jueves, 5 de diciembre de 2013

EL ENCANTO


EL  ENCANTO


Era una fría noche aquélla víspera  del año nuevo. La gente se preparaba para celebrar con alegría por todas las cosas obtenidas en el año transcurrido y plantearse sus nuevos objetivos. Todos estaban felices, con sus familiares y amigos. Pero en esta ocasión los planes míos eran diferentes. También realizaba preparativos, pero no para la cena. No iba a quedarme en casa, más bien pensaba en tener una aventura fuera de ella.


Papá con frecuencia me hablaba acerca de algunas leyendas del  pueblo, que si se aparecía el fantasma de algún muerto a una determinada persona para darle algún mensaje, que había almas penando en las calles o en el cerro, que alguien había visto al diablo y había tenido un pacto con el, o que alguien había sido obsequiado con riquezas por su bondad. Desde pequeña escuché esas historias mezcla de fantasía y verdad, en donde al final nadie podía distinguir la una de la otra. Lo cierto es que esta vez, estaba dispuesta a ver qué tanto había de verdad en una de ellas.


Como en muchos lugares del país, se decía en mi pueblo de cierto lugar en donde justo a la media noche del año nuevo, el cerro se abría dejando ver una cueva en la que se hallaban una cantidad incontable de tesoros. Por generaciones esta leyenda de propagó de padres a hijos, sin que nadie osara atreverse a corroborarla. Pues todos temían caer presos de un hechizo que los mantuviera paralizados dentro de la cueva un año.


Algunas veces cuando acompañaba a mi padre al campo, pasé por ese lugar, donde había una larga pared de rocas compactadas que eran sostenidas por largas raíces de arboles gigantes. En la parte central del muro podían apreciarse inscripciones antiguas, hechas con una pintura roja que los siglos no habían podido borrar. No obstante que mucha información de mis ancestros se transmitió oralmente, nadie sabía el significado de dichas inscripciones.



Este sitio fue el que inspiró nuestra aventura. Según la creencia. Sólo por breves instantes se abriría la cueva encantada justo ese día en punto de la media noche. Era una experiencia atrevida y desafiante para muchos. No cualquiera podía arriesgarse a quedar hechizado y morir al paso de un año, o exponerse a encontrar algún ser maléfico de otro mundo, o bien ser atacado por algún animal salvaje habitante de la selva en medio de la oscuridad y la soledad más profunda. Así que invité a varios de mis primos a participar, a sabiendas de que la mayoría rechazaría la propuesta presa de sus temores. Tal como lo supuse, la mayoría de ellos, temerosos de lo sobrenatural pero sobre todo de la posibilidad de no regresar jamás, se negaron a ir. Así que, solamente siete fuimos los valientes atrevidos dispuestos a constatar qué de cierto tenía esta leyenda.




Decidimos que partiríamos hacia el sitio a las 9 de la noche, para así ir con calma, y esperar en el lugar indicado a que las campanadas y los cuetes señalaran la media noche. Sin duda, el clima era de máxima emoción y misterio. Algunos familiares temían que algo grave nos sucediera por curiosos, pero ningún temor ajeno nos hizo desistir de nuestro plan. Así que preparamos un caballo, nuestros abrigos, y todo lo necesario para hacer fuego, un poco de comida para celebrar el nuevo año y un rifle por si encontrábamos un animal salvaje en nuestro camino, y así a las nueve en punto partimos hacia nuestro objetivo.


La noche estaba especialmente hermosa, las estrellas brillantes parecían saltar de alegría iluminando el firmamento. La luna era un enorme y rojo círculo de fuego, y como una buena madre parecía ir detrás de nosotros para protegernos. Ese día coincidía la luna llena. Caminamos a ritmo natural hacia la orilla del pueblo y al iniciar por el sendero que nos conducía al encanto, pudimos escuchar y sentir el impacto de los rugidos de los animales salvajes, tales como tlacuaches, coyotes, lobos, aves nocturnas como lechuzas y muchos más que simplemente no pude identificar porque era la primera vez, que yo iba al campo en la noche.  A lo lejos, en lo alto de la montaña se escuchaba un poderoso rugido, sin duda era el de un puma.


