miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL HOMBRE DE LAS MONTAÑAS BLANCAS




                                                                        

En un lugar de las más altas cumbres del planeta. Donde la nieve es un paisaje eterno, y hay glaciares que se formaron desde el inicio de los tiempos. Ahí entre esas elevadas montañas, donde sólo unos pocos han estado alguna vez, se encuentra un lugar que parece de otro universo. Está ahí desde tiempos inmemoriales, quizás, desde que los ancestros de los humanos dieron sus primeros pasos sobre sus dos piernas, o tal vez antes, nadie puede saberlo con certeza. Un lugar único, cuya naturaleza evolucionó hacia formas no conocidas por el común de los hombres. Completamente aislado, en medio de la bastedad inhóspita de temperaturas bajo cero. Surgió ese lugar, como envuelto en una burbuja, con un clima cálido y húmedo.  Como una gota de agua llena de vida a mitad del ardiente desierto.

Muy pocos hombres lo han visto con sus propios ojos. El acceso es tan accidentado, en medio de abismales acantilados, por estrechos y laberínticos senderos en lo más elevado de las montañas. Donde feroces y gélidos vientos, silban continuamente acompañando tormentas de nieve, que disuaden a cualquier ser vivo de transitar por esos caminos. Es por eso, que intentar llegar ahí es casi un suicidio y no muchos se disponen a correr la aventura. Muy lejanamente algún grupo de hombres corre el riesgo, aunque para soportar el largo tránsito se requiere ser muy fuerte, muchos de ellos mueren en el intento. Y únicamente los que soportan la prueba, serán testigos de la existencia  de una ciudad en medio de la nada, donde cualquier probabilidad de vida se pensaría imposible.

Ese lugar enclavado en un profundo valle y rodeado por cadenas montañosas tiene una temperatura ideal. Protegido por enormes murallas de roca, conserva su clima todos los días del año, sin que lo perturbe ni los vientos, ni las tormentas de nieve. Agua caliente brota continuamente de géiseres, que al mezclarse con el agua del deshielo de las montañas, forman ríos de agua templada que permite la existencia de diversas plantas tropicales, que sin embargo son muy distintas a las que conocemos en la selva. Una abundante vegetación y una gran variedad de frutos permiten una alimentación sana a los seres vivos que ahí habitan. Pájaros de deslumbrantes colores sobrevuelan continuamente y sus cantos crean un ambiente paradisíaco. Muchas criaturas son parecidas a las que habitan nuestro medio y otras, tan distintas. Pero todas coexisten pacíficamente. Y un ser muy parecido al hombre ha vuelto ese sitio su hogar desde que existe.

Quienes lo han visto, le llaman el hombre de las nieves, es alto y corpulento. En su cuerpo tiene mucho pelo, tanto como lo tenían nuestros más antiguos ancestros, pero es todo blanco, y sus ojos son amarillos o aceitunados. Sus brazos son largos y su cuerpo ligeramente encorvado, puede caminar sobre sus dos pies, pero también es capaz de trasladarse a mayor velocidad sobre sus cuatro extremidades. Además de desplazarse entre las ramas de los árboles con gran habilidad. Su lenguaje es principalmente gestual y con sonidos guturales. No come carne, su alimentación está basada en frutas y yerbas, y a pesar de que físicamente es muy fuerte, es un ser pacífico que vive una vida muy tranquila.

Aunque existe desde hace miles de años, su especie no ha proliferado de la misma manera que la del  hombre moderno. Por alguna extraña razón, por cada tres varones nace una hembra, y el tiempo de gestación de un bebé es diez meses.  La situación se complica aún más, debido a que las hembras no pueden tener más que un hijo, porque durante el parto ellas mueren. Parece ser que su metabolismo es muy acelerado,  y no alcanzan a asimilar suficientes nutrientes para dos organismos. Así que a lo largo de los meses de gestación, el bebé recibe los nutrientes directamente del torrente sanguíneo de la madre. Mientras ella, poco a poco va sufriendo un deterioro que culmina cuando en el momento de dar a luz, su cuerpo se ve sobre exigido y no resiste más. Y aunque científicamente tienen los medios que podrían evitar, por los menos en algunos casos, la muerte de la mujeres, su visión de la vida no les permite hacerlo. Para ellos, es muy importante respetar la voluntad del creador.

La mayoría de los machos viven solos y las pocas parejas que llegan a formarse, con frecuencia deciden no procrear. Nadie quiere perder a la compañera con quien ha establecido un fuerte vínculo, tomando en cuenta que todos se conocen prácticamente desde que nacen. Hay una gran convivencia social y los pocos niños que hay, consideran madre a todas las mujeres mayores que pueden serlo y lo mismo  sucede con los hombres. Los infantes son tomados como hijos de la comunidad. Hay reglas muy específicas para su educación y son respetadas por todos.

El gran parecido físico con el hombre moderno, parece indicar que en algún punto de la evolución, ambas especies surgieron de un mismo tronco común, pero a través de miles de años se fueron diferenciando. Y no se sabe cómo o por qué, ésta rama alterna del homo sapiens emigró a vivir en aquéllas montañas. El lugar en donde viven es único, nadie podría imaginar que a esa altitud, podría existir un lugar con esas características tan peculiares que lo hacen habitable.

