miércoles, 31 de octubre de 2018

QUE NO FUERA ELLA


QUE NO FUERA ELLA



I

Su cuerpo estaba sobre el pavimento de la calle. La reconoció de inmediato a pesar de que sólo podía mirar la cabeza, pero su cabello era inconfundible. Corrió hacia ella con el corazón latiendo aceleradamente. Tan rápido era su latido que le costaba respirar y sentía un golpe continuo, rebotando en el pecho. Miró hacia adelante mientras corría tanto como le permitían sus piernas y deseando con todo el corazón que no fuera ella, que todo fuera una equivocación. Pero dentro de sí, sabía que era ella, sólo que deseaba estar equivocada, deseaba que todo fuera un mal sueño, aunque sabía que era ella.


Ahí estaba con su cabello recién teñido, su cabello largo y ondulado de color castaño. Por un momento la recordó pequeñita, con sus rizos en la frente y sonriendo mientras jugaba sobre el pasto del jardín o cuando al llegar del trabajo ella venía corriendo a abrazarla. No había momento más feliz en el día que ese, cuando sus pequeños brazos la rodeaban en el cuello y le daba un beso.




El corazón se le rompía y el aliento le faltaba a cada paso que se acercaba a ese cuerpo inmóvil, vio la blusa que se había puesto ese mismo día muy temprano, apenas dos horas antes. Ella se levantó muy temprano porque ese día tenía una misión que cumplir, era un día especial y estaba orgullosa de participar en ese evento. Ella quería un lugar mejor para vivir, un país mejor con gente honesta y valiente. Por lo que ella no hizo caso de no ir ese día, cuando aquél hombre se presentó en la casa en que ella vivía con su familia. Aquél hombre dijo saber todo sobre ella, sobre sus hijos y sus padres y le dejó dicho que no tenía que ir ese día, que la tenían vigilada.


Pero ella no tenía miedo, no tenía por qué tenerlo, sólo era una joven estudiante y sólo trataba de cumplir con su responsabilidad ciudadana. No era militante de ningún partido, pero quería participar en el proceso electoral, ser partícipe de ese momento crucial en la historia de su país. Sus padres tenían miedo y le insistieron que desistiera de su decisión de participar en el proceso electoral, la situación de violencia, amenazas y extorsión en el estado en que vivían era algo de sobra conocido por todos. Pero ella había tomado una decisión.


Cuando la llamaron por teléfono, ella sintió un sobresalto, ni siquiera puede recordar quién le llamó, pero escuchó las palabras que nadie quiere escuchar: “su hija fue baleada”. Sí, le dijeron otras cosas, sólo que ella no puede recordar más, la primera frase fue suficiente, en ese momento en que sentía como si le clavaran un cuchillo en el corazón, esa única frase, era lo que se repetía en su mente. No lo pensó, salió de inmediato hacia el lugar en que estaban las casillas de la que su hija era presidenta, de camino, llamó a su esposo, le dijo que tenía que venir de inmediato con su hija, que había habido problemas, no podía decir más, no quería tampoco hacerlo.



II



Él dejó lo que estaba haciendo en el trabajo sin decir nada a nadie, salió corriendo, sólo quería llegar junto a su hija, verla, saber que estaba bien, ponerla a salvo, cuidarla como lo había hecho cuando era pequeña, su hija mayor, la más querida, la que lo motivaba a ser mejor, la luz de su casa, la que siempre estaba alegre y le enseñaba a ver el lado bueno de todas las cosas. Esa hija que amó profundamente desde antes de nacer, apenas supo que venía en camino y que sintió como una bendición de dios cuando la miró por primera vez y la tomó en sus brazos.


El tiempo que tardó en llegar se volvió una eternidad, nunca el tiempo fue más largo, mientras pedía a dios que ella estuviera bien. La angustia se reflejaba en ese hueco que de pronto sentía en el estómago. Faltaba poco más de una cuadra para llegar al lugar de votaciones cuando vio que mucha gente se había reunido en la calle, cuando estuvo más cerca, miró que alguien estaba sobre el piso, no pensó en su hija, creyó que alguien había sido atropellado, pero de pronto alcanzó a oír la voz de su esposa, su llanto. Todo comenzó a suceder como lejos de él mismo, como si estuviera dentro de una película, escuchaba las voces de las personas, aunque no pudiera distinguir lo que decían.


