viernes, 28 de junio de 2013

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA


LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

En un pueblo de la zona centro de México, Silvia se prepara para un viaje al estado de Chiapas. Tiene 21 años y cursa el último semestre de su carrera profesional en el Instituto Politécnico Nacional. Ella participa como voluntaria en una de las brigadas de servicio social a algunas comunidades indígenas. Un evento que el IPN realiza desde hace ya varios años en los días de la semana santa, y en los meses de julio y diciembre, (y eventualmente también en casos de emergencia por terremotos o inundaciones) en los estados de Chiapas y Guerrero. Por ciertas razones, esta actividad, en esta ocasión coincidió o se hizo coincidir con la muy publicitada Cruzada Nacional Contra el Hambre, un programa del gobierno federal.  Todos los estudiantes voluntarios (que se inscribieron con anticipación para poder participar), se reúnen para abordar el autobús que sale de la escuela a las 9:00 p.m. del domingo 14 de abril. A cada uno de los participantes le entregan una torta, una manzana y un jugo, un pequeño refrigerio para el viaje. También les otorgan una camiseta y una gorra que los identifica como brigadistas, además de $400. 00 m/n para gastos personales. Después de varias horas de carretera, finalmente a las 11:00 a.m. del día lunes llegan a la cabecera municipal desde donde los enviaran a las comunidades elegidas.

Al terminar su almuerzo, los 48 voluntarios son divididos en cuatro brigadas para cubrir diferentes destinos. Cada grupo queda conformado por un médico general, un médico homeópata, un odontólogo, dos nutriólogos, un optometrista y tres arquitectos. Además de un coordinador que, es un maestro del Instituto. El mismo autobús del IPN los lleva a los pueblos en donde prestarán sus servicios


La brigada en la que participa Silvia llega a la Agencia Municipal a las 2:00 p.m., en ese lugar los esperan los agentes municipales que les dan la bienvenida y les muestran de inmediato el lugar en donde dormirán, es precisamente en la planta alta de la misma agencia, en un salón que normalmente ocupan para algunos eventos. El sitio ha sido despejado para albergarlos. Los jóvenes se instalan con sus mochilas y aunque les pidieron llevar bolsas de dormir, algunos por no tener, llevaron cobijas con las que tuvieron frío durante la primera noche.

Después de instalarse, los jóvenes se trasladan a la parte baja en donde darán la consulta. De inmediato se organizan para limpiar el lugar, y colocar mesas y sillas. Hacen una pausa para ir a comer en una fonda que hay en el mismo pueblo y con la que las autoridades y el IPN han hecho un acuerdo para que la cocinera preparara comida para todos los brigadistas. Tras la comida continúan con la organización de los medicamentos que ellos mismos han traído. Por la experiencia de haber estado ahí otros años, saben la clase de medicamentos que se requieren: omeprazol, naproxeno, aspirina, desparasitantes, antibióticos, vitamínicos del complejo B, ácido fólico, hierro y otros medicamentos homeopáticos.


Una vez organizado todo lo necesario para la consulta del siguiente día, los jóvenes se retiran para tomar un baño y descansar. No hay agua caliente, así que a pesar del frío, tienen que bañarse con el agua tal como está. Problema que se soluciona cuando al otro día llega su coordinadora que trae entre su equipaje un calentador eléctrico, con el que por turnos calientan en una cubeta el agua para bañarse. Del mismo modo durante el segundo día de su estancia se ven obligados a comprar cobijas y a reorganizarse de tal modo que nadie pase frío.

El servicio a la población se realiza los días martes, miércoles y jueves, en un horario corrido de 9.00 a.m. a 7:00 p.m. durante el transcurso del día se turnan por parejas para ir a tomar su desayuno y comida. Sólo la cena la realizan juntos, después de haber terminado su labor.

La comunidad donde se encuentran tiene alrededor de 4000 habitantes, durante su estancia se percatan de que sólo hay una escuela secundaria y dos escuelas primarias. En el servicio de consulta puede observarse que en su mayoría acuden mujeres y niños. El procedimiento es que los pacientes soliciten el servicio al que desean acceder. El más requerido es el de optometrista, medicina general y homeopatía, y por último el de los nutriólogos. A lo largo de los tres días pueden percatarse de que el problema de salud más común es la conjuntivitis, lo cual explica que el servicio del optometrista sea el más requerido. En general es posible ver a simple vista, que el estado de salud de todos está muy deteriorado. Son claramente notorios los problemas en la piel por hongos, los cuales  propiciados por el clima cálido y húmedo, aunado a la deficiente alimentación. La estatura promedio de todos los niños en relación a la media nacional, está retrasada por dos años. Las enfermedades más comunes son: desnutrición en grados severos, parasitosis, infecciones en los ojos y la piel, colitis, gastritis y anemia.

