CIVILIZACIONES
ANCESTRALES
Hace muchos millones de años,
mucho antes incluso de la era de los dinosaurios, existieron en nuestro planeta
civilizaciones humanas tanto o más avanzadas que la actual y que perecieron
completamente por auto exterminio. La mayoría de ellas desaparecieron sin dejar
rastros. Todas han sido civilizaciones con un alto desarrollo tecnológico, el
cual finalmente las haría desaparecer, pues fueron capaces de inventar naves,
aparatos, metales y formas de uso de energía inimaginables para nosotros, pero
incapaces de frenar la codicia de los hombres más poderosos que controlaban el
planeta. O de evitar las guerras de exterminio masivo a practicantes de creencias religiosas distintas.
Tal como ahora, alguna vez, la tierra ya fue
llevada a la sobreexplotación hasta causar el colapso total. La última de las
civilizaciones pereció por los conflictos bélicos ocurridos entre los más
poderosos países, quienes en su afán de poder y riquezas, llevaron a la guerra
a su nivel más destructivo con el uso de las bombas nucleares.
Cuando ya la guerra era
inminente, algunos hombres conscientes del final que tendría decidieron dejar
constancia de su existencia a futuras civilizaciones para que no cayeran en el
mismo error. Para ello prepararon un túnel del tiempo, así lo llamaron, en
donde pusieron varias muestras reales de la tecnología que habían logrado
desarrollar.
Eligieron diez lugares en
distintos puntos del planeta, que por su geografía tuvieran la mayor
probabilidad de ser sitios en donde la devastación del planeta no pudiera
alcanzarlos. Ahí se depositaron grabaciones y escritos con tecnología moderna
sobre la historia de su civilización, su desarrollo y conflictos que los
llevaron a la destrucción. Todos los sitios, alejados los unos de los otros, en
el corazón de las más sólidas montañas, o en profundas cavernas naturales que
fueron herméticamente selladas después de colocar la información que
consideraron pertinente para los hombres del futuro.
A pesar de ello, algunos de esos
sitios fueron destruidos cuando ocurrió el ataque nuclear. Países enteros
desaparecieron en un instante. Las ultramodernas y gigantescas ciudades se
disolvieron como polvo en el viento, quedando desolación, fuego y enormes nubes
grises. Ya no hubo tiempo para la rendición o el arrepentimiento, la
destrucción fue total. El planeta se cimbró hasta lo más profundo, con una
fuerza que parecía romper su propio núcleo. Los continentes se fragmentaron
simultáneamente, ocasionando los temblores más terribles que ningún humano
pueda imaginarse. Numerosos tsunamis provenientes de lo más profundo del mar en
pocas horas destruyeron casi simultáneamente islas enteras y enormes litorales
de distintos lugares del planeta. La geografía y rotación de la tierra cambió
para siempre. Enormes porciones de los continentes se hundieron con sus
ciudades, al mismo tiempo que, nuevas montañas nacieron. Algunos fondos de mar
se elevaron, dando lugar a lo que ahora son enormes desiertos.
Por cientos de años los
terremotos continuaron en tanto el planeta se reacomodaba y lograba
estabilizarse. La mayoría de las especies animales y vegetales perecieron sin
dejar rastro, ante los devastadores bombardeos y enormes inundaciones. Este es
el momento que muchas religiones modernas registran en sus libros como el gran
diluvio. Muy escasos fueron los sobrevivientes humanos, que privados de sus
majestuosas ciudades y avanzada tecnología tuvieron que continuar su vida de la
manera más primitiva por miles de años.
Pronto surgirían formas de vida animal con los que no estaban en condiciones de
competir, así que optaron por lo que podía ser su única forma de sobrevivencia,
la vida subterránea.
Inmediato al gran cataclismo, los
sobrevivientes buscaron refugio en las únicas zonas que se habían salvado de la
destrucción. Habitaron nuevamente las cuevas, tal como lo habían hecho sus
primeros ancestros y aunque carecían de lo necesario para reconstruir la
sofisticada forma de vida que recién habían perdido, tenían el conocimiento.
Conscientes de que la única forma de salvar la especie era reagrupándose, se
buscaron a lo largo de varios años, hasta que formaron el grupo más numeroso
posible.
La sobrevivencia no fue fácil,
muchos seres humanos seguían muriendo víctimas de los efectos de la radiación.
Los niños que nacían afectados no lograban superar los primeros años. Enfermedades para las que antes conocían la
cura se volvieron mortales. Durante los primeros miles de años conservaron el
conocimiento de las plantas curativas, pero muchas de ellas dejaron de existir,
por lo que muchos de sus conocimientos dejaron de ser útiles y algunos años
después los olvidarían. Esa fue la forma
en que poco a poco las generaciones posteriores fueron olvidando lo que como
sociedad habían alcanzado. Llegó el día incluso en que dudaron de su propia
existencia como civilización.
Las distintas formas de vida
continuaron su evolución. En la superficie del planeta surgieron animales enormes
y feroces ante los que los hombres se encontraban indefensos, fue entonces
cuando decidieron establecerse en el subsuelo. Aprovechando enormes cavernas
naturales comenzaron a construir sus ciudades dentro de ellas. Ampliaron
túneles y cámaras que ya existían, agregaron pasadizos que les permitieran
trasladarse de un lugar a otro, aplanaron los pisos para transitar por ellos de manera segura.
Hicieron su ciudad lo mejor que
pudieron siendo que sus herramientas eran muy primitivas y aunque tenían muchos
conocimientos avanzados sobre física, química, matemáticas, astronomía y muchas
ciencias que alguna vez habían aplicado, su progreso se veía limitado porque su
único espacio disponible era el subsuelo. Arriba en la superficie de la tierra los
feroces y gigantescos dinosaurios vivían una de las eras más largas que haya
tenido ninguna otra especie, los verdaderos amos del planeta.
A través de miles de años
lograron establecerse en una zona relativamente segura, evitando el contacto
con los enormes depredadores, su progreso fue muy limitado hasta el momento en
que desaparecieron completamente. A pesar de ello, construyeron enormes templos
que desde luego nunca serían tan majestuosos como los que habían tenido.
La extinción definitiva de
aquélla civilización sobreviviente al cataclismo ocurrió junto con la de los
dinosaurios. La mayoría de las construcciones que lograron realizar colapsaron.
Pero en el corazón de algunas de las montañas más antiguas del planeta
sobreviven algunos vestigios de su vida subterránea. A veces, algunos
exploradores encuentran largos túneles empedrados, restos de construcciones que
no saben con precisión qué eran, fragmentos de escritos en lenguas
desconocidas, figuras o dibujos en rocas o campos que no saben descifrar.
Y todavía en el interior de
algunas montañas, o en cavernas muy profundas dentro de la tierra, esperan una
o más capsulas del tiempo, listas para enviar su mensaje desde el pasado más
remoto que el hombre pueda imaginar. Aparatos tan avanzados que a primera vista,
resulta inconcebible que en un pasado haya existido tal progreso. Formas de
energía que el hombre actual no ha conseguido obtener y que le hacen pensar que
sólo pueden tener un origen extraterrestre. La muestra más tangible del gran desarrollo
tecnológico que la civilización moderna podría tener y la comprobación de lo
más destructivo del hombre: la codicia, el deseo de poder, la intolerancia a
los otros y la falta de respeto a toda forma de vida y al planeta.