Corrió sin saber cómo, pues a cada paso sentía que las piernas no lo sostendrían más, ahí en medio de todos los curiosos yacía su esposa hablándole a su hija que no podía escucharla. Arrodillada sobre el piso pedía ayuda para su hija, pero no había nada que pudiera hacerse. Ella yacía inmóvil mientras la sangre brotaba de las heridas causadas por las balas. Un nudo en la garganta le impidió hablar sin poder creer lo que estaba viendo. Apenas un par de horas antes, estuvieron en casa juntos y aunque él sabía de las amenazas, no pensó que fueran a cumplirlas. No porque aquéllos hombres dijeron ser de un partido político. Ni su hija, ni nadie de su familia habían estado involucrados en asuntos de política, a pesar de haber sido invitados por algunos familiares y amigos, ellos jamás quisieron afiliarse con ningún partido. Su hija había sido elegida como todos los funcionarios de casilla, por sorteo, como cualquier otro ciudadano mexicano.


Su hija tirada sobre el pavimento en medio de su propia sangre derramada y él, parado a un lado de ella, impotente, completamente impotente, no había nada que pudiera hacer. Los responsables habían huido. Después… todo lo que vino después, se sucedió como en un mal sueño. El velorio, el entierro, ese entierro donde se le fue una parte de sí mismo, una parte de su fe. El dolor profundo de perder a ese ser que cuidó con amor y que le fue arrebatado sin ninguna razón. No había respuestas para todos los 
cuestionamientos que, en ese momento, la pérdida de su hija le planteaba.


Y qué iba a hacer ahora con ese dolor tan grande, con esa ausencia, con ese vacío en la casa, con esos niños pequeños que preguntaban por su madre. Qué podía decirles, si él mismo no encontraba respuestas. Ahora su hija era uno más de los miles de inocentes masacrados, masacrados sin razón. Desaparecidos porque le estorbaban a alguien, porque su mera existencia le estorbaba a alguien. Quizás porque no formaban parte de la corrupción, porque no se les podía comprar con dinero, pero tampoco se les podía intimidar con amenazas.


En la casa no había modo de escapar del dolor, todo le recordaba a ella, y los niños, esos niños que no podían entender que su madre no estuviera, que clamaban por su presencia. Cómo podía darles consuelo, si él mismo no lo hallaba. Era insoportable llegar a una casa donde ella no iba a estar más, él no podía con eso. No tenía la fortaleza para continuar, sólo quería huir de ese dolor y ahora su casa era el infierno en donde todos los recuerdos se agigantaban y le hacían más notoria la ausencia. No podía con ello, sólo quería salir corriendo lejos, muy lejos, donde el dolor no pudiera alcanzarlo.


Sí, los niños lo necesitaban más que nunca, él lo sabía, pero qué podía ofrecerles, si su corazón estaba lleno de dolor, de impotencia, si cada día sentía que se hundía en el más oscuro y hondo de los pozos.  Todo ahora carecía de sentido, a ¿qué sabe la vida cuando los seres amados son arrebatados de esa manera?, ¿cómo calmar ese dolor? Nada podía dolerle más que perder a su hija de esa manera. Todos sufrían, su esposa, sus demás hijos y él no podía verlos sufrir de esa manera. Necesitaba irse, alejarse con esa oscuridad que le crecía en el corazón, con ese dolor para el que no hallaba consuelo. Quizás eso era lo mejor, irse, para no ser una sombra más en esa casa, para no tocar con su oscuridad a lo demás, así que se fue de la casa.
   


III


Todo había ocurrido muy rápido, aquéllos hombres llegaron y se la llevaron a jalones, nadie supo que hacer, la fila de personas que esperaban para emitir su voto no pudo hacer nada. La subieron al coche y a escasos metros la hicieron bajar, la empujaron sobre el piso y le dispararon dos balas. Ella solo escuchó el trueno y sintió un dolor agudo en el lugar de impacto, apenas unos instantes, después nada.


Su cuerpo estaba tirado en el pavimento de la calle, ella lo vio bajo sus pies, podía verlo, ahí estaba su propio cuerpo tirado mientras la sangre brotaba de las heridas. Los hombres volvieron a subir al coche y se alejaron sin que nadie les dijera nada. Ahora ella miraba todo, en medio de una sensación muy extraña, no podía sentir el dolor, veía su propio cuerpo, desconcertada, era la primera vez que lo veía desde fuera. Entonces escuchó que alguien dijo:” está muerta, unos hombres en un carro le dispararon”. La gente comenzó a acercarse.


