jueves, 30 de enero de 2014

CARTA A MIS LECTORES




CARTA A MIS LECTORES   II



Henos nuevamente aquí, un año más ha concluido. Durante este tiempo he recibido muchos más comentarios de los que podía haber esperado y desde los lugares más remotos a pesar de que parece que no pueden escribirlos directamente en el blog, muchos de ellos me son reenviados, incluidos comentarios que se dan en el facebook o twitter.


Ha sido un año en que si bien a veces parecía que se me habían agotado las ideas para escribir, cuando se llegaba la última semana de cada mes, mi parte creadora entraba en acción, escribiendo rápidamente lo que no había hecho en todos los días previos. Aún con los inconvenientes que la vida me presenta, siempre he podido cumplir mi meta en cuanto lo que me propuse escribir cada mes.  A principios de año pasado  no pude publicar porque mi computadora colapsó sin remedio, igual ha sucedido en esta ocasión en que por mes y medio me he quedado sin mi herramienta de trabajo vital.


En esos días, enfocada a conseguir el dinero para una nueva computadora no tuve la oportunidad de escribir. Sí ya sé que algunos dirán que se puede escribir a mano, y yo también puedo escribir a mano, pero no el tipo de textos que tengo en mi blog. Para ellos necesito atrapar las ideas rápidamente y después irlas estructurando, lo cual sólo puedo hacer en la privacidad y tranquilidad de mi casa y con la ayuda que me permite la computadora.


Dar rienda suelta a mi parte creadora se ha vuelto una necesidad que durante esos días vi completamente frustrada.  Las súplicas desesperadas, pidiéndome seguir escribiendo me divierten, quizás, porque es la misma desesperación que siento yo por no poder escribir. Escribo por el gusto de escribir. Pero ser una escritora que no recibe un peso por lo que escribe, tiene sus inconvenientes. El tiempo que puedo dedicar a esta actividad es muy poco. Y quizás por ello, mi satisfacción cuando leo los comentarios de mis lectores es mayor. Gente de todas las edades, desde especialistas de la literatura, del arte, de la música, de los medios de comunicación, antropólogos, historiadores e incluso personas que se declaran no aficionados a la lectura, pero que una vez entran el blog, no pueden dejar de seguirlo.

Algunas colegas escritoras han encontrado en mi blog una motivación para atreverse a publicar sus propios textos. Hay quienes me comparten no haberlo hecho por falta de dinero. Hay quienes dicen que el mundo se mueve con dinero. Puede ser, todo depende del mundo que quiera moverse. Pero yo he descubierto que hay un mundo que puede moverse a través de la escritura de palabras.


Algunas personas todavía creen que los relatos sobre gente indígena son exagerados o fuera de época, a mí me haría muy feliz que eso fuera verdad. Pero sólo describo lo que otros no pueden ver con sus propios ojos. Organizaciones internacionales que han trabajado con comunidades marginadas en México, pueden dar fe de ello, del mismo modo que lo hace una lectora de quién les compartiré sus palabras textuales en face book: “a mi me gustó el reportaje sobre la megamentira que es la falsérrima Cruzada vs el Hambre. Nada que ver con la realidad. Yo estuve como Atenea en un pueblito cercano de Coatza, en Veracruz y no fuimos a ninguna comunidad asegún porque no había condiciones. Pero eso sí nos llevaron en camionetas de lujo de SEDESOL al cierre de actividades en ese estado. Un asco. Dales duro atenea”


Por lo demás, tampoco pretendo convencer a nadie de nada. Mi único objetivo es compartir lo que veo, oigo, siento e imagino. Cuando mis lectores me escriben que algún texto mío los hizo reír, llorar, sufrir, entristecerse, enojarse, indignarse,  incluso perder el sueño o simplemente pasar un buen rato con familiares y amigos, entonces sé, que estamos en el mismo canal.


Al lector que me pregunta de dónde saco los textos que publico en este blog, le aclaro que no los saco de ningún lado más que de mi mente. Todos son creación mía y este es el primer lugar en que se han publicado. Soy una lectora, escritora, madre, estudiante vitalicia, subempleada y mis múltiples responsabilidades, aunadas a las presiones económicas y de tiempo sin duda pueden influir en que algunos textos estén mejor logrados que otros. No tengo la posibilidad de dedicar demasiado tiempo a escribir, cuando mucho dos horas al día, aunque no todos los días. No obstante creo que cada uno de los textos es lo suficientemente bueno para compartirlo.