Las mujeres dada su condición y los embarazos que han tenido (que comienzan a temprana edad), envejecen prematuramente. Es típico que las jovencitas se casen y tengan hijos apenas entran a la pubertad. Los programas de planificación familiar no son tomados en cuenta en este lugar, (en esta zona hay poblaciones con una cultura machista muy arraigada, en donde las mujeres no tienen voz, ni voto, ni participación social, menos aún la posibilidad de decidir si quieren o no tener hijos), así que las mujeres pronto se llenan de varios hijos. Durante la mayor parte de su vida, si no es que toda, presentan anemia. Aunada a su condición de extrema pobreza se ven además sometidas a la excusión de la educación más elemental, por el sólo hecho de ser mujeres. Las que alguna vez fueron a la escuela, lo más que llegaron a aprender fue a leer y escribir, y eso en el lugar en que viven no sirve de gran cosa. La mayoría contrae matrimonio a los doce o trece años, muchas de ellas son abandonadas por sus maridos con dos o tres hijos, vuelven a unirse con nuevas parejas y así se llenan de una gran cantidad de hijos a lo largo de su edad reproductiva.

Es común que los niños no terminen de cursar ni la primaria, las causas de la deserción no son sólo de género, sino principalmente, la extrema pobreza. Además la desnutrición que padecen aún antes de nacer, es decir, cuando sus madres no ingieren los alimentos requeridos para el buen desarrollo, hace que los niños tengan retardos de maduración que más tarde se reflejarán dificultades en el proceso de aprendizaje de la lectoescritura, la memoria y el sistema lógico matemático.

Silvia pesa a su pacientes, los mide, nota los retrasos en el crecimiento y los bajos índices de masa corporal, mientras hace su trabajo, les pregunta cómo es su alimentación, la respuesta es la misma en todos los casos: comen lo que pueden, tortilla, y frijol principalmente, no tienen acceso a verduras y frutas, y la carne pueden adquirirla a veces, un día a la semana en el mercado local. En estas zonas donde la tierra es tan productiva, los indígenas han sido desplazados de sus propias tierras. Muchas hectáreas de cultivo en manos de latifundistas, se utilizan para la producción del henequén, café y frutas para la exportación. Negocios millonarios de los que no se benefician los indígenas.  Los conocimientos sobre la dieta equilibrada y el plato del buen comer aquí pertenecen a los ideales inalcanzables. No hay alimentos que elegir.  Dos opciones son posibles, morir de hambre o sobrevivir con lo único que puede tenerse.

A lo largo de cada día atienden en promedio 150 personas entre todos los especialistas. El optometrista da tratamiento para las infecciones de los ojos, el odontólogo aplica, flúor y realiza algunas extracciones, los médicos atienden los distintos padecimientos y dan a sus pacientes vitaminas, pero los nutriólogos no pueden aconsejar cómo llevar una dieta sana, se limitan a sugerir la manera de combinar más eficientemente los pocos alimentos que tienen.

El día viernes los brigadistas son transportados desde las 8:00 a.m. a la cabecera municipal en donde tienen que estar presentes  para aplaudir al presidente de la república cuando haga patente su preocupación por las clases más necesitadas del país, lo cual manifiesta en un elocuente  discurso que inmediato es confrontado severamente por representantes de otros países. 

Al término del evento, los brigadistas regresan a la agencia municipal a recoger sus cosas y el mobiliario que se les prestó para realizar su trabajo, realizan su última comida, se despiden de los agentes municipales y de las personas que facilitaron su labor. Finalmente a las 5:00 p.m. inician el recorrido para volver a su punto de partida. Silvia se lleva un grato recuerdo de la gente de la comunidad, que siempre fue amable en su trato para con ellos. Al observar las grandes carencias de estas personas, ella valora más lo que tiene en casa. Pero dentro de sí también queda un gran vacío, al darse cuenta de que en el país se da prioridad a cosas que no son importantes en tanto que hay una gran pobreza y falta de educación. Como estudiante ella ha hecho su parte, pero sabe que los vitamínicos y medicamentos que otorgaron durante las consultas no solucionan nada. La desnutrición que viene de años atrás no se resuelve con una mediática Cruzada Nacional Contra el Hambre, cuyas maniobras en su primera fase sólo pretenden cubrir la quinta parte de los municipios inicialmente contemplados.

