¿Cuándo se busca el sentido de la vida? ¿En dónde hay que buscarlo?
Preguntas que alguna vez nos planteamos ante la pérdida de un ser querido. Ayer,
mientras la tierra comenzaba a cubrir tu ataúd, me preguntaba, qué pensabas
mientras elegías esa profesión con tantos riesgos. Querías acabar con ladrones
y delincuentes, con asesinos y narcotraficantes o simplemente querías sacar
toda esa rabia que acumulaste contra tu padre, contra la vida. No pude
encontrar la respuesta a pesar de darle tantas vueltas, pero esa reflexión me
permitió comprender que, esa había sido una decisión muy personal y que tú
tenías todo el derecho de hacerla, como todas las personas que deciden vivir su
vida al máximo.
Un hijo rechazado, humillado, abandonado, que se cansó de sentirse vulnerable, lastimado y herido.
Tomaste la decisión de ser fuerte, valiente, arriesgado, de entregar tu vida al
combate de la maldad y la codicia, del abuso y del crimen. Tenías muy claros
los riesgos a los que te exponías, pero no te importó, sabías que con tu muerte
dejabas asegurada económicamente a tu familia. Lo sabías muy bien, varías veces
lo dijiste, que habías ido a comprar tu muerte o hubiera sido mejor decir, a
vender tu vida. Tu vida, lo más valioso que tenías, la única mercancía que
podías cambiar. Tu vida a cambio de la seguridad económica de tu familia.
Tu madre se sentía profundamente orgullosa de cuanto habías logrado en el
ámbito profesional, y se sentía tan orgullosa de tu presencia imponente, se
sentía tan orgullosa de lo guapo que te veías dentro de tu uniforme militar.
Era un orgullo y una satisfacción que no le cabían en el alma, se le
desbordaban las palabras de orgullo cuando hablaba de ti: que habías ascendido
rápidamente hasta el rango más alto, que tu puntería con las armas era
inigualable, que eras quien capacitaba a los muchos batallones que combaten en
este país, que viajabas de ciudad en ciudad dando cursos. Que eras de las
fuerzas especiales. Que eras, lo mejor de lo mejor.
Tu vida intensa, breve, sólo tenías veintidos años, fue la vida de una
persona que decide por sí misma, que no espera a que las circunstancias la
arrastren. Eras muy joven cuando te enrolaste en el ejército, fue la única
solución que tu madre encontró para evitar que cayeras en el vicio de las
drogas. Y tú, encontraste allí un lugar para crecer, un lugar para ser tú, sólo
tú.
Pero el riesgo cobró su precio y tu muerte fue sorpresiva, impactante, dolorosa.
Sí, se sabía que podía ocurrir en cualquier momento, pero nadie esperaba que
así fuera. La noticia causó conmoción en el pueblo entero, no sólo en tu
familia. Este pueblo se duele de la pérdida de uno de sus hijos que mueren por
su tierra, por su gente, por su patria. Todos lo supieron, que luchabas por
mejorar esta patria, que hoy se cae a pedazos en manos del narcotráfico y la
corrupción.
Tus funerales fueron los correspondientes a un héroe, a un hijo de la
patria. Cuando entraste al pueblo, las campanas tañeron por todo lo alto. Mucha
gente te estaba esperando. Llegaste custodiado por dos batallones. Y tu casa
estuvo custodiada todo el tiempo que duró el funeral. A cada lado de tu féretro
se apostó un soldado que cada dos horas era relevado de su guardia. La bandera
nacional cubría tu ataúd y así fue hasta el momento del entierro, entonces, la
bandera fue puesta en manos de tu madre, que por supuesto, no le sirvió de
consuelo.
Este pueblo entierra a un héroe anónimo, cuyo nombre no figurará jamás en
la historia. Como muchos de los héroes que en nuestro país tienen que trabajar de forma anónima. Un joven que no buscaba el reconocimiento, ni los honores, un
joven que luchó por hacer de este un país mejor. Este pueblo te lo reconoce,
este pueblo se enorgullece de ti. Del ejemplo que has dado a los hombres, a las
mujeres, a los jóvenes, a los niños. Es
verdad, tu muerte es una gran pérdida, pero es también una gran esperanza, el
ver que sí hay gente honesta, sí hay gente que lucha y trabaja por construir una
gran nación.
Este pueblo, esta gente, este país, deberá seguir su lucha por crear un
mejor lugar para vivir, libre de violencia, libre de hambre, libre de miseria,
libre de funcionarios y presidentes corruptos.
Hoy este pueblo, esta nación, requiere de gente como tú, gente valerosa,
gente que luche, gente que no se rinda.
Gracias por tu ejemplo, gracias por tu valor, gracias por no estar del lado
de los que oprimen y destruyen este país.
Gracias.
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