Ciertamente parecíamos estar dentro de una película de suspenso. Los árboles cubiertos por su propio follaje, por plantas parásitas y por bejucos que se habían colgado de sus ramas parecían formar figuras humanas acechantes, monstruos o cualquier cosa que pudiéramos imaginar. Se completaba el ambiente con el crujir de las ramas secas al romperse con nuestros pasos. A veces veíamos un par de ojos brillando en la oscuridad y antes de poder averiguar a quién pertenecía, desaparecían acompañados del ruido de unos pasos alejándose a toda velocidad. Sin duda, alguien tenía tanto o más miedo que nosotros.  Algunos parecía sentir miedo, pero yo disfrutaba de los sonidos de la naturaleza viva y del olor a tierra y hierba mojada, algunos árboles y flores tenían un aroma exquisito, a veces reconocíamos el olor de alguna planta o flor, a veces el de la madera de un árbol, e incluso el de algún insecto, como el del jumil. Los aromas cambiaban tanto como lo hacía el paisaje a cada instante. Mientras avanzábamos la conversación se centró en el relato de diversos anécdotas divertidos y de cómo nos asombraba que algunos no se habían atrevido a venir con nosotros por miedo. Simplemente nos  parecía  insólito que la gente tuviera miedo de salir al campo a la media noche hacia un lugar supuestamente encantado.


Después de caminar aproximadamente 40 llegamos a nuestro destino. Un lugar impresionante, un claro en medio de la densa selva, lleno de misterio. En el lado oriente se levanta una muralla natural de piedra caliza, aproximadamente de 10 metros de alta. Entre las piedras que la misma naturaleza ensambló de manera perfecta, se aferran las raíces de un amate amarillo enorme. Un lugar llama la atención, se trata de una de una chimenea entre medio de la piedra caliza. A simple vista pareciera estar hecha por el hombre, porque incluso en su interior es negra como el humo que se impregna en las paredes cuando se cocina con leña, pero al acercarnos y pasar las manos por las paredes, nos dimos cuenta que toda esta coloración se debe a los minerales que a través de millones de años se han adherido a la roca por el escurrimiento del agua que proviene de la lluvia. También en las rocas encontramos dibujos rupestres, los cuales nos hablan de nuestros ancestros que algún día estuvieron en este sitio como nosotros. Se reconoce un sol, unas figuras humanas sobre un animal, y algunos animales silvestres como conejos y venados.


Al llegar al encanto, un viento fresco movía las hojas de los árboles, nos sentamos sobre una piedra y desde ahí escuchamos los festejos de las poblaciones aledañas. Curiosamente todos los sonidos se percibían como si provinieran de  muy cerca. Se oía la música de lo que sin duda era un baile. Y sobre todo los coyotes que tienen distintas voces parecían estar a unos cuantos metros con su aullido prolongado. Había bastante luz de luna sobre nosotros, no fue necesario encender el fuego, porque tampoco hacía demasiado frío. Así que mirábamos el reloj impacientemente con frecuencia   mientras charlábamos sobre cualquier cosa. Todos nos conocíamos porque éramos primos, pero creo que fuera de esa experiencia no teníamos demasiado en común.