De vuelta a su casa, se reintegra a su vida cotidiana. Son sus últimos días en la escuela. Con sus compañeros están realizando los preparativos para su ceremonia de clausura. Ella realiza un recorrido de dos horas y media en el transporte público hasta el IPN. En uno de esos días del mes de junio ella escucha las noticias en la radio del autobús. La locutora del programa comenta el último de los escándalos del país. A la empresa de la televisora más poderosa y rica del país le fue condonada una deuda de impuestos por seis mil millones. A los cuestionamientos que la locutora hace a los implicados en esta decisión, no hay respuestas claras. Alguien menciona que la iniciativa de ley que permite evitar el pago de impuestos a la televisora fue aprobada en la cámara de diputados, pero hay un absoluto silencio sobre quién la propuso. Lo cierto es que tal iniciativa fue aprobada por mayoría. Alguien menciona que fue una propuesta que se hizo por orden del poder ejecutivo como pago a la campaña presidencial que la televisora le hizo en su momento. Verdadero o falso nadie estará dispuesto a confirmarlo.

El país ideal de los más ricos y poderosos. Leyes que permiten enriquecerse más y evadir impuestos a uno de los hombres más ricos del mundo, mientras en la sierra, comunidades enteras carecen de los derechos humanos más elementales como la educación, salud y alimentación. Las acciones del ejecutivo son claras y precisas en su fines, leyes favorables a los ricos, y para los pueblos de indígenas marginados; elocuentes discursos y una Cruzada Nacional Contra el Hambre y apoyo a través de sus instituciones de educación pública y del trabajo voluntariado de sus estudiantes.   

LOS ARBOLES-ESQUELETO




LOS ARBOLES-ESQUELETO

Es media noche, la oscuridad como una capa negra envuelve a todas las criaturas de la selva. Los caminos transitados durante el día, de pronto se han vuelto amenazantes, los peligros acechan en los pequeños recodos, atrás de los gruesos troncos de los árboles, y en las profundas cañadas a la orilla del camino. Todo ser vivo avisado por su instinto se esconde en lo más profundo de su guarida. Un silencio sepulcral despierta mi instinto de alerta. Una voz que viene de no sé donde, me da la certeza de que estoy en peligro y sin embargo no huyo ni me escondo, la misma voz me dice que debo continuar mi camino.

Ahora reconozco claramente el lugar en donde estoy, he estado en el cientos de veces, desde que era niña, sé que este es el mismo lugar de hoy en la tarde, pero en esta noche oscura es distinto. Los frondosos árboles se han transformado en siluetas fantasmales. Cobran vida y dirigen sus ramas amenazantes hacia mí, pero no pueden perseguirme, se limitan a tratar de asustarme con sus movimientos violentos y agudos susurros.  Lo logran, siento en mi cuerpo el viento helado que se bate en sus ramas famélicas y desprovistas de hojas. Se yerguen tambaleantes, como esqueletos antiguos a punto de derrumbarse.

Avanzo entre ellos, con el corazón a punto de estallar con sus fuertes y acelerados latidos. Sus ramas desesperadas se estiran como unas manos ansiosas tratando de atraparme. Una fuerza invisible las detiene y ellas se rebelan en contorsiones furiosas. Escucho palabras que parecen ser maldiciones en un idioma que no entiendo, pero cuya vibración hace que un escalofrío me recorra de arriba hacia abajo  y de abajo hacia arriba, una vez y otra, en un tiempo que parece sin fin. Palabras que rebotan con ecos lejanos y que parecen dispuestos a prolongarse por una eternidad. Una esfera transparente de luz clara me envuelve,  cuando las ramas tratan de atravesarla, un dolor agudo les hace encogerse.

Sigo avanzando por el campo de los arboles esqueleto y cuando salgo, llego a un lugar seguro, donde la vegetación tiene vida y un suave calor me envuelve. Alguien me espera para ayudarme a sortear los peligros. Dos enormes perros negros me salen al paso y tratan de atacarme, su mirada está llena de odio y sus babeantes hocicos muestran sus filosos y agudos dientes. Su furia y sus gruñidos aumentan ante mi cercanía. No comprendo su furia, parecen odiarme desde siempre. Han estado esperándome para emboscarme. Al percatarse de que no pueden dañarme, sus ojos brillan con mayor furia y parecen a punto de desorbitarse. Una voz firme y serena me dice que no hay nada que temer. A cada paso mío los animales retroceden para no tocar la esfera de luz. Tratan de rodearme buscando un punto débil por donde alcanzarme. La voz me anima a continuar.


Entonces  las veo a ellas, son dos mujeres, son ellas las que tratan de dañarme. Ahora me doy cuenta que tiene mucho tiempo que han estado tratando de hacerlo. Se han valido de hechizos para causarme daño. Ahora me miran furiosas e impotentes, ninguno de sus maleficios puede funcionarles. Esta esfera de luz que me envuelve es impenetrable para ellas, se dan cuenta de ello. Su maldad no puede alcanzarme, el odio y la envidia crece dentro de ellas, como una oscuridad densa que las va devorando poco a poco, sus rasgos humanos van desdibujándose rápidamente hasta disolverse en la más densa de las oscuridades.

Es un nuevo día, camino por la calle, el cielo está especialmente hermoso, de un azul limpio e intenso. Los árboles están estrenando su follaje, destellos de luz, como brillantes estrellas se reflejan en sus hojas tiernas. Las golondrinas celebran la vida con su revoloteo y su trinar estridente. Y las encuentro nuevamente, a esas dos mujeres, las de la noche anterior. Sé perfectamente que no fue un sueño. Al pasar a mi lado, simulan una sonrisa amable en tanto me saludan. Les devuelvo el saludo mirándolas a los ojos directamente. No les tengo miedo, ahora sé a lo que se dedican en la oscuridad de la media noche. Puedo ver dentro de ellas que no desistirán de su propósito, pero yo, simplemente, estoy fuera de su alcance.  

ROSAURA




ROSAURA


Es una joven de 19 años, de estatura pequeña, su cara risueña parece la de una niña. Morena de pelo largo, negro, abundante, y enormes y vivaces ojos. Antes del amanecer se va con su hermana al mercado, ellas dos se dedican a vender nopales casa por casa. Compran a precio de mayoreo a sus proveedores todos los días. Después ella y su hermana llenan bolsas de diez y cinco piezas cada una, y recorren las calles para ofrecer casa por casa su mercadería. Cada una por un lado de la ciudad, para cuando el sol llega a lo más alto del cielo, y han terminado su venta, vuelven a casa contentas.

Apenas degustan la comida que su madre les ha preparado, y las dos se arreglan para su trabajo en una fábrica, consiguieron un empleo como obreras, sus manos pequeñas y diestras son ágiles y rápidas en el empaque de bolsas. No perciben un gran sueldo, pero viven cerca de la fábrica y eso les evita el pago de pasajes en su traslado de todos los días. A la hora de la salida su padre va a recogerlas, juntos caminan de regreso a su hogar. Trabajan duramente, tienen una vida sencilla, no están acostumbradas a las diversiones de las chicas de la ciudad. Ellas vienen de la sierra. Sus padres se las llevaron de su pueblo natal, cuando tenían apenas cuatro y seis años de edad.

Su padre es un hombre humilde, que trabaja de peón de albañil. Con el dinero que entre todos han logrado reunir se compran un lote en las afueras de la ciudad, en un barrio  donde la mayoría de la gente es como ellos, emigrantes de otros estados. Casas improvisadas con una gran variedad de materiales baratos son levantadas en pocos días. La mayoría son casas de cartón de una sola habitación, en donde se acomoda toda la familia en pequeños catres. Una estufa de dos parillas es suficiente para preparar la comida. Están acostumbrados a comer apenas los necesario, no precisan de grandes platillos, algún día entre semana compran carne, una pieza de pollo para cada quien nada más.

En la fábrica Rosaura conoce a Miguel, un joven que hace poco llegó de otro estado. Conversan a la hora del descanso y a Rosaura él le parece una persona agradable. En poco tiempo se hacen novios y al medio año deciden casarse. Con el apoyo de las dos familias hacen una fiesta: misa, matrimonio civil, comida, baile, a la que acuden parientes y amigos. Después se van a vivir a un cuarto que rentaron en la misma colonia.

La vida matrimonial es muy distinta de lo que Rosaura esperaba, durante el noviazgo Miguel la trataba con amabilidad, ahora la considera de su propiedad y su trato es rudo y autoritario. Rosaura tiene que obedecer a su marido en todo. Lo que ella piense, quiera o diga, no importa. La única opinión que cuenta es la de él. Desde que se casarón ella dejó de trabajar, pues la costumbre es que el marido mantenga a la esposa. Rosaura  no está de acuerdo con esta nueva vida que tiene, pero pensando que así puede evitar problemas con su esposo, se queda a atender su casa. Poco a poco ella renuncia a pedir o decir nada. Teme enfadar a su esposo. Está convencida de que si lo obedece él no tendrá motivo para estar enojado con ella y podrán llevarse bien. Pero pronto se da cuenta que es imposible complacerlo.