 En general, todos los textos son escritos durante el mes en que los subo al blog, a veces incluso, muy pocos días antes, sobre todo cuando problemas de salud míos trastocan el orden de mi vida. Pese a los inconvenientes que puedan retrasarme en publicar, seguiré escribiendo.


Un saludo a todos los lectores que han tenido la atención de escribirme sus comentarios y que constantemente están pendientes de lo que público: Perú, Chile, Colombia, Argentina, España, Grecia, Ucrania, E. U., Haití, Holanda, Suiza, Islas Azores, El Salvador, Uruguay y por supuesto todos los estados de México. 



Agradezco a mi creador la posibilidad de tejer redes  de  palabras.

 Agradezco las  palabras que animan mi espíritu.

 Agradezco a mi espíritu la capacidad de ver, sentir, oír e imaginar.

 Agradezco a la vida la oportunidad de estar aquí.


Atenea del bosque

CAMINATA NOCTURNA




CAMINATA NOCTURNA

Los primeros días de mayo son los más calurosos, incluso el viento se siente como una ráfaga caliente que en lugar de refrescar abochorna más. Durante el día los rayos de sol caen despiadados sobre los techos de las casas sobrecalentando el interior. Para cuando llega la hora del reposo nocturno, descansar sobre la cama es imposible. Cinco minutos recostada son suficientes para sudar copiosamente. Las sales eliminadas de manera natural por el cuerpo, irritan la piel del cuello y de la cara. Una molesta picazón me hace levantarme continuamente a limpiarme y refrescarme pasando una toalla húmeda en dichas partes. Muchas veces no es suficiente, se hace necesario entrar al baño a ducharme. Así, escurriendo de agua, para mantenerme fresca el mayor tiempo posible vuelvo a la cama a tratar de dormir. Mi cabello largo y abundante me mantiene fresca el tiempo suficiente para conciliar el sueño  y lograr un reposo de por los menos dos horas antes de despertarme nuevamente empapada de sudor.

Así son las noches de mayo previas a las primeras lluvias de la temporada. Calurosas, sofocantes, de sueño interrumpido. Por eso aquél sábado por la tarde en que escuché que mi padre y mi hermano irían de cacería después del anochecer les pedí que me permitieran acompañarlos. Desde niña conocí el campo, los cerros, pero nunca había caminado por ellos en la noche, esa era la oportunidad perfecta para hacerlo, en lugar de quedarme en casa frustrándome en tratar de conciliar el sueño. Ellos accedieron a llevarme de modo que fui a ponerme ropa adecuada para la ocasión.  

Me vestí con pantalón y camisa de manga larga, ambos obscuros para mimetizarnos en la oscuridad de la noche y no ser descubiertos por las posibles presas antes de tiempo.  Zapatos de montaña, de preferencia botas, puesto que en el campo habitan las serpientes de cascabel cuyo veneno resulta mortal para los seres humanos. Además había que cuidarse de arañas capulinas y alacranes que también pueden ser mortales. No podía faltar una botella de agua y por supuesto, una lámpara.  

Después de cenar estuvimos listos para la aventura. Iniciamos nuestro recorrido cruzando el pueblo, para internarnos en la selva. Desde el inicio me dieron las instrucciones que debía seguir para evitar cualquier accidente: ir en silencio, no retrasarme, ir siempre detrás de las personas que llevaban un arma (o sea, mi hermano y mi padre). Debo aclarar la importancia de acatar estas medidas porque ha ocurrido a otras personas que se separan para cazar, que han llegado a matarse entre sí por confundirse con algún animal. Sucede que en la noche, en medio de la oscuridad densa del follaje, lo único que puede verse brillar son los ojos. Pero los ojos humanos pueden confundirse con los de otros mamíferos y depredadores como el puma o gato montés. Por instinto un cazador dispara de inmediato y sólo después verifica a lo que le ha disparado.

