viernes, 30 de noviembre de 2018

SUEÑO MUSICAL







SUEÑO MUSICAL



Es un día entre semana de abril de 2005, me subo al transporte público, rumbo a la ciudad más cercana, a mi lado se sienta un señor que he visto con frecuencia en el lugar en donde vivo, no sé su nombre, él tampoco el mío. Pero reconozco a la familia a la que pertenece, me pregunta mi nombre, sé que es una persona confiable, sin problema se lo digo, entonces me ubica dentro de mi familia. Le pregunto quién es él, me dice su nombre, de inmediato sé de quién se trata.

Como a muchas personas mayores, a mi padre, le gusta contarme la historia de vida de algunas personas del pueblo, personas a las que no he conocido nunca, pero él me dice a qué familia pertenece, de cuántos hijos formaban esa familia y cuál era su lugar en la larga lista de hermanos. Alguna vez, mi padre me habló de este señor, sin que yo lo conociera, me dijo que era un hombre muy talentoso en la música y que formó parte de la banda del estado, por muchos años. Una de las personas que se quedó a vivir en la ciudad y muy pocas veces visita a su familia en el pueblo.

Me corrobora la historia contada por mi padre, que estudió música con muchos sacrificios, pues como todas las familias de un par de generaciones antes, tenía muchos hermanos y sus padres campesinos no estaban en posibilidad de pagar los estudios de todos sus hijos. Pero él emigro a la ciudad muy joven a trabajar y estudiar lo que le gustaba. Él quería ser un músico, pero no un músico lírico, sino un músico con estudios y con esmero y entusiasmo lo consiguió. Logrando formar parte de la banda del estado, hazaña que no era fácil de conseguir.

El haber conseguido su propósito le enorgullecía y hacía sentir feliz, pero tenía un sueño más, ahora que era un hombre mayor, cuando no tenía la responsabilidad de mantener a sus hijos y tenía tiempo libre, quería volver al pueblo, para enseñar música a los jóvenes que quisieran formar parte de una banda para el pueblo. Pues su otro trabajo era maestro de música. Ciertamente el pueblo contaba con dos bandas de músicos, las cuales eran muy necesarias para los muchos festejos de la comunidad y porque en los velorios y entierros también es costumbre, todavía, que se acompañe al difunto con música de banda.


Persiguiendo su sueño, había visitado el pueblo varias veces en los últimos meses, tratando de encontrar a los jóvenes que quisieran aprender música y formar parte de la banda del pueblo, pero aún no encontraba quien se interesara en su proyecto. Él quería compartir lo que mejor había aprendido a hacer en la vida, que los jóvenes tuvieran una oportunidad con la música, y quería retribuir al pueblo donde había nacido, para que tuviera una banda profesional. Y como muchas personas sabias dicen, los deseos del corazón, siempre se cumplen.

Un día, por fin, logró formar un grupo de varios jóvenes entusiastas que comenzaron a tomar clases de música, dos horas por la tarde------ veces a la semana. Como es propio de la juventud, algunos de ellos querían tocar los instrumentos de inmediato, pero era necesario educar primero su oído, enseñarles, el ritmo, los tiempos, lecciones que para algunos de ellos eran fastidiosas y como era de esperarse, algunos dejaron las clases, no obstante, una cantidad suficiente continuó su aprendizaje.

Después de varias lecciones, y cuando el maestro lo consideró adecuado, comenzaron con los instrumentos. Cada quien eligió el que le pareciera mejor y poco a poco fueron confirmando su elección y en algunos casos, cambiaron de instrumentos. Hubo quien aprendió a tocar más de un instrumento. Meses de ensayos fueron necesarios hasta que lograron el dominio de su instrumento musical y mientras tanto, el grupo se consolidaba, quedando al final, quienes formarían parte de la banda. Siguió el ensayo de algunas piezas musicales, comenzando por las que son más tradicionales en los festejos.

Eligieron el nombre de su banda, el cual hace alusión al nombre del santo patrono del pueblo, y una pieza musical que sería la apertura y cierre de su presentación en cada evento que amenizaran. Y por fin, comenzaron a trabajar como una banda musical, dándose a conocer en las localidades aledañas. Su maestro les recomendó que siguieran reuniéndose para sus ensayos, pues llegó el día en que el maestro dejó de impartirles clases, señalando que ya podían continuar solos, pues sabían todo lo necesario. Pero los ensayos serían siempre necesarios y constantes para actualizarse en las nuevas piezas musicales y coordinarse bien entre ellos.

No obstante, todas las lecciones y recomendaciones que el maestro les había dado, hubo un tiempo en que los integrantes de la banda, consideraron que no necesitaban más ensayos, como resultado su calidad al momento de ejecutar alguna pieza, se vino abajo, entraban a destiempo, produciéndose sonidos discordantes y nada armónicos. Por cuestiones de trabajo o personales, algunos miembros dejaban la banda por algunos meses y esto hacía que buscaran reemplazos con otros músicos, pero el resultado no era muy bueno. El éxito de la banda comenzó a decaer.


