador del municipio, quien los ignoró, por lo que, decidieron acudir a la Policía Comunitaria. Como dirigente de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC), Nestora detuvo al síndico procurador a quien encontró alterando pruebas de la escena del crimen y tratando de huir con una vaca propiedad de uno de los difuntos. El síndico fue trasladado a la Casa de la Justicia de El Paraíso, en Ayutla de los Libres, para que fuera juzgado conforme a la ley, o bien, conforme a las leyes de usos y costumbres de la CRAC-PC en el tribunal popular.

Cinco días después de este suceso, Nestora fue detenida por el ejército y la marina, policías federales, estatales y municipales, sin que hubiera una orden judicial en su contra. En el operativo se le informó que sería trasladada a la ciudad de Chilpancingo. El pretexto oficial de su detención fue el secuestro de unos adolescentes (a quienes arrestó porque vendían droga) y del síndico procurador. Hubo una segunda acusación por secuestro y lesiones contra otras cinco personas. Y una tercera acusación del gobierno federal por el delito de delincuencia organizada en la modalidad de secuestro. 

Parte del trabajo comunitario desarrollado por Nestora era fomentar el liderazgo de las mujeres indígenas y empoderarlas para defenderse de la violencia intrafamiliar y el abuso infantil. Como ciudadana estadounidense está considerada una defensora de los derechos humanos y de las comunidades indígenas. La Universidad Berkeley, de California, la apoyó con la contratación de un bufet de abogados para su defensoría, quién ganó la apelación contra el auto de formal prisión en marzo de 2014. La conclusión de los magistrados fue contundente: la fiscalía del estado de Guerrero no pudo acreditar que Nestora privó ilegalmente de su libertad a las personas para pedir rescate, porque ella era coordinadora de la Policía Comunitaria. Las detenciones que se hicieron estaban dentro de sus funciones como coordinadora, y las personas detenidas, siempre estuvieron dentro de las Casas de Justicia de la Policía Comunitaria.  

Los actos que se le imputaban a Nestora eran privación ilegal de la libertad de varias personas, pero esto, no puede considerarse como un delito, en tanto que la Policía Comunitaria forma parte de Sistema Estatal de Seguridad Pública y lo que se ha manejado como pago de rescate, en realidad es el pago de la fianza que se fijó de acuerdo a la gravedad del delito cometido por las personas detenidas.

Años atrás, Nestora sufrió un accidente automovilístico que dejó paralizada temporalmente del cuello hacia abajo. La terapia física le permitió recuperar casi todas sus funciones motoras, sin embargo, todavía requiere de tratamiento médico y terapia de rehabilitación. Pero ella fue trasladada a una prisión de máxima seguridad en agosto de 2013, siendo considerada por el Gobierno mexicano como un peligro para la sociedad, y desde las primeras semanas de su detención, se le mantuvo totalmente incomunicada.  Sin permitir la visita de familiares  que hicieron el largo recorrido para verla. Se le permitió hablar con su abogado, sólo después de pasada la fecha límite para la petición  de liberación durante la espera de juicio.


A pesar de que el auto de formal prisión fue revocado desde marzo de 2014, Nestora sigue encarcelada en la prisión de máxima seguridad El rincón en Tepic, Nayarit,  a varios días de viaje de Olinalá. No hay ningún sustento jurídico para privar de su libertad a Nestora, pero, ella ha cumplido año y medio, presa.

En la cárcel la mantienen completamente aislada, sin posibilidad incluso de participar en ninguno de los talleres que realizan al interior del penal.  La falta de ejercicio, atención médica, una buena alimentación y el contacto con sus familiares y amigos han deteriorado rápidamente su salud, ocasionando incluso, un problema en su riñón.  Una mujer que nunca tuvo antecedentes penales, que luchó para erradicar la violencia contra la mujer y los niños, que buscaba el bienestar de su comunidad y que se enfrentó a bandas de criminales, tratada como un criminal de alta peligrosidad.  



Las amenazas de muerte y las represalias han impedido que reciba apoyo para su liberación. De la misma forma, se ha impedido la reorganización de la Policía Comunitaria. La persecución y encarcelamiento de líderes comunitarios como Nestora y la supresión de las fuerzas policiales comunitarias, obedece a intereses políticos ambiciosos. Por un lado, la concesión a empresas extranjeras para la explotación de los recursos naturales y metales preciosos de las montañas de Guerrero. Por otro, la desintegración de la organización de los pueblos indígenas y la supresión de cualquier protesta ante los abusos e injusticias de que históricamente han sido objetos.

En una de las prisiones de máxima seguridad de este país, algún preso encarcelado injustamente, escribió un día en la pared: “En este castillo fortaleza, no se castiga el delito, sino la pobreza”.  Es la historia de los pobres, de los marginados, de los luchadores sociales, de los que tratan de erradicar la corrupción. La razón por la que Nestora sigue tras las rejas.

EL FIN



EL FIN

Ella se quedó en silencio.
No quedaban ya palabras por decir.
Desde hace algunos meses, tal vez, años.
Había estado tratando de arreglar  los conflictos.
Había buscado la forma de poder hablar y entenderse
Pero cada vez que ella iniciaba un diálogo
Él se sentía ofendido, levantaba la voz y no escuchaba

Al principio hubo lágrimas y lágrimas
 Palabras, dulces, amorosas, mágicas
La miel que unía los corazones rotos.
Reconciliaciones felices…fugaces
Y promesas, muchas, muchas promesas.
Que al paso del tiempo no se cumplieron.
Llanto,  y corazones todavía más rotos.

Después vino el enojo, el dolor, el desencanto.
Las promesas vacías, las palabras sin sentido.
Las noches torturantes de insomnio.
El deseo obsesivo e que todo fuera como antes. 
Subirse al carrusel y llegar siempre al mismo punto.
Una y otra vez, como el sol de cada amanecer.
Hasta que comprendió que no habría cambio.



Todo seguiría como siempre.
Monótono, gris, largo, casi eterno.
 Pero ella estaba harta de ese juego.
Las palabras habían sobrado siempre
Y el amor se había agotado lentamente.
Se cansó de pelear contra la necedad.
Se cansó de hablarle a la nada.

El enojo y la desilusión también se fueron.
Se hizo un vació que no podía llenarse con quejas.
La realidad pesaba demasiado.
Atrapada en el silencio, llegó la indiferencia.
Se acumularon los días y los años.
No había más que hacer, ni más que decir.
Ella simplemente, se levantó y se fue.