martes, 30 de enero de 2024

La luz siempre gana

 



LA LUZ SIEMPRE GANA

 

 



Es un día común, levantarse temprano, bañarse, desayunar e irse al trabajo. En los últimos años la inseguridad es un problema de todos los días, robos, crímenes, extorsiones, y en algunos sitios balaceras. A pesar de todo, la vida continúa, lo mejor posible, la mayoría de la gente trata de no exponerse a los riesgos, muchas personas dejaron de frecuentar lugares públicos y optaron por reunirse a convivir en sus casas, reuniones de amigos y de trabajo se realizan de este modo.

 

Quienes tienen los medios económicos evitan el transporte público, pero la mayoría de la gente no tiene opción, y el transporte público es su medio para desplazarse de un lugar a otro.

 

Lupita, ha usado siempre el transporte público, y ahora que iba al trabajo no era diferente, pero ella no era una persona común, aunque a simple vista, lo pareciera. Ese día al abordar vio que el autobús estaba casi lleno, al fondo en los asientos posteriores miró sentado a un joven que la miró con odio, no se conocían y no había motivo aparente para que él la mirara de ese modo.

 

Ella avanzó y se sentó a medio autobús del lado de la ventanilla, escuchaba muchas voces, muchas conversaciones…y también, muchos pensamientos, desde niña tenía esa habilidad. Al principio pensó que eso era normal y que todos podían hacerlo, después se dio cuenta que no, de hecho, no conocía a nadie más que pudiera hacerlo.

 

Un joven como de 30 años, sentado con otros dos, de sudadera con capucha y mochila, lo vio haciéndole un gesto de desprecio y fastidio, al tiempo que pensaba para sí mismo: pinche vieja, tenías que subir, ya no voy a poder hacer nada. En la siguiente parada ese trío se bajó del autobús.

 

Ella supo de qué se trataba, eran unos ladrones que vieron frustrados sus planes.  Escuchar los pensamientos de otros no era su única habilidad, podía escuchar a sus guías y maestros espirituales, quienes la orientaban y protegían en todo momento. Lupita era un ser de luz y no era el único, de hecho, en el planeta había ya varios, seres que con su sola presencia llevaban la luz a donde fueran. Todo lugar donde ella estuviera se iluminaba al instante, haciendo que, la oscuridad huyera al mismo tiempo. Nadie podía causarle daño, porque ella estaba siempre acompañada y protegida por seres de la más alta vibración.

 

Lupita pertenecía a esos seres de luz que ayudarían a cambiar este planeta, y los seres oscuros que se dedicaban a hacer el mal, también podían percibirlo, pero sabían de sobra que con seres de luz no podían competir, no tenían ninguna oportunidad, no desde que el planeta subió su frecuencia vibratoria. El tiempo de la oscuridad estaba llegando a su fin, aunque en muchos lugares parecía reinar el caos, el crimen, el robo y muchos delitos más, en realidad, sólo se estaba haciendo evidente lo que ya existía desde siglos atrás y era necesario que saliera a la luz para poder erradicarlo.

 

Ellos lo sabían, no tenían en donde esconderse, su única oportunidad de sobrevivir era llenar de miedo el corazón de la gente y eso hacían, crear el mayor caos posible, pero cada vez, era más difícil, la luz iba ganando terreno y donde hay luz, ellos no pueden hacer el mal. Lupita y otros seres de luz lo sabían y ella no tenía miedo, sabía que a donde fuera, estaba siempre protegida. Sabía qué con sólo invocarlo con el pensamiento, un ejército de ángeles la protegerían de todo mal y no, no era sólo una creencia, ella ya lo había experimentado en varias ocasiones.

 

Ella y otros seres de luz ya habían descubierto su poder y lo ejercían, a cada uno de sus pasos llevaban la luz por el mundo, iluminando poco a poco donde antes sólo había existido la oscuridad. Ella lo sabía, tenía que mantener su luz, como los demás que querían un buen cambio. Soy luz, soy protección, soy amor, se decía a sí misma con la mayor frecuencia y su luz crecía cada vez más.

 

A lo lejos, desde un muy antiguo planeta se podía ver, como la luz ganaba terreno, los humanos no podían verlo, de hecho, una gran mayoría pensaba que se acercaba el fin del mundo y que todas las profecías apocalípticas se cumplirían, pero no era así, la luz había llegado para quedarse, y aunque no todos los seres de luz podían verlo, sabían que era así. Esa fe que había nacido de su propia sabiduría, de su conexión con dios ya no podía romperse, ni manipularse, ellos eran los nuevos humanos, los encargados de iniciar el cambio.


 Una verdad estaba empezando a manifestarse: la luz, siempre gana.