Algunos de sus miembros muy talentosos también comenzaron a tocar en bandas más reconocidas, hasta que desertaron de su banda original, pues recibían mejores pagos económicos en otras. El más joven de sus miembros, que comenzó desde el inicio siendo apenas un niño de diez años, logró desarrollar su talento musical de una manera muy profesional, siendo reconocido por managers de otras bandas, por lo que se le presentó la oportunidad de formar parte de bandas reconocidas a nivel nacional.

Desde su inicio a la actualidad, algunos miembros de la banda han salido y otros se han integrado para ser parte de ella. Ahora han retomado sus ensayos, y la calidad de sus presentaciones ha mejorado. Ellos realizan esta actividad de manera complementaria a sus otras profesiones o actividades laborales, y esto les permite tener un ingreso complementario, lo que constituye una gran ayuda, hoy día en que en el país la mayoría de los sueldos, no cubren ni siquiera la canasta básica.

El maestro de música logró su sueño, formar una banda en su pueblo, su contribución personal al lugar que lo vio nacer. Y que, contribuye al mejoramiento de toda la localidad, pues ofreció a los jóvenes una posibilidad que hoy se traduce en una fuente de ingreso adicional a su economía y con ello, a una mejor calidad de vida de sus familias. De ella surgieron posibilidades nuevas para algunos de sus miembros, las cuales, tal vez, no hubieran sido posible, sin la preparación que el maestro ofreció a sus alumnos. Y así, esto es una muestra del impacto que pueden causar nuestras acciones en la vida de los demás.

A los pocos años, el maestro falleció de manera repentina, pero su legado permanecerá, por mucho tiempo.


jueves, 29 de noviembre de 2018

CARAVANAS

 CARAVANAS



Desde el mes de octubre pasado, ciudadanos hondureños comenzaron un viaje hacia la frontera de México con Estados Unidos. A su paso por países vecinos, se unieron más centroamericanos y fue en los primeros días del mes de noviembre que llegaron a la frontera sur de México y Guatemala, lugar que no posee un muro fronterizo, apenas unas vallas, pues desde hace muchos años ciudadanos de ambos países circulan sin mucho problema por ahí.

Los medios publicitarios llamaron a estos miles de personas caravana de inmigrantes, los cuales, se dice, venían determinados a cruzar el muro que separa a los estados Unidos de México y los países latinoamericanos, que no tienen el mismo desarrollo económico que el líder capitalista.


No es la primera vez que cientos de migrantes ilegales, hacen este recorrido por México en pos de alcanzar el sueño americano, y tener una mejor calidad de vida. Pues las condiciones sociales, políticas, económicas, la corrupción y saqueo de estos países, también es histórica. Condiciones que se han agravado por el narcotráfico, inseguridad, violencia, extorsión y secuestros, haciendo que la vida de millones de seres humanos de varios países en este continente sea miserable, y en muchas ocasiones completamente inhumanas. Hasta aquí todo parece ser normal, emigrantes, que buscan mejores condiciones de vidas.


Pero a lo largo de estos días, surgen una serie de anomalías que la ciudadanía mexicana no ha pasado por alto. Por ejemplo, por qué, el presidente más represor de la historia de este país, que no dudo en desaparecer a 43 estudiantes normalistas, deja libremente entrar a esta “caravana”, despliega tantos recursos económicos para que tengan a su disposición, albergues, comida, colchonetas, cobijas, transporte, atención médica. Atenciones todas, que no ha tenido con los ciudadanos mexicanos, como es el caso de todos los desplazados de los estados de Guerrero y Chiapas, que se han visto obligados a dejar sus lugares de residencia que les han sido arrebatados por grupos delictivos.


Si bien, el problema de los desplazados indígenas de sus comunidades, inició desde el 2005, en este año en que se ha agravado más desde el mes de septiembre. El gobierno mexicano no hizo ningún intento de frenar el avance de estos grupos de centroamericanos, apenas si hubo una simulación de resistencia. Pero con quien sí utilizó gases lacrimógenos y balas fue con los desplazados de este país que se manifestaron en Tuxtla Gutiérrez. Para la caravana de inmigrantes, se tenían listos albergues, y comida, a cada lugar en que de antemano se sabía iban a llegar. Para los desplazados chiapanecos y de guerrero en muchos lugares no hay nada, apenas la ayuda que algunos grupos religiosos han logrado recaudar. Acampan en el campo o lugares al aire libre, improvisando techos con plásticos.


Seis mil integrantes, se calcula que conformaron la primera “caravana” y a lo largo de su recorrido por el país, se han evidenciado muchos de ellos, como personas que en realidad no están en condiciones de pobreza extrema, pues algunos, rechazan la comida que se les ofrece, como ocurrió en Oaxaca, en donde aventaron la comida a mujeres indígenas, sin tomar en cuenta, que ese estado ha sido uno de los más afectado no sólo por los terremotos del año pasado, sino también porque históricamente es uno de los más pobres. Los inmigrantes, exigen salir de los refugios, para pedir dinero en las calles y comprarse comida y bebida a su gusto, causan disturbios, desorden y desperdician comida, ropa, todo lo que no les gusta. A su paso quedan lugares llenos de basura, pues sin importar el esfuerzo con que se les brindan todas las atenciones que para ellos son pocas, son incapaces de corresponder por lo menos, poniendo la basura en su lugar.