He vivido en el campo toda mi vida, así que sé perfectamente las razones de todas las indicaciones que me dieron, por lo que las acaté al pie de la letra. No pensé jamás en cuestionar ni poner en duda un conocimiento ancestral que me era transmitido para mi propia seguridad. 

Después de caminar media hora por el camino estrecho, nos metimos entre las milpas, o mejor dicho, lo que quedaba de ellas después de haber sido cosechadas. Había apenas un poco de rastrojo. En ciertas zonas húmedas, crece un pasto muy verde, ahí exactamente es hacia donde nos dirigimos. Un poco de pasto verde es un manjar para los conejos cuando todo lo demás está seco.  Cuando la tarde se despide es el momento en que aprovechan los conejos para ir por su comida. Sin los ardientes rayos del sol acosándolos, salen de sus madrigueras confiando en la seguridad de la noche. 

Caminamos por entre los surcos, saltamos cercados y llegamos al sitio. Íbamos en silencio para sorprender a las presas. Mi padre iba a la cabeza, el tirador más experto y rápido, se desplazaba con sigilo. A veces volteaba hacia nosotros, asegurándose de que todo estuviera bien. De vez en cuando, al escuchar algún ruido, con la mano nos hacía una señal para que nos detuviéramos, mientras él avanzaba con mayor cautela. Después nos invitaba a seguirlo nuevamente. 

Pronto llegamos al lugar del pasto verde, nos quedamos quietos y en silencio por un gran rato, esperando a la presa. Un disparo inesperado me hizo sobresaltarme. Un tiro preciso, nos acercamos al lugar que mi padre señalaba, sobre el suelo vi un conejo tirado en sus últimos estertores. Un espectáculo violento y desagradable a mis ojos. Algo en mí está en desacuerdo.

Me sobrepongo al momento, quizás no es la mejor de las muertes, pero lo cierto es que, así es como el alimento llegó a mi mesa por muchos años. Mi padre parece acostumbrado a esta clase de incidentes. Lo recoge y lo mira satisfecho al comprobar que es un macho. Sólo lo he escuchado lamentarse de su caza cuando la presa es una hembra que está amamantando a sus crías o que está preñada. Lo guarda en su morral, aprovecha para tomar un poco de agua y nos vamos del lugar. Después del disparo, es seguro que por lo menos esta noche, no se acercará ningún otro animal.
 
Seguimos avanzando en silencio, nuestros ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, creí que sería más difícil ir por un terreno irregular, pero fue más fácil de lo que esperaba. Además la luna había llegado a lo más alto, la noche era tibia, demasiado tranquila. Después de dos horas y media de andar nos encaminamos hacia la casa. Habíamos rodeado medio pueblo atravesando milpas y cercas.

Llegamos a un lugar en el que mi padre nos previene para tener especial cuidado. Hay muchos alacranes, dice, y por lo mismo debemos poner cuidado cuando apoyemos nuestras manos en las piedras de la cerca. Una advertencia muy oportuna. Bajo la luz de la luna vi muchos alacranes caminando sobre las piedras, lucían fosforescentes. Me sorprendí al verlos, nunca imaginé que bajo la luz de la luna brillaran de esa manera. Es la primera vez que los veo en esas condiciones. Todas las veces anteriores los he visto con la luz del día o de algún foco en el interior de una casa. Me pregunto, ¿cuantas cosas más pueden verse diferentes en la noche?



Me gusta ir con mi padre al campo. Me sorprende su sabiduría impresionante. Me explica tantas cosas de los árboles, las flores, los animales, los lugares donde hay mayor peligro y yo me pregunto ¿De dónde o de quien proviene su sabiduría? De la escuela no, eso es seguro pues sólo cursó el primer año de primaria…

Llegamos a casa a las dos de la mañana. Yo estoy un poco cansada, pero satisfecha por la experiencia. Sorprendida de todas las cosas que todavía puedo aprender de mi padre. Maravillada de la fluorescencia de los alacranes. Del brillo esplendente de la luna. De andar en la oscuridad y ser capaz de adaptarme…

Me cambio de ropa y me meto a la cama. Muy relajada me duermo sin dificultad. Un día con otras sorpresas me espera.