LA TOS
Otra
vez me mantiene despierta. Los medicamentos me quitan en sueño. Pasa un ahora,
dos tres, no sé cuantas. La temperatura de mi cuerpo también está alterada. No
logro equilibrarla. Un momento tengo tanto calor, y después me enfrío
rápidamente. Me doy una vuelta y otra sobre la cama, tratando de relajar mi
cuerpo. No lo consigo estoy demasiado tensa. Los músculos de la espalda están
tiesos. Trato de relajar mi respiración. De tener un ritmo que me permita
liberarme del dolor, pero la tos me interrumpe constantemente. Parece como si
un gran nudo se hubiera hecho a la altura de mi cuello y pecho. Vuelvo a
respirar con calma y poco a poco se van deshaciendo los nudos, parece como si
unas largas cuerdas se alisaran dentro de mí, pero por poco tiempo. En cuanto
la tos me ataca, mi cuerpo se contrae, se encoje, tratando de evitar el dolor.
Y nuevamente se hacen unas bolas en mi pecho y siento una opresión sobre él.
He
tomado tantos jarabes, tantos medicamentos y tanto té que me tienen toda
embotada. Veo las cosas de manera difusa, aturdida, lejanas, como si no fuera
yo la que está aquí. O como si esto fuera un sueño del que no puedo despertar.
Quiero despertar. Ya estoy cansada, muy cansada de este cuerpo adolorido. Me
duele la espalda. Me duele la garganta. Me duele el cuello. Y mi estómago
también protesta por la sensación de acidez de los medicamentos. Además tengo un sabor amargo en la boca, que no me
deja disfrutar de la comida. Todo es insípido, duro y me cuesta trabajo
tragarlo. Hace varios días que no puedo tomar agua ni siquiera al tiempo, todo
tiene que ser tibio. Extraño el sabor de las aguas de frutas.
Tengo
la garganta reseca y adolorida. Acartonada, siento las flemas pegadas dentro.
No se desprenden con facilidad. Deben de ser muy viscosas a pesar de que tomo
tanta agua, o quizás simplemente no quieren irse. Es terrible el proceso de
eliminarlas, me hacen toser violenta y dolorosamente. Me obligan a encogerme, y
me duele el estómago y los costados. Me dejan agotada, sin energía. Mi garganta
está tan adolorida e irritada, sólo puedo comer cosas aguadas como sopas,
caldos… cuando a mi se me antoja una salsa.
Y
que decir de las inyecciones, después de más de cinco, me duelen las piernas,
incluso cuando camino, sobre todo, cuando subo o bajo escalones. Tengo que
caminar muy lento para no agitarme, todo para evitar otro ataque de tos. Y mi
respiración a pesar de todo está agitada, creo que mis pulmones no se dan
abasto con el oxígeno. Hago mis ejercicios respiratorios para ayudarlos un
poco, pero me canso pronto. Sólo me queda descansar, y esperar que esto pase.
Se que no durará para siempre, así que ya no me desespero. Sólo unos días más,
después todo volverá a ser maravilloso y podré ir nuevamente a la montaña a
respirar el aire fresco de la tarde.
Hoy
no tengo sueño, pero en cuanto deje de tomar medicamentos podré volver a dormir
y dejar este cansancio y dolor que tengo. Una hora más despierta y aunque el
reloj va lento, se que poco a poco llegará el momento de descansar.
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