miércoles, 30 de julio de 2014

¡VIVA MÉXICO¡





MEXICAN FANTASY


En el año de 1930, el cineasta Sergei Eisenstein visita México e impresionado por la cultura, el sincretismo y el arte presente en la vida diaria y las traiciones de los mexicanos, decide hacer el histórico film Mexican Fantasy,  titulado en español ¡Viva México¡

Sin diálogos ni textos, el autor muestra el pasado y el presente del país. Las imágenes hablan mucho más que lo que las palabras podrían decir. Desde el arte precolombino, el México colonial, el México trágico y doloroso de la dictadura de Porfirio Díaz, la irrupción de la revolución y la participación fundamental de las soldaderas, hasta el México de la década de los treintas que encuentra una poderosa proyección cultural en los murales de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y en las pinturas del doctor Atl, y Frida Kahlo.

Un viaje del México mágico a través del bordado por manos indígenas en telares. Los plantíos bananeros regados por el sudor del hombre. La travesía en canoas por los espesos manglares. O los extensos cultivos de agaves para la elaboración de conocido tequila.

Los enormes magueyes de donde se extrae el pulque y aguamiel, bebidas populares en lugares de clima frío. Las mujeres istmeñas que sin falsos pudores andan con el torso desnudo y descansan en sus hamacas en las zonas tropicales y calurosas.

La música de la marimba presente en los festejos populares. El retumbar de los tambores e instrumentos musicales antiguos como el teponaztle, hecho de una madera especial. La música regional con violines y las danzas en donde los bailarines aparecen luciendo vistosos sombreros decorados con enormes plumas y bordados con brillantes lentejuelas.

Las impresionantes iglesias construidas con el trabajo esclavo de los nativos. Sus hermosas y enormes fachadas y arcos decorados con elaborados figuras artísticas tejidas con flores y que lucen durante el  día de la celebración del santo de la iglesia.

Durante la semana santa la representación del calvario y muerte de Cristo, en donde un hombre lleva sobre la espalda y hombros un espinoso cactus en el que están ataos y extendidos sus brazos. O las mandas en donde los devotos motivados por su fe caminan en cuclillas hasta llegar a algún santuario.

Las fiestas patronales con sus enormes castillos pirotécnicos, en los que figuras brillantes y de colores se consumen rápidamente.  Los toritos llenos de buscapiés que son desafiados temerariamente por los hombres. El espectáculo de los toros de lidia, una costumbre traída de España.

Los revolucionarios librando sus batallas en los enormes plantíos de magueyes.

Escenas violentas y crueles de la forma en que eran castigados hasta la muerte, los campesinos esclavizados que durante el porfiriato estuvieron recluidos en Valle Nacional y que se atrevían a intentar escapar.

Los pintorescos canales del lago de Xochimilco con sus decoradas trajineras en donde los visitantes pueden pasearse acompañados por la grata música de los mariachis.

El paradójico culto y burla  a la muerte, a través de elaboradas y abundantes ofrendas de comida y flores. Las calaveras de dulce que terminan en los estómagos de los niños. Las máscaras de muerto y los disfraces de esqueletos con que se realizan los bailes.

Este film es un recorrido por el México en donde el arte, la danza, la música está llena de significados que condensan la historia, el dolor, la lucha y la capacidad de una nación de sobreponerse y burlarse de la adversidad misma.



CINTHIA




CINTHIA


Cinthia tiene doce años, como la mayoría de las niñas indígenas es morena y bajita. En la escuela apenas está cursando el primer año de primaria, por supuesto es la alumna mayor de su grupo. Sus compañeros de clase no quieren jugar con ella, la consideran demasiado grande y ella tampoco se siente a gusto. Su situación es especial no sólo por su edad, sino porque además es oyente, es decir, va a la clase y realiza las tareas que le piden, pero no está formalmente inscrita en la escuela.

En el pueblo donde Cinthia vive todos los niños son una fuerza de trabajo valiosa e indispensable para sus padres. Ellos son los que se encargan de la cría y cuidado de los borregos, animales necesarios en la economía familiar. De ahí obtienen la lana que utilizan para la elaboración de abrigos, sarapes y tapetes en telares. Productos artesanales que se ven obligados a vender a muy bajo costo a intermediarios, que son quienes obtienen las mayores ganancias.

Cinthia y otros niños desde muy pequeños son los encargados de llevar a pastar las manadas de borregos a los cerros. Ahí permanecen desde el amanecer hasta que anochece. Sólo entonces regresan a sus casas a comer y dormir, para al día siguiente hacer la misma tarea. Así pueden pasar los primeros años de algunos de estos niños, cuidando borregos y sin poder ir a la escuela.

