LUCINA
Ella era una niña cuando tuvo que ir a vivir con su abuela, su madre había
muerto muy joven en un accidente y a su
padre nunca lo conoció. Su abuela vivía de la herencia que le había dejado su
esposo, pero el mantener una nieta no era de su agrado. No le gustaban los
niños, nunca le habían gustado, y aceptó a Lucina con ella porque no tenía otra
opción y porque pensó que en pocos años podría ayudarle y cuidarla cuando
estuviera más vieja.
Lucina era pequeña, delgada, muy delgada y muy dócil. La inesperada muerte
de su madre le cambió la vida. Anteriormente había vivido junto con su madre en
una casa en donde trabajaba. Con su abuela había tenido poco contacto, pues su
madre sólo podía salir de su trabajo cada mes. No tenía recuerdos agradables de
ella, pues era una señora que siempre parecía estar de mal humor y que no le
hacía mucho caso.
Desde el día que llegó con su abuela, durmió en la habitación que había
sido de su madre, a pesar de su aspecto frágil, su abuela le encomendaba muchas
tareas, desde barrer y limpiar la casa, ayudar a cocinar, hasta acarrear el
agua del manantial que estaba a un
kilómetro. A lucina no le importaba, pues el trabajo la ayudaba a no ponerse triste cuando pensaba en su madre. Su
vida era monótona, llena de trabajo y ninguna diversión. No tenía nadie con
quien hablar o jugar, puesto que no tenía hermanos, ni vecinos y tampoco iba a
la escuela, por dos razones; porque era niña y porque su abuela no podía
costaearle los gastos que implicaba.
Así que su vida consistía principalmente es estar al servicio de su abuela,
quien por supuesto era muy exigente en que realizara meticulosamente las
labores que le encomendaba. Y así continúo por algunos años hasta que comenzó a
cambiar su cuerpo entrada la adolescencia. Fue entonces que la abuela decidió
tomar cartas en el asunto, ella se había dado cuenta que un hombre mayor de
cincuenta años, que no se había casado había puesto sus ojos en su nieta y ella
decidió asegurar su posición al respecto. Lucina tenía solamente once años
cuando su abuela la caso con el señor Leobardo.
Para la boda, no contó la opinión o parecer de Lucina, el acuerdo lo
realizó la abuela y el marido, quien otorgó a la señora una buena cantidad de
dinero para conseguir su objetivo y se comprometió a dar a la señora cada que
cobrara su sueldo una parte para sus gastos. De tal modo que el señor, se quedó
a vivir en la casa de la abuela, para así poder cuidar de ella cuando fuera
necesario, o mejor dicho, para que Lucina se hiciera cargo de ella.
Desde el inicio de esa unión, la vida de Lucina fue un martirio, su abuela
le consiguió un hombre alcohólico, que trabajaba de vez en cuando, y que la
golpeaba constantemente, incluso sin ningún motivo, simplemente porque llegaba
borracho a la casa. Lucina carecía de voz y voto, nada de lo que ella dijera
importaba, su papel consistía unicamente en someterse a la voluntad de su
marido y de su abuela. Padeció por años de una vida de maltrato ante la mirada
cómplice de su abuela, quien callaba para evitar problemas con Leobardo quien
le daba dinero, no importaba que estuviera embarazada, de todas formas aquél
hombre seguía maltratándola.
Hubo una ocasión en que la tiró al piso y la pateo hasta que se cansó
causándole multiples fracturas en las costillas y los brazos. La golpeo tan
brutalmente que la dejó inconsciente y tuvo que ir la ambulancia por ella para
llevarla al hospital. Cuando los médicos
la atendieron se dieron cuenta que no era un accidente lo que había sufrido, y
le dijeron que podía levantar una denuncia y su esposo iría a la cárcel por ese
delito. Fue ahí que le preguntaron si era maltratada por su marido y ella lo
negó , pues le tenía miedo a aquél hombre, tenía miedo de lo que le pudiera
hacer si lo denunciaba, pues ella sabía que si lo metían a la cárcel no sería
por mucho tiempo y cuando él saliera, se vengaría de ella. Lucina tenía mucho miedo de lo que pudiera
hacerle a ella y a sus hijos, así que no levanto ninguna denuncia. No había a
quién acudir para pedir ayuda, se sentía completamente acorralada, no tenía amigos
ni familiares que la apoyaran.
Después de algunos años la abuela murió, pero esto no significó ningún
cambio en la vida de Lucina, para entonces ella había tenido cuatro hijos, tres
mujeres y un hombre, que eran niños y que veían el maltrato constante que
recibía de su marido. Su esposo comenzó a enfermar, pues debido a su
alcoholismo, tenía el higado dañado y comenzó el calvario de cuidarlo, pues
aunque se fue debilitando y ya no podía valerse por el mismo, no perdía
oportunidad de humillarla y ofenderla, aunque ya no podía golpearla.
La situación de Lucina la obligó a buscarse un trabajo para poder sostener
económicamente a sus hijos y a su marido quien ya estaba completamente
incapacitado. Ella no había ido a la escuela, pero aprendio a leer y escribir y
hacer cuentas cuando sus hijos hacían las tareas, ellos le enseñaron. Así que
salió a buscar trabajo y encontro uno en una pollería, ella no sabía hacer
nada, pero le dieron la oportunidad de aprender, puesto que es un trabajo muy
duro y es díficil conseguir empleados.
Ella entraba a trabajar a las cuatro de la mañana, su trabajo consistía en
matar, los pollos, desplumarlos, destazarlos y por último venderlos. Terminaba
de vender como a la una de la tarde, tenía que limpiar el lugar y se iba a las
dos de la tarde. Las primeras semanas fueron terribles, era un trabajo
demasiado pesado para ella, terminaba agotadisíma y por las noches le daba
calentura. Realmente se sentía muy mal, pero ella sabía que no tenía otra
opción, pues tenía que mantener a cuatro hijos, por lo que decidió que tenía
que aguantar. Y así lo hizo, se iba a las cuatro de la mañana de lunes a
sabado, sin importar si tenía calentura o no. Finalmente su cuerpo resistió y
se adaptó. Trabajo vendiendo pollo hasta que sus hijos fueron mayores.
El esposo siguió enfermo un par de años, hasta que finalmente murió, pero
en todo el tiempo que estuvo enfermo nunca trató bien a Lucina, pues aún
enfermo le gritaba e insultaba, ella
nunca se atrevió a dejarlo por lástima, pues no tenía quien lo cuidara ni podía
trabajar y sus hijos tampoco sentían afecto por él, a quien la mayoría de las
veces miraban borracho y también a ellos los golpeaba cuando trataban de
defender a su mamá. Veinte años soportó a ese marido, que finalmente murió a
consecuencia de su vicio de alcoholismo. Por fin Lucina fue libre y siguió
trabajando para ella y sus hijos. Algunos de ellos trabajaban y estudiaban al
mismo tiempo, siendo que tres lograron terminar sus carreras, y uno de ellos se dedicó al comercio.
Hoy Lucina es una persona mayor, que ya terminó de criar y educar a sus
hijos, encontró una nueva pareja, con quien decidió iniciar una nueva relación.
Un hombre, amable, tranquilo, apacible que fue militar y ambos viven de la
pensión de él. Se acompañan mutuamente, les gusta salir a caminar y a veces
visitan a sus hijos. Todos los hijos de Lucina son independientes y por
fortuna, ninguno heredó el alcoholismo del padre, ni su carácter. Ahora tiene
una vida tranquila al lado de un hombre que la ama y a quien ama. Una vida llena
de sufrimiento y maltrato no consiguió amargarla.
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