Por si esto no fuera suficiente para merecer el enojo de muchos mexicanos, algunos de sus líderes hacen declaraciones claramente provocativas, hacia la gente de este país, del que han recibido cobijo y ayuda.


Por las redes circulan ya infinidad de memes, canciones, caricaturas sobre estos inmigrantes que creen merecerlo todo y de manera gratuita. Han circulado también por la red videos en donde se muestran que reciben dinero de algunas personas. Resulta evidente que este movimiento ha sido financiado, pues de qué otra manera, puede explicarse toda la ayuda que los gobiernos han dado en sus estados, cuando es de sobra conocido por los mexicanos, el saqueo que muchos gobiernos hacen en situaciones de tragedia, con recursos económicos que están destinados a damnificados. Solo por citar un caso reciente, el de los colchones que un ayudante municipal, en Culiacán Sinaloa, entrego a damnificados por la tormenta tropical el pasado mes de septiembre, los cuales estaban en pésimas condiciones, pues tenían un fétido olor, estaban, húmedos y al ser abiertos por los ciudadanos pudo constatarse que eran viejos, estaban llenos de sangre, orines y a saber qué, otras cosas más y sólo habían sido forrados para que exteriormente parecieran nuevos.


El gobierno federal, no frenó el paso de los inmigrantes en la frontera sur, y ahora sigue gastando recursos en mantener a la “caravana”, la cual ya muchos llaman invasores, con qué propósito. Para entregar un país con más problemas de los que ya tiene. En Tijuana una parte de la población se manifiesta en desacuerdo con su estancia.

Por otra parte, los líderes de la caravana se han mostrado en muchos momentos con exigencias, uno de ellos, al llegar a la frontera y ver que son rechazados, declaró que los trajeron con engaños, diciéndoles que, al llegar a la frontera con Estados Unidos, los estarían esperando representantes de países como España, Francia, Canadá y del mismo Estados Unidos, para ofrecerles trabajo. Pero la realidad es que están hacinados en los albergues que no son suficientes, pues siguen llegando las siguientes caravanas. Aunque Tijuana tiene refugios para migrantes desde hace mucho tiempo, precisamente por ser un paso fronterizo y una ciudad de migrantes, no está preparada para tal cantidad de personas.

Se habla de que Pueblos sin fronteras se encargarían de tramitar visas, aunque nadie dice abiertamente quien les hizo tales promesas. La situación se complica, a una primera caravana de seis mil personas se agregan los que van llegando, siendo actualmente nueve mil. Los riesgos sanitarios son altos, debido al hacinamiento y a las bajas temperaturas propias de la zona en temporada invernal. El alcalde de la ciudad ha declarado no tener más recursos para dar refugio y comida para toda esta gente, pues al día se gastan treinta mil dólares.

Justo ahora es que se requiere el apoyo de todas las organizaciones que los incitaron a tomar esta decisión de recorrer todo el país mexicano, para llegar a la frontera de un país que no tiene, ni ha tenido la intención de recibirlos. Pues la política de Trump, desde antes de asumir la presidencia ha sido precisamente de rechazo a los latinos, siendo que cada día se deportan muchos de ellos, que por muchos años habían estado viviendo en ese país y trabajando. Es claro que el paso Estados Unidos no es una opción como lo han demostrado el recibimiento con gas lacrimógeno y balas de goma que el ejército fronterizo no dudó en utilizar contra todo tipo de personas.


 Y mientras miles de dólares al día, se gastan en la manutención de estas “caravanas”, los indígenas nativos de este país avanzan en su propia caravana, como desplazados de su propia tierra, sin apoyo, sin ayuda, completamente invisibles para los gobiernos estatales y federal. Sus derechos humanos son ignorados y pisoteados por el mismo gobierno. Sus líderes que defienden su tierra son asesinados, como el caso del Sr. Julián  Carrillo Martínez, el 24 de octubre de este año,  por oponerse a la tala inmoderada de los bosques y defender los derechos del pueblo rarámuri de Chihuahua.


Como es también el caso del señor Abraham Hernández González, coordinador regional del Comité por la Defensa de los Derechos Indígenas (CODEDI), organización cuyo propósito es la defensa de los derechos de los pueblos indígenas. El defensor zapoteco, fue privado de su libertad el día 17 de julio de 2018, alrededor de las 11:30 horas, por un grupo personas armadas y encapuchadas en la localidad de Salchi, en el municipio de San Pedro Pochutla, Oaxaca. Después de varias horas fue encontrado muerto. Estos los casos más recientes, pero no los únicos, pues de acuerdo al informe “La esperanza no se agota”, de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos, en México, se han documentado 106 asesinatos y 81 desapariciones de personas defensoras de los Derechos Humanos en el último sexenio.



El gobierno priísta está determinado a heredar al próximo presidente, la mayor cantidad de problemas posibles.