Así fueron los primeros años de Cinthia, pero además sucede que la causa por la que no está inscrita en la escuela, es porque aún no tiene su acta de nacimiento, documento necesario para ese trámite. Sus padres apenas ganan lo indispensable para sobrevivir cada día. A veces, ni siquiera el salario mínimo, que dependiendo de qué estado de la república se trate está entre cincuenta y dos pesos, y, sesenta pesos mexicanos. El precio por el trámite de registro de un niño también varía entre  un estado y otro, siendo que en algunos lados cuesta quinientos pesos. Una cantidad que resulta incosteable para alguien que a veces no percibe ni el salario mínimo, porque representa entre ocho y diez días de trabajo.

No se puede prescindir de uno sólo de los salarios de sesenta pesos, en el mejor de los casos, cuando es lo que permite la sobrevivencia. Un kilo de tortillas cuesta catorce pesos, el resto puede permitir comprar, chiles, sal, tomates o frijoles y nada más. Un kilo de carne es impensable, porque lo mínimo que cuesta son ochenta pesos y las frutas y verduras tampoco están al alcance. 

Cinthia es una de muchas niñas cuyos padres no han tenido la posibilidad económica para registrarla oficialmente. Al no tener su acta de nacimiento se ve privada de los otros derechos que como ciudadana mexicana podría tener, como es la educación básica. En el mes de octubre los alumnos recibieron su paquete escolar básico, dos cuadernos, dos lápices, dos sacapuntas, una caja de colores de madera, dos gomas, una botella de resistol blanco (que está tan aguado que no sirve para pegar nada), materiales todos de la peor calidad que se puede encontrar en el mercado. Pero ni siquiera esto pudo recibir Cinthia porque oficialmente no es alumna de la escuela. Su maestra le pide a la directora que solicite los útiles para la niña, pero su petición no es escuchada. Pasan los meses y al no tener respuesta la maestra solicita los útiles para su alumna al supervisor de zona, finalmente tres meses antes de concluir el año escolar, en el mes de marzo, Cinthia recibe sus útiles.

Dentro de su familia, Cinthia es la única niña, tiene otros hermanos varones, quienes a pesar de ser menores sí están registrados. Es común que estas familias den prioridad a las necesidades de los hombres. Al igual que ella, sus hermanos tienen que apoyar en la economía familiar, yendo al campo a sembrar flores cuando  así se requiere, son esos los días en que dejan de asistir a clases. Y tampoco van a la escuela, cuando en su casa no tienen nada para comer, el hambre no les permite concentrarse en las lecciones que tienen que aprender. Esa es la “opción” del estrato social más pobre del país, dejar de estudiar, para cubrir una necesidad que es mucho más urgente: procurarse por lo menos un alimento al día.

Qué lejos está esta situación de la manera en que los diputados resuelven sus problemas de salario, ellos simplemente se reúnen, aprueban para sí mismos un aumento salarial, que nunca será de unos cuantos pesos, sino de miles y se olvidan para siempre del hambre de los pobres, un hambre que ellos nunca han sentido en sus estómagos.

Mientras las filas de los pobres aumentan, lo mismo que el hambre y los niños sin nombre. Los que no pueden  reclamar ningún derecho, porque simplemente no existen. No mancharan jamás las cifras manipuladas de los millones de mexicanos beneficiados por la Cruzada Nacional Contra el Hambre, ellos son el mayor silencio en el silencio, son la nada. Para ellos el gobierno no ha destinado un sólo centavo, ¿cómo puede combatirse una pobreza de alguien que no existe?, ¿cómo pueden contarse entre los analfabetas de este país?, ¿quién reclamará por ellos si son vendidos o esclavizados? Habiendo nacido en suelo mexicano, y de padres mexicanos, carecen de todos los derechos que constitucionalmente se supone deberían tener, por el sólo hecho de haber nacido en esta tierra.

LA IGLESIA DEL CRISTO RENOVADO




LA IGLESIA DEL CRISTO RENOVADO


Desde tiempos inmemoriales, en distintos puntos del planeta ocurren fenómenos extraordinarios. A veces por ejemplo, llueven peces o ranas del cielo, crecen rosas en el desierto, o cae lluvia roja por varios días. Sucesos que sólo pueden ser explicados través de la mano de Dios, pues tiene infinitas maneras de llegar hasta el corazón del hombre, no solamente por medio de las religiones.

Hay situaciones inexplicables sobre personas que sobreviven a accidentes mortales o a enfermedades que se consideran incurables, que superan toda clase de situaciones mortales y adversas. Niños sanos que nacen en condiciones casi imposibles. Muchas veces, Dios manda seres de luz a curar enfermos, o envía seres mágicos para que guíen fuera de todo peligro a personas que requieren de su protección por tener una misión especial que realizar en su vida.