 Lo cierto es que estos hombres son también muy inteligentes, y prueba de ello es un gran laboratorio que existe en ese lugar. Ahí se pueden ver algunos de sus inventos, que son muy parecidos  a los que han creado científicos de nuestra sociedad. Cuentan incluso con vehículos aéreos que se desplazan a velocidades supersónicas, que el hombre moderno no ha podido conseguir. Es un completo misterio cómo o de dónde han obtenido los materiales para construir sus aeronaves. Existen indicios que sugieren también, que han realizado viajes espaciales, pero toda información relacionada con su tecnología está cuidadosamente resguardada y muy contados individuos tienen acceso a ella.

 A pesar de sus increíbles inventos, parecer ser, que la tecnología no es una prioridad en su vida y todas sus creaciones tienen como finalidad; la motivación de su inteligencia y el  desarrollo de su sociedad. Ellos no conceden ninguna importancia a la comodidad o el entretenimiento. Se consideran a sí mismos seres más evolucionados que el hombre moderno, porque las cosas materiales han dejado de ser de su interés y tienen la firme convicción de que pronto formarán parte del mundo espiritual.

De hecho, su vida es muy distinta a la nuestra, ellos prefieren establecer un mayor contacto con la naturaleza. Sus viviendas son todas construidas con materiales de su medio ambiente. Su ciudad está organizada en secciones en las que pueden aprender distintas habilidades de acuerdo a sus preferencias. La actividad que realiza cada uno depende en parte de su edad. Todo trabajo de aprendizaje es realizado en un patio común, en donde tienen cuanto necesitan. No podría decirse que trabajen para alguien, de hecho se reúnen solamente cuando requieren de elaborar algo para el bien común. Prácticamente comparten todos los espacios, incluso para dormir tienen unas chozas que fueron construidas para ese fin y no existe la propiedad personal.

No les agrada el ruido y el bullicio, y parecen disfrutar enormemente del lugar en que habitan. Además, las caminatas largas son uno de sus pasatiempos favoritos y es común verlos subir cada día a la cima de alguna montaña. Sin embargo ha ocurrido  a veces, que alguno de ellos ha salido de los límites de su territorio y han tenido encuentros fortuitos con algún humano, y entonces huyen apresurados hacia el lugar donde habitan.

Y aunque saben de la existencia de la especie humana no tratan de establecer contacto con ella, sino más bien, de evitarla. La reconocen como una especie depredadora que ha alterado el equilibrio del planeta, y que de saber que ellos existen y el lugar exacto en donde se encuentran; los exterminarían. Por eso, es que desde pequeños se les educa en la importancia de mantenerse alejado de cualquier humano a quién consideran altamente peligroso y destructivo. Esa es la razón para tener un sólo acceso a su hábitat, el cual mantienen siempre vigilado y perfectamente mimetizado.

No obstante, permiten la entrada a algunos miembros de cierta tribu, que como ellos, también viven en las montañas. Con ellos, mantienen una relación de intercambio desde tiempos muy remotos. De hecho, nadie recuerda desde cuando.  Esos humanos han guardado muy bien el secreto, el cual  únicamente es revelado a las personas que han sido elegidas para continuar el intercambio.

Sólo un día al año, pueden los humanos de esta tribu llegar a la ciudad secreta, ellos los esperan y desde la lejanía los miran acercarse. Entonces se preparan para recibirlos, y tienden un puente que permite atravesar el abismo entre la montaña más cercana y las murallas naturales de la ciudad. Es común que vayan a su encuentro, porque algunos hombres desfallecen poco antes de llegar, debido a la exigencia que la altura y el frío plantean a su organismo.

Precisamente cuando están a punto de llegar a la ciudad, el clima se vuelve más helado y fuertes remolinos los zarandean violentamente. Pero es por un tramo muy pequeño. Súbitamente, al dar vuelta a una montaña, toda turbulencia desaparece. Y el cielo más azul, que el hombre haya visto jamás, aparece ante sus ojos. La vegetación es tan abundante, y todos los colores de las plantas son intensos y brillantes. Permanentemente se escucha el murmullo de las innumerables cascadas de agua caliente, que caen de las montañas.

Esta rama del hombre, que tal vez, podríamos llamar homo sapiens spiritualis,  acoge y alimenta a los visitantes por una semana. Que es el tiempo, que dura su estancia. Durante esos días, todos comparten experiencias y conocimientos. Los humanos colectan algunas plantas que sólo en ese lugar existen y que son necesarias para la curación de ciertas enfermedades. Incluso si alguno de ellos padece de  alguna enfermedad que ellos puedan curar, son obsequiados con una sanación. En correspondencia, reciben plantas que los hombres de la tribu han conseguido en tierras lejanas y algunas provisiones. Después se despiden con la promesa de mantener su relación en secreto, tal como lo hicieron sus ancestros.  

Pocos son los humanos que han estado en está ciudad, muchos menos de los que han llegado a saber de ella. Gran parte de los que han intentado conocerla, mueren en el camino, víctimas del clima indomable o de una caída en algún precipicio. La mayoría de los que llegan al final, lo han hecho sólo una vez en su vida. Y  cuentan que durante todos estos siglos, ha habido solamente un hombre, que ha ido a ese lugar tres veces.

Algunas de las personas que han escuchado este relato se  han preguntado: ¿en dónde ésta esa ciudad?, y es sabido que hay quien se ha atrevido a buscarla. De hecho, la  búsqueda ha ocurrido más de una vez, sin ningún éxito. A pesar de que para ello,  el hombre moderno ha usado la tecnología más avanzada que posee. Los hombres de las montañas blancas, conocen formas de pasar desapercibidos, que no han revelado a nadie. Y  que usarán siempre que sea necesario protegerse de algún intruso curioso.      

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