viernes, 28 de septiembre de 2012

EL TIEMPO SE ACABA Y DEBO IRME

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EL TIEMPO SE ACABA Y DEBO IRME

No sé cómo pasó. Todo fue tan repentino, tan  inesperado. Y ahora es tan extraño todo esto que siento. Quiero hablarles y les hablo, pero de mi boca no sale ningún sonido. Pronuncio las palabras, pero no se escucha mi voz. Es extraño yo sí los escucho pero ellos a mí no.

Mi madre está llorando, está llorando mucho, muy fuerte, como si algo le doliera demasiado. Me llama por mi nombre y yo voy a su lado rápidamente, pero ella no me ve ni me oye. Todos van de un lado a otro. Todos lloran no sé por qué, yo estoy aquí. Pero, ¡que extraño es esto, ya no me duele nada! Ese dolor de espalda desapareció de pronto. Ahora me siento ligera, tan ligera como una pluma. Y sí, así es, puedo desplazarme con la misma facilidad con la que una pluma es sostenida por el viento, pero lo hago muy rápidamente. Tanto que no puedo controlarlo.

Cuando escuché llorar a mi madre, corrí para ver qué le pasaba. Salí rápidamente de mi cuarto y…no sé por qué, pero no pude detenerme. Mi cuerpo es demasiado ligero. De pronto estaba flotando en lugar de caerme por las escaleras. Me sorprendí. ¿Por qué de pronto estoy flotando? Y todos lloran y hablan sobre mí. Hay demasiada gente en la casa, están haciendo preparativos como si fuera una fiesta. No recuerdo que mi familia fuera a celebrar algo. Y todos hablan sobre mí. Escucho sus conversaciones y sus pensamientos también. Aunque no logro entender lo que dicen, porque todas las palabras se superponen, sin que pueda entender con claridad.

Dicen que fue muy difícil rescatar el cuerpo, tardaron horas en sacarlo de la barranca. Dan detalles sobre las maniobras que tuvieron que realizar. Todos hablan de lo mismo, y de la manera en que se han enterado. Llega más gente, en verdad se ven acongojados. Sus pensamientos expresan su tristeza. Pero hay algunas personas que sólo vienen a enterarse de los detalles del accidente, sienten una gran curiosidad. Quieren ver cómo reacciona mi madre ante esta situación inesperada. Dicen que no pueden creerlo y todos confirman ésta idea. Coinciden en señalar que no había ninguna razón para que esto sucediera.

Otra vez esta aquí mi madre, llora desconsoladamente, la gente llega y la abraza. Le dicen que la acompañan en su dolor. Pero, ¿qué es su dolor? Me quedo muy cerca de ella para escucharla con claridad, sin que me interrumpan las demás conversaciones. Ella derrama lágrimas con cada persona que viene a verla. Piensa que se ha quedado sola, no esperaba que esto sucediera. Llora por éste imprevisto. Por la forma en que me fui contra su voluntad. Siempre estuvo pendiente de que nadie que pudiera llevarme de su lado se acercara a mi. Hizo mil cosas para aislarme de la gente. Ni siquiera le gustaba que tuviera amigas. Me quería completamente a su servicio. Ahora lo comprendo. Veo cómo ella se encargó de que no volvieran más. Quería que yo me dedicara sólo a ella, que la cuidara, que estuviera pendiente del más mínimo de sus deseos. Se esmeró en que yo aprendiera a cocinar sus platillos favoritos. Me quería a su servicio para siempre.   

Yo quería estudiar medicina, pero ella me mandó a la escuela de modistas, dijo que la sangre le horrorizaba y que yo tenía que estudiar algo que fuera propio de mujeres. Ella quería que su hijo fuera el del éxito, como mi padre, era quien debía poner el apellido de la familia en alto. Pero a mi hermano le gustaba más divertirse. Por años fingió estar estudiando. Mi madre le depositaba dinero en el banco para pagar su escuela y él lo gastaba en francachelas con sus amigos, ella no lo supo hasta que al final de la carrera que se supone tendría que haber estudiado, él se fue al extranjero para evitar ser confrontado. Lo buscó por mucho tiempo, sin importarle que la hubiera estafado. Era su hijo adorado. Él no quiso saber nada de la familia. Tiempo después algunas personas que volvieron del extranjero dijeron haberlo visto trabajando pasando indocumentados en la frontera. Y se fue a buscarlo, sólo para escuchar que no le interesaba volver, que era más feliz viviendo del otro lado, viviendo del modo americano. No le importaron las lágrimas y las súplicas de mi madre. Le rogó hasta el cansancio, y después tuvo que volverse con el orgullo pisoteado y con la amargura derramándose a cada palabra.

Descargó su furia conmigo, como si yo hubiera sido quien la defraudó. Desde entonces dijo a todo mundo que no quería saber nada de su hijo ingrato, pero todas las tardes lloraba ante su foto encerrada en su cuarto. Le molestaba la felicidad de otros, sobre todo la mía. Hizo todo lo posible para que mi vida fuera tan amarga como la suya.  Nunca entendí el motivo de su desamor. Me culpaba de todo, hasta de lo que ella hacía mal. No importaba cuanto me esforzara en complacerla, nunca estaba satisfecha. Siempre encontraba algo de lo cuál quejarse. Fui como ella me pidió que fuera. Hice todo cuanto ella quiso y jamás llegó a ser suficiente. No hubo manera de ganarme una migaja de su afecto y me cansé de su desaprobación reiterada. Pero no, no me suicidé como toda esta gente dice. Yo no estaba harta de la vida, sólo estaba harta de ella. Demasiado harta para soportarla.  Sólo quería irme lejos para ver si así me extrañaba un poco, para ver si mi ausencia me daba un pequeño lugar en su pensamiento y en su corazón.

Tomé las llaves de la camioneta en la noche, para irme mientras ella dormía, quería que en la mañana cuando ella se diera cuenta de mi partida hubieran pasado demasiadas horas como para poder encontrarme fácilmente. Es cierto que no empaque ropa, no estaba dispuesta a seguir usando nada de lo que ella había elegido para mí. Iba a iniciar una vida nueva donde nadie me conociera, donde pudiera empezar completamente de cero, donde por fin pudiera ser yo misma. Es mentira que me venciera el sueño y el cansancio. Iba muy atenta, pero la curva era muy cerrada, un tráiler en sentido contrario invadió mi carril, me sacó de la carretera, y caí vertiginosamente a ese barranco tan profundo. Es lo último que recuerdo…después simplemente  estaba aquí delante de toda esta gente.

Ellos no me ven, no  me oyen y yo no puedo tocarlos. Ahora puedo escuchar todos sus pensamientos  y deseos, pero ya no importa. Se acabó el tiempo, debo irme.

*VIDEO SONG: TRANSMUTATION, 
DINO SALUZZI _BANDONEÓN, 
ANDINA : ECM

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