Entonces pudo ver a su madre dentro de su casa, vio incluso cuando la llamaron por teléfono, cuando su madre le llamó a su padre, sus hijos, la gente rodeando su cuerpo baleado. el caos que se originó en la calle, la llegada de los funcionarios del INE, la prisa de sus padres tratando de llegar a ese lugar, su desesperación, su llanto, su dolor, ella podía verlo todo. Y entonces lo comprendió, la habían matado. Pero estaba ahí, viendo todo, incluso abrazó a sus padres cuando los vio estallar en llanto, mientras les decía al oído que ella estaba bien, que no le había pasado nada, pero ellos no podían escucharla ni verla, lloraban desesperadamente delante de su cuerpo tirado en el piso. Ella intentaba tocarlos y lo hacía, sólo que ellos no podían sentirla.


A un lado de ella se encontraban unos seres luminosos muy altos, ella los conocía, eran de su familia, no de la familia que acababa de perder, de la que fue arrancada violentamente, no, esta era una familia más antigua, de la que también sus padres que ahora lloraban ante su cuerpo formaban parte. De súbito era como si muchas cosas que antes no podía saber ni ver, se le mostraran con claridad. Ella miró a los seres de luz, y al instante lo comprendió todo, estaban ahí para acompañarla en su viaje de regreso. Dentro de ella había un gran gozo por haber vuelto, era como haber despertado de un oscuro sueño, eso había sido su vida, ahora estaba en un lugar sin dolor, empezaba a recordar más cosas y veía el sufrimiento de sus padres y eso, le hacía sentir ganas de quedarse, aunque sabía que no debía hacerlo.


Los seres de luz se lo confirmaron, ella había cumplido su tiempo de encarnación en esa vida, ese era el momento en que ella debía irse, pero no pudo evitar pensar en sus pequeños hijos, en cómo estarían sin ella, quién los cuidaría. Sus padres estaban devastados, veía y sentía su dolor. Ella no quería irse, quería volver para cuidar a sus hijos, entonces uno de los seres de luz le dijo que no se preocupara que todo estaba bien, ellos saldrían adelante, eran almas valientes, almas viejas que tenían los recursos para continuar su camino. Ella sabía que era cierto, pero, aun así, tenía un fuerte deseo de volver.


Uno de los seres de luz, paso una mano frente de sus ojos y ella pudo ver a sus hijos siendo personas mayores, ellos estarían bien. Pero su padre, aquél hombre que siempre la había apoyado y amado incondicionalmente, sufría lo indecible, su dolor tan profundo lo había hecho huir de la casa familiar, sufría porque la creía muerta y ella le susurraba al oído que no estaba muerta, al contrario, estaba más viva que nunca, siendo capaz de ver y sentir lo que los humanos sólo consideraban creencias, suposiciones, ella quería decirlo, que no se preocupara, que volverían a verse, una y muchas veces más, pero él no podía escucharla, a pesar que se presentó en sus sueños, tan concentrado estaba en su dolor, que no escuchaba nada.


Uno de los seres de luz le dijo que no se preocupara que todo estaba bien, pues su padre también recibiría la ayuda que necesitara y todo lo que sucedía, le llevaría a un conocimiento profundo, a desarrollar su parte espiritual, a ser una mejor persona, si bien eso requería un poco de tiempo, pero siempre tendría la guía y protección que necesitara. Algo dentro de ella le decía que lo que le estaban diciendo era verdad, y le dijeron también que una parte de ella misma podría quedarse a ser la guía de sus seres queridos. Esto al principio le pareció absurdo, pero no lo era, pues ahora sólo era un ser espiritual y sin que ella supiera cómo, podía estar en distintos sitios a la vez, sin importar si era lo que ella consideraba pasado o futuro.


Poco a poco iba recordando los conocimientos que había adquirido a lo largo de sus vidas anteriores y que había olvidado al momento de nacer en aquélla familia a la que ahora había dejado. Era necesario dejarlos, pues así había sido convenido por todos, ninguna cosa era accidental, aunque todo pareciera caótico, en realidad formaba parte de un plan mayor para el mejor bien de todos. Se sintió tranquila cuando pudo recordarlo y comprenderlo, tenía que dejar que todo sucediera de acuerdo a lo previsto, después de todo ella también debía continuar su camino, en algún momento volvería a encarnarse en un nuevo cuerpo y volvería a vivir dentro de una nueva familia, quizás en esa misma familia, pero en un momento futuro.


La familia que recién había dejado estaría bien y como un ser espiritual, ella podía volver a verlos cuando así fuera necesario y algunas veces, alguno de ellos la escucharía en sueños, una parte de ella estaría siempre a su lado. Ella iría a un mejor lugar, por un tiempo, antes de encarnar un nuevo cuerpo.