jueves, 31 de agosto de 2017

LUCINA



LUCINA


Ella era una niña cuando tuvo que ir a vivir con su abuela, su madre había muerto muy  joven en un accidente y a su padre nunca lo conoció. Su abuela vivía de la herencia que le había dejado su esposo, pero el mantener una nieta no era de su agrado. No le gustaban los niños, nunca le habían gustado, y aceptó a Lucina con ella porque no tenía otra opción y porque pensó que en pocos años podría ayudarle y cuidarla cuando estuviera más vieja.

Lucina era pequeña, delgada, muy delgada y muy dócil. La inesperada muerte de su madre le cambió la vida. Anteriormente había vivido junto con su madre en una casa en donde trabajaba. Con su abuela había tenido poco contacto, pues su madre sólo podía salir de su trabajo cada mes. No tenía recuerdos agradables de ella, pues era una señora que siempre parecía estar de mal humor y que no le hacía mucho caso.

Desde el día que llegó con su abuela, durmió en la habitación que había sido de su madre, a pesar de su aspecto frágil, su abuela le encomendaba muchas tareas, desde barrer y limpiar la casa, ayudar a cocinar, hasta acarrear el agua del manantial  que estaba a un kilómetro. A lucina no le importaba, pues el trabajo la ayudaba a no  ponerse triste cuando pensaba en su madre. Su vida era monótona, llena de trabajo y ninguna diversión. No tenía nadie con quien hablar o jugar, puesto que no tenía hermanos, ni vecinos y tampoco iba a la escuela, por dos razones; porque era niña y porque su abuela no podía costaearle los gastos que implicaba.

Así que su vida consistía principalmente es estar al servicio de su abuela, quien por supuesto era muy exigente en que realizara meticulosamente las labores que le encomendaba. Y así continúo por algunos años hasta que comenzó a cambiar su cuerpo entrada la adolescencia. Fue entonces que la abuela decidió tomar cartas en el asunto, ella se había dado cuenta que un hombre mayor de cincuenta años, que no se había casado había puesto sus ojos en su nieta y ella decidió asegurar su posición al respecto. Lucina tenía solamente once años cuando su abuela la caso con el señor Leobardo.

Para la boda, no contó la opinión o parecer de Lucina, el acuerdo lo realizó la abuela y el marido, quien otorgó a la señora una buena cantidad de dinero para conseguir su objetivo y se comprometió a dar a la señora cada que cobrara su sueldo una parte para sus gastos. De tal modo que el señor, se quedó a vivir en la casa de la abuela, para así poder cuidar de ella cuando fuera necesario, o mejor dicho, para que Lucina se hiciera cargo de ella.

Desde el inicio de esa unión, la vida de Lucina fue un martirio, su abuela le consiguió un hombre alcohólico, que trabajaba de vez en cuando, y que la golpeaba constantemente, incluso sin ningún motivo, simplemente porque llegaba borracho a la casa. Lucina carecía de voz y voto, nada de lo que ella dijera importaba, su papel consistía unicamente en someterse a la voluntad de su marido y de su abuela. Padeció por años de una vida de maltrato ante la mirada cómplice de su abuela, quien callaba para evitar problemas con Leobardo quien le daba dinero, no importaba que estuviera embarazada, de todas formas aquél hombre seguía maltratándola.

Hubo una ocasión en que la tiró al piso y la pateo hasta que se cansó causándole multiples fracturas en las costillas y los brazos. La golpeo tan brutalmente que la dejó inconsciente y tuvo que ir la ambulancia por ella para llevarla al  hospital. Cuando los médicos la atendieron se dieron cuenta que no era un accidente lo que había sufrido, y le dijeron que podía levantar una denuncia y su esposo iría a la cárcel por ese delito. Fue ahí que le preguntaron si era maltratada por su marido y ella lo negó , pues le tenía miedo a aquél hombre, tenía miedo de lo que le pudiera hacer si lo denunciaba, pues ella sabía que si lo metían a la cárcel no sería por mucho tiempo y cuando él saliera, se vengaría de ella.  Lucina tenía mucho miedo de lo que pudiera hacerle a ella y a sus hijos, así que no levanto ninguna denuncia. No había a quién acudir para pedir ayuda, se sentía completamente acorralada, no tenía amigos ni familiares que la apoyaran.

Después de algunos años la abuela murió, pero esto no significó ningún cambio en la vida de Lucina, para entonces ella había tenido cuatro hijos, tres mujeres y un hombre, que eran niños y que veían el maltrato constante que recibía de su marido. Su esposo comenzó a enfermar, pues debido a su alcoholismo, tenía el higado dañado y comenzó el calvario de cuidarlo, pues aunque se fue debilitando y ya no podía valerse por el mismo, no perdía oportunidad de humillarla y ofenderla, aunque ya no podía golpearla.

La situación de Lucina la obligó a buscarse un trabajo para poder sostener económicamente a sus hijos y a su marido quien ya estaba completamente incapacitado. Ella no había ido a la escuela, pero aprendio a leer y escribir y hacer cuentas cuando sus hijos hacían las tareas, ellos le enseñaron. Así que salió a buscar trabajo y encontro uno en una pollería, ella no sabía hacer nada, pero le dieron la oportunidad de aprender, puesto que es un trabajo muy duro y es díficil conseguir empleados.



Ella entraba a trabajar a las cuatro de la mañana, su trabajo consistía en matar, los pollos, desplumarlos, destazarlos y por último venderlos. Terminaba de vender como a la una de la tarde, tenía que limpiar el lugar y se iba a las dos de la tarde. Las primeras semanas fueron terribles, era un trabajo demasiado pesado para ella, terminaba agotadisíma y por las noches le daba calentura. Realmente se sentía muy mal, pero ella sabía que no tenía otra opción, pues tenía que mantener a cuatro hijos, por lo que decidió que tenía que aguantar. Y así lo hizo, se iba a las cuatro de la mañana de lunes a sabado, sin importar si tenía calentura o no. Finalmente su cuerpo resistió y se adaptó. Trabajo vendiendo pollo hasta que sus hijos fueron mayores.

El esposo siguió enfermo un par de años, hasta que finalmente murió, pero en todo el tiempo que estuvo enfermo nunca trató bien a Lucina, pues aún enfermo le gritaba  e insultaba, ella nunca se atrevió a dejarlo por lástima, pues no tenía quien lo cuidara ni podía trabajar y sus hijos tampoco sentían afecto por él, a quien la mayoría de las veces miraban borracho y también a ellos los golpeaba cuando trataban de defender a su mamá. Veinte años soportó a ese marido, que finalmente murió a consecuencia de su vicio de alcoholismo. Por fin Lucina fue libre y siguió trabajando para ella y sus hijos. Algunos de ellos trabajaban y estudiaban al mismo tiempo, siendo que tres lograron terminar sus carreras, y  uno de ellos se dedicó al comercio.


Hoy Lucina es una persona mayor, que ya terminó de criar y educar a sus hijos, encontró una nueva pareja, con quien decidió iniciar una nueva relación. Un hombre, amable, tranquilo, apacible que fue militar y ambos viven de la pensión de él. Se acompañan mutuamente, les gusta salir a caminar y a veces visitan a sus hijos. Todos los hijos de Lucina son independientes y por fortuna, ninguno heredó el alcoholismo del padre, ni su carácter. Ahora tiene una vida tranquila al lado de un hombre que la ama y a quien ama. Una vida llena de sufrimiento y maltrato no consiguió amargarla.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario