La primer canción
En el principio era el
silencio, nada más que el silencio. Ni espacio ni tiempo existían.
Y entonces, Él decidió
crear la primer canción.
De su propio aliento
sopló con un suave movimiento, apenas una vibración débil, como el aleteo de
una mariposa.
Un sonido lento que fue
haciéndose rítmico y acompasado. Formando la primer nota…un breve silencio y
después la segunda…y después otra y otra.
Muchas notas. Se crearon
tantas, ordenadas de diversas formas, y cuando se hicieron fuertes y
consistentes, entonces fueron suficientes para crear al primer ser vivo.
Se enlazaron entre sí,
se tejieron para adquirir forma, textura y color.
Surgieron hermosos y
vibrantes seres. Ellos no lo saben, pero su vida esta sostenida por una
canción.
Sopló una, mil e
incontables veces, creando millones de notas.
Sopló muy fuerte para
hacer las enormes estrellas y planetas.
Cada nota, cada
vibración, sostenidos sobre dos ejes: tiempo y espacio.
La duración del tiempo,
y el espacio entre las notas, crea la forma, la consistencia, cada una de las
características que lo hacen únicos y diferentes a los seres.
La vida se mueve al
ritmo de la música con que en su inicio se escribió.
Cada latido del corazón,
es un recordatorio de la primera nota vibrante, del primer sonido que lo creo.
Cada movimiento del
cuerpo se hace de acuerdo al primer ritmo creador.
A la primer canción se
siguieron miles y miles. Tantas como seres y cosas hay en el universo.
Todo creado del aliento
de dios, salido de su propio corazón.
Cada ser vivo fue
obsequiado con una parte del mismo dios: el alma.
En ese pequeño
fragmento, escrito en el mismo lenguaje musical, se guardo la primer canción y
la historia de su propia evolución.
Una canción que pocos
escuchan, escondida tras el silencio profundo y la quietud.
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