NESTORA
Nestora, es una mujer indígena, nació y creció en el pequeño
pueblo de Olinalá Guerrero. Ella es la sexta de siete hermanos. Mujer fuerte y
luchadora, nunca cejó en su empeño de salir adelante, de buscar una mejor vida
de la que podía tener en su lugar de origen. Como millones de mexicanos pobres
y marginados, a los veinte años emigró a los Estados Unidos buscando la única
posibilidad que podía cambiar su vida.
En el país vecino trabajó duramente como empleada doméstica,
niñera y mesera. Allá se casó, formó una familia, y finalmente se hizo
ciudadana. Ella es de los mexicanos que dejan su patria por falta de
oportunidades en su país. Y aunque vivió allá por muchos años, nunca dejó de
amar y extrañar su tierra. Con el tiempo, sus hijas crecieron e hicieron su
propia familia. Sin las responsabilidades de la crianza y con la posibilidad de
entrar y salir libremente de Estados Unidos, comenzó a realizar frecuentes
viajes a su pueblo natal. Sólo para confirmar con sus propios ojos el aumento
de la pobreza extrema y el hambre de sus paisanos. La misma hambre, que años
atrás, la movió a irse.
Quién ha pasado hambre y frío alguna vez en su vida, no es
insensible al hambre de sus hermanos de sangre.
Comenzó a viajar más frecuentemente de Estados Unidos a Olinalá, para
traer ropa y alimentos a sus paisanos. Poco a poco, un sentimiento de
solidaridad y justicia la llevó a involucrarse en el movimiento indígena de su
comunidad.
Guerrero es uno de los estados más violentos del país. La
extrema pobreza en que viven los indígenas, ha hecho que históricamente en este
lugar surjan líderes que encabezan la lucha por la justicia y el derecho a una
vida digna. El gobierno ha respondido desapareciendo o matando a los líderes en
un intento por apagar las protestas y mantener el control. Las masacres de
campesinos indígenas han sido parte de la historia de este estado. La desaparición
de los estudiantes de Ayotzinapa, es un hecho que al hacerse público, ha
indignado a la comunidad mundial, pero que, no es el único. En los últimos cinco años la violencia,
pobreza, corrupción y criminalidad ha aumentado, no sólo en Guerrero sino el
todo el país. En carne propia, estos pueblos han experimentado en repetidas
ocasiones, la represión gubernamental.
Conscientes de su vulnerabilidad ante el gobierno y la
criminalidad, algunas comunidades de los estados de Guerrero, Michoacán y
Oaxaca, han optado por organizarse y protegerse a sí mismas, formando una Policía
Comunitaria. Derecho, que constitucionalmente está fundamentado en el artículo 2º de nuestra ley magna, y, además
en la Ley 701 de Reconocimiento, Derechos y Cultura de los Pueblos y
Comunidades Indígenas del estado de Guerrero. Una de las funciones de la
Policía Comunitaria, es proteger a los residentes contra el crimen organizado.
Su propósito no es delinquir, sino colaborar en la seguridad de las
poblaciones.
La población de Olinalá había sido víctima de grupos
criminales organizados que secuestraban mujeres para la trata y explotación
laboral, mientras a los hombres los obligaban para el trasiego de la droga o
como sicarios. En este pueblo, fue el asesinato de un taxista que se negó a
pagar el dinero para su “protección” a un grupo criminal, lo que motivó a la
formación de la Policía Comunitaria. Como
mujer luchadora y líder natural, Nestora encabezó y dirigió la manifestación de
los pobladores para expulsar al grupo criminal de su localidad y se
establecieron retenes para impedir que regresaran.
En la primavera de 2013, Nestora fue electa comandante de la
Policía Comunitaria de Olinalá. En sus inicios pidió ayuda al gobernador de
Guerrero, quien se comprometió a proporcionarles una fuerza armada,
entrenamiento y algunas armas. El impacto que tuvo la Policía Comunitaria, que operaba
con base en medios tradicionales de responsabilidad y control social fue
asombroso: la disminución de la tasa de criminalidad en un 90% y ningún
homicidio en los 10 meses en que estuvo operando. Un logro que ni remotamente
ha logrado el gobierno federal en todos estos años en su lucha contra el
narcotráfico.