Todo estaba demasiado tranquilo, parecía que el tiempo transcurriera muy lento para nosotros. De pronto se anuncio la media noche, por todos lados se lanzaron cuetes y luces de bengala, sonaron las campanadas y de súbito a espaldas nuestras, en una cavidad en forma de óvalo entre la muralla de piedra caliza se encendió una luz. Para sorpresa y asombro de todos los presentes que no creíamos que verdaderamente algo mágico pudiera ocurrir de verdad. Todos volteamos a mirarla, y fuimos hacia ella, con zozobra e incredulidad. Era luz era pequeña como la flama de una vela, no sabíamos de donde había surgido, no sabíamos cómo es que brillaba aislada dentro de  esa cavidad. Revisamos todo alrededor de ella, tratando de buscar una explicación, pero simplemente no la había. Nadie pudo haberla encendido porque no era de fuego y porque todos estábamos por lo menos a 5 metros de ella cuando apareció. Nos quedamos mirándola atentamente, había transcurrido cerca de un minuto y la luz seguía brillando. Uno de mis primos se atrevió a acercarle la mano y con sorpresa dijo que no quemaba. Retiraba y acercaba la mano y no le sucedía nada. Su hermano quiso  tocarla y fue entonces cuando se dio cuenta que la luz emanaba de una pequeña piedra caliza. Al tomarla entre sus manos la luz se extinguía y al regresarla a su lugar volvía a encenderse. El primero de mis primos tomó la piedra entre su mano y la cerró. A pesar de ello la luz seguía encendida y podía verse traspasando su piel. Cuando el segundo de mis primos la tomó en su mano, la luz nuevamente se apagó. Pudimos comprobar que sólo con el primero de mis primos la luz se mantenía encendida sin importar que su mano estuviera abierta o cerrada. No sé cuánto tiempo duró esta luz, tal vez cuatro o cinco minutos, finalmente se extinguió. Solamente quedó la piedra, la cual todos revisamos sin encontrarle nada de extraordinario. Se trataba de una piedra caliza tan común como la grava que se utiliza en la construcción de casas. Después de lo que presenciamos, por unanimidad decidimos que  esa piedra debía quedar bajo el resguardo de la persona con quien la luz no se apagó.


Habíamos contemplado un hecho completamente insólito y único. Estábamos seguros de que fuera de nosotros que lo habíamos mirado, jamás nadie nos creería. Regresamos al pueblo sorprendidos, incapaces de comprender lo que pudimos mirar. Sin tener una explicación, desconcertados porque aquello rebasaba toda lógica de lo posible. Cualquiera sin duda podrá decir que es un cuento inventado por nuestra imaginación. Pero lo cierto es, que todo ocurrió tal y como lo he relatado, y de eso fuimos testigos siete personas, que se atrevieron a ir a lo desconocido sin saber que podían encontrar.


Esa fue la única ocasión que fuimos al encanto a media noche, y la piedra que alguna vez tuvo una luz mágica aún se encuentra resguardada, como prueba tangible de que esto no fue un sueño, aún y cuando nos sea imposible demostrar la veracidad de este relato. Así que si esta historia real llega a conocerse, todos absolutamente creerán que es solamente una más de aquéllas leyendas que en mi pueblo van de boca en boca y que todos escuchamos con el interés y el agrado con que escuchamos un cuento de hadas, de seres fantásticos o de los reyes magos.


Pero yo sólo puedo decir que en esta vida ocurren demasiadas cosas para las que simplemente no se encuentra ninguna explicación. Vivimos en un mundo lleno de misterios, donde cosas invisibles han existido desde siempre. Nuestra vida puede estar llena de sucesos inesperados y milagrosos. Comprensibles o no pueden ocurrir a cualquiera, ni la naturaleza ni el universo están limitadas por nuestra capacidad de comprensión. La magia de la vida puede estar muy cerca de nosotros, mucho más de lo que pensamos y tal vez, lo que presenciamos es sólo una muestra de que el universo de lo invisible e inexplicable veces hace contacto con nosotros. O quizás es la muestra de que la magia puede estar dentro de cada ser humano esperando a que la descubramos. Tal vez proviene desde lo más profundo de nuestro corazón. Y quizás si aprendemos a desear cosas bellas, esta magia pueda transformar nuestras vidas.

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