A los cuatro meses de matrimonio comprueba que está embarazada. Ella está contenta, siempre le han gustado los niños y espera con ilusión a su hijo. Por ser la mayor ayudó a su madre en la crianza de sus hermanos pequeños. A su esposo le da gusto también, pero como la mayoría de los hombres espera que su hijo sea un varón. Al saber la noticia se va a celebrar con sus amigos en la cantina. Para él nada ha cambiado, sigue esperando que su esposa se haga cargo de todas las tareas domésticas. Ni piensa tampoco en llevarla al médico para hacerle un chequeo. En su pueblo simplemente no se acostumbraba eso. Ni siquiera había un médico, menos aún una clínica. Las mujeres no recibían ningún trato especial o diferente por su estado. Hacían los mismos trabajos que las demás y llegado el tiempo tenían sus hijos con ayuda de alguna partera.

Cada día que pasa, el cuerpo de Rosaura se abulta más, ella no se queja del trabajo, es muy fuerte y sana. Pero a medida que su bebé crece, ella tiene más apetito y el dinero que le da su marido a veces no le es suficiente para comprarse lo necesario, menos para algún antojo.

Un fin de semana su esposo llegó del trabajo más temprano, como muchas otras veces, se salió a la calle por la  tarde, a jugar póker con sus amigos. Apuesta dinero con  frecuencia. A veces llega a casa borracho, sin dinero y muy noche. Rosaura se duerme y no le dice nada, pero a medida que el vicio de las apuestas de su marido crece, recibe menos dinero. Un domingo él estaba durmiendo hasta ya casi el medio día, ella tenía hambre, pero por miedo a interrumpir su sueño y provocar su enojo, decidió a tomar la cartera de su marido y agarrar un poco de dinero para comprar carne de pollo. Se fue al mercado a comprar lo necesario, de regreso preparó la comida. Más tarde su esposo despertó y se dio cuenta que no tenía su cartera. Ella le dijo que le había agarrado dinero para la comida y le entregó el dinero que le había quedado.

Miguel se levantó enfurecido, comenzó a insultarla y a golpearla al tiempo que le decía que no tenía ningún derecho de agarrar su dinero y que ninguna mujer iba a andar vaciándole la cartera. Ella se acurrucó en el piso, con las manos sobre su vientre para proteger a su hijo, le pide perdón a su esposo, diciéndole que no quiso desobedecerlo, sólo quería comer. De nada valieron sus argumentos, él comenzó a golpearla salvajemente. Cuando él deja de golpearla ella aprovecha para salir corriendo hacia la casa de sus padres. Ellos la reciben y le ofrecen su ayuda, decide quedarse, pero al siguiente día viene Miguel arrepentido le pide que vuelva con él. Palabras dulces y promesas de cambiar la convencen de volver. Por algunos días, él es amable con ella, pero sus intenciones de cambio se desvanecen con cualquiera pequeña cosa que amenace su autoridad ante su mujer. Las peleas se repiten una y otra vez, por las cosas más triviales, Rosaura comprende pronto que ante la reacción violenta de su esposo, nada puede hacer.

Se va de la casa llevándose solamente las cosas que trajo consigo cuando se casó. Mientras se prepara para irse se da cuenta de que en realidad de su esposo nunca recibió nada, a pesar de haberse dedicado a atenderlo, él no le compró zapatos, ni ropa, ni le daba dinero para ella. Regresa con sus padres en donde nunca sufrió maltrato como el que le daba su marido, ni vio jamás a su padre golpear a su madre.

Con el apoyo de toda su familia, pasa los últimos meses de embarazo y después de tener a su hijo y recuperarse del parto, vuelve a su antiguo trabajo. Se divorcia y se propone sacar adelante a su hijo a quien registra sólo con los apellidos de ella. No está dispuesta a pelear la pensión alimenticia que le corresponde, sabe que muchos hombres evaden su responsabilidad fácilmente y la ley no es firme para obligarlos.  Su reciente experiencia matrimonial le ha dejado un sabor amargo, lo único que quiere es evitarse problemas con su ex marido. Ahora está convencida de que es mejor vivir sola y no espera volver a casarse nunca.