Desde hace miles de años existe en la zona centro sur de México un lugar en donde la gente, ha mantenido su fe en el creador por siempre.  En aquél lugar han vivido hombres y mujeres pacíficos y trabajadores, que con gran devoción y constancia han demostrado su gratitud al creador. Tradicionalmente, sin dejar de hacerlo una sola vez, han celebrado una gran fiesta anual, llenando de flores y veladoras el altar de la iglesia. Ningún hombre se negaba a participar, contribuyendo cada uno con lo que más podía en dinero para pagar todos los gastos.

Aparte del santo San Andrés que está ubicado en su iglesia principal tenían un enorme cristo de madera que una familia del pueblo había donado. Estaba en una habitación de troncos y tejas, y los mayordomos se dedicaban a su cuidado. Era la segunda mitad del S. XIX  cuando un día al estar haciendo la limpieza, uno de ellos notó que empezaba a salir polilla del cristo. De inmediato convocó a sus compañeros para darles aviso. Entre todos acordaron ir a la ciudad a buscar un restaurador para que viniera a repararlo lo antes posible. A dos hombres se les encomendó el trabajo.

Muy temprano al día siguiente, los dos hombres montados en su caballo se dirigieron a la ciudad, y cruzando el camino del texcal, llegaron antes del mediodía. Preguntando aquí y allá, encontraron a la persona que buscaban. Hablaron con él, explicando la situación, y convinieron que en una semana, el restaurador iría al pueblo a ver si podía reparar el cristo. Le dieron señas precisas para encontrar el camino al pueblo y se despidieron.

Una semana después llegó el restaurador al pueblo, y se dirigió a la casa de uno de los hombres que fueron a la ciudad. De inmediato fue recibido e invitado a compartir el almuerzo familiar, después fue  llevado a un costado de la iglesia que era el lugar en que se encontraba el cristo. El señor le dijo que revisara el cristo, en tanto él iba por sus compañeros, para que delante de todos dijera cuánto les iba a costar la compostura y entre todos se cooperaran para pagar los gastos.

Cuando el hombre llegó con sus compañeros, el restaurador los estaba esperando fuera de la habitación. De inmediato lo saludaron y le preguntaron si ya sabía cuánto les costaría la reparación. Entonces él les dijo que no podía repararlo. Los señores se sintieron tristes pensando que el cristo ya no tenía remedio. Pero entonces él aclaró que no iba a tocarlo, porque el cristo se estaba renovando a sí mismo. Les dijo que fueran con él a mirarlo con sus propios ojos. Entonces, ellos entraron a la habitación y miraron que una luz iluminaba todo el cristo.

Asombrados, contemplaron el milagro. Agradecieron al restaurador por haber ido a su pueblo, y entre todos cooperaron para pagarle por haber realizado el viaje.

Los habitantes de ese pueblo se sintieron agradecidos de la manifestación del poder de Dios, y fue entonces que decidieron construir una iglesia que fuera para ese cristo milagroso. Todos estuvieron dispuestos a colaborar con dinero y trabajo. Y comenzaron la construcción justo en frente de la iglesia que ya existía.

Y en ese pueblo, ahora se pueden mirar dos iglesias imponentes, la una frente de la otra. La más antigua pertenece al santo por el que lleva el nombre el pueblo. Y la más reciente, del S. XIX, es la que fue construida para el cristo que se renovó a sí mismo. Un cristo que jamás ha sido restaurado por ninguna mano humana y que a pesar del tiempo, se encuentra en tan perfectas condiciones, como si fuera nuevo. Para ambas iglesias se celebran grandes fiestas. Los pobladores hacen sus ofrendas y sus peticiones con la total convicción de que siempre serán escuchados por su creador.

Muchos visitantes vienen y van, ellos son testigos de la generosidad y devoción de los pobladores. Y la primer pregunta que se hacen al mirarse parados en medio las dos majestuosas construcciones es: ¿por qué dos iglesias? No todos reciben la respuesta,  porque muchos desconocen la historia. Disfrutan de la comida y de la fiesta sin saber que se encuentran ante uno de los cristos más milagrosos.  


DON EUSTAQUIO




DON EUSTAQUIO


Don Eustaquio es un campesino de 50 años, la mayor parte de su vida ha trabajado en la parcela que heredó de su padre. Un hombre moreno, regordete y de gustos sencillos. Todas sus actividades están vinculadas al cultivo del maíz. Su trabajo es de los menos remunerados. La producción que obtiene anualmente muchas veces no es superior a lo que invierte en todo el proceso de cultivo. Desde hace 15 años es de los campesinos que viaja a Canadá trabajar por 6 meses en el cultivo de verduras en invernaderos. Ese es el trabajo que realmente le ha permitido sacar adelante a su familia.

Su casa es pequeña y modesta hecha de adobe que él mismo hizo. La construcción se ha realizado en pequeñas partes cada año. Su techo es de tejas de barro, las trabes que lo sostienen son troncos de árbol cortados en la selva. Maderas duras y muy resistentes que pueden perdurar muchos años. Dentro de su único cuarto, se encuentra almacenado el producto de su cosecha, maíz, hoja para tamales, olote (tronco de la mazorca) que su esposa utiliza para encender y mantener el fuego en donde cocina y hace tortillas. En un reducido espacio está su cama, un ropero en donde guardan sus modestas ropas, y un pequeño altar en donde están los santos más venerados: Jesucristo, la Virgen María, el patrón de su pueblo y San Judas Tadeo.

En frente de su cuarto hay un pequeño corredor (construcción con una puerta muy amplia y dos ventanales sin vidrios, apenas cubiertos por unas cortinas de plástico) en donde tiene muchas de sus herramientas de labranza y algunas camas en donde duermen sus hijos. Don Eustaquio y su esposa doña Lupe provienen de familias muy humildes y religiosas. Y siguiendo lo que creen que es la voluntad de Dios, se han negado a utilizar cualquier método de control natal, aún y cuando doña Lupe ha tenido un gran deterioro en su salud desde que tuvo al quinto de sus hijos. Actualmente tiene nueve hijos en total y desde el sexto sus embarazos han sido de alto riesgo, pero eso no es excusa para no seguir teniendo todos los hijos que Dios le dé.

Normalmente doña Lupe no acude a ningún médico para llevar a cabo un control prenatal. No lo hizo con sus primeros hijos que nacieron cuando aún no había Centro de Salud en el pueblo, así que debido a que nunca tuvo ningún problema, da por sentado que tampoco lo tendrá ahora. La única ocasión en que pisa el hospital es en el momento que da a luz. Después de cada parto ella vuelve a su mismo trabajo de siempre; las labores de la casa y ayuda a su esposo con el trabajo del campo. Su bebé recién nacido está bajo su cuidado y de sus hijas mayores que también participan de todo un trabajo familiar.

Desde hace varios días don Eustaquio ha tenido pesadillas en la noche. Muchas veces su esposa lo escucha quejarse y moverse muy inquieto mientras duerme, entonces con mucho cuidado lo despierta, tiene miedo de causarle daño. Le habla suavemente y entonces él despierta. Todo asustado, sudoroso y agitado, pero no recuerda que ha soñado, sólo sabe que era algo horrible. Se tranquiliza, toma un poco de agua y después de un rato vuelve a dormirse. A veces la pesadilla vuelve y entonces su esposa lo despierta otra vez.

Como todos los años, don Eustaquio sigue construyendo un poco de su casa, para esta ocasión tuvo que remover un cercado en donde pretende poner una barda de piedra y cemento. Por años esa barda ha estado así. Al remover la tierra encontró algunos pedazos de barro, sin duda restos de lo que alguna vez fueron ollas o platos, por su grosor puede reconocerse que son muy antiguos. Hay algunas cuentas pequeñas de piedras de colores que están perforadas y alguna vez debieron formar parte de un collar. Recoge algunas cosas y los pedazos sin forma, los vuelve a dejar enterrados en el mismo lugar y sigue con su trabajo. 

Como todas las noches se va a dormir muy cansado. Durante la noche vuelven las pesadillas. Esta vez se despierta solo, con la respiración agitada y el cuerpo sudoroso. Ahora puede recordar su sueño. En realidad no era un sueño, según dice, el malo vino a hablarle. Le dijo que  en el cercado que removió durante el día, muy cerca de donde encontró algunos objetos, pero un poco más abajo, se encuentra una olla llena de oro. Tiene siglos enterrada ahí, un tesoro con cuyo valor él no tendría que trabajar nunca más y podría hacerse una casa grande y bonita. El diablo está dispuesto a dárselo todo a cambio de una sola cosa: la vida de uno de sus hijos.

Don Eustaquio es pobre y toda su vida ha estado llena de carencias y aún con el trabajo de toda su familia, a sus hijos ha podido brindarles apenas lo indispensable. Pero todo el oro del mundo, dice, no vale la vida de ninguno de ellos.  Platica a su esposa e hijos acerca de su sueño. Todos coinciden con él. Por la mañana rocían agua bendita en la barda y en la casa, con la intención de que el malo nunca más se aparezca por ahí. Continúan con su barda y se olvidan de cualquier oro que pudiera estar enterrado en las profundidades de esa tierra.