En agosto de 2013 ocurrió una emboscada en la carretera a
Olinalá, en donde murieron dos ganaderos y otro más, desapareció. Familiares de
las victimas solicitaron ayuda al síndico procurador del municipio, quien los
ignoró, por lo que, decidieron acudir a la Policía Comunitaria. Como dirigente
de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria
(CRAC-PC), Nestora detuvo al síndico procurador a quien encontró alterando pruebas
de la escena del crimen y tratando de huir con una vaca propiedad de uno de los
difuntos. El síndico fue trasladado a la Casa de la Justicia de El Paraíso, en
Ayutla de los Libres, para que fuera juzgado conforme a la ley, o bien,
conforme a las leyes de usos y costumbres de la CRAC-PC en el tribunal popular.
Cinco días después de este suceso, Nestora fue detenida por
el ejército y la marina, policías federales, estatales y municipales, sin que
hubiera una orden judicial en su contra. En el operativo se le informó que
sería trasladada a la ciudad de Chilpancingo. El pretexto oficial de su
detención fue el secuestro de unos adolescentes (a quienes arrestó porque
vendían droga) y del síndico procurador. Hubo una segunda acusación por
secuestro y lesiones contra otras cinco personas. Y una tercera acusación del
gobierno federal por el delito de delincuencia organizada en la modalidad de
secuestro.
Parte del trabajo comunitario desarrollado por Nestora era
fomentar el liderazgo de las mujeres indígenas y empoderarlas para defenderse
de la violencia intrafamiliar y el abuso infantil. Como ciudadana estadounidense
está considerada una defensora de los derechos humanos y de las comunidades
indígenas. La Universidad Berkeley, de California, la apoyó con la contratación
de un bufet de abogados para su defensoría, quién ganó la apelación contra el
auto de formal prisión en marzo de 2014. La conclusión de los magistrados fue
contundente: la fiscalía del estado de Guerrero no pudo acreditar que Nestora
privó ilegalmente de su libertad a las personas para pedir rescate, porque ella
era coordinadora de la Policía Comunitaria. Las detenciones que se hicieron
estaban dentro de sus funciones como coordinadora, y las personas detenidas,
siempre estuvieron dentro de las Casas de Justicia de la Policía Comunitaria.
Los actos que se le imputaban a Nestora eran privación ilegal
de la libertad de varias personas, pero esto, no puede considerarse como un
delito, en tanto que la Policía Comunitaria forma parte de Sistema Estatal de
Seguridad Pública y lo que se ha manejado como pago de rescate, en realidad es
el pago de la fianza que se fijó de acuerdo a la gravedad del delito cometido
por las personas detenidas.
Años atrás, Nestora sufrió un accidente automovilístico que dejó
paralizada temporalmente del cuello hacia abajo. La terapia física le permitió
recuperar casi todas sus funciones motoras, sin embargo, todavía requiere de
tratamiento médico y terapia de rehabilitación. Pero ella fue trasladada a una
prisión de máxima seguridad en agosto de 2013, siendo considerada por el
Gobierno mexicano como un peligro para la sociedad, y desde las primeras
semanas de su detención, se le mantuvo totalmente incomunicada. Sin permitir la visita de familiares que hicieron el largo recorrido para verla.
Se le permitió hablar con su abogado, sólo después de pasada la fecha límite
para la petición de liberación durante
la espera de juicio.
A pesar de que el auto de formal prisión fue revocado desde
marzo de 2014, Nestora sigue encarcelada en la prisión de máxima seguridad El
rincón en Tepic, Nayarit, a varios días
de viaje de Olinalá. No hay ningún sustento jurídico para privar de su libertad
a Nestora, pero, ella ha cumplido año y medio, presa.
En la cárcel la mantienen completamente aislada, sin
posibilidad incluso de participar en ninguno de los talleres que realizan al
interior del penal. La falta de
ejercicio, atención médica, una buena alimentación y el contacto con sus familiares
y amigos han deteriorado rápidamente su salud, ocasionando incluso, un problema
en su riñón. Una mujer que nunca tuvo antecedentes
penales, que luchó para erradicar la violencia contra la mujer y los niños, que
buscaba el bienestar de su comunidad y que se enfrentó a bandas de criminales,
tratada como un criminal de alta peligrosidad.
Las amenazas de muerte y las represalias han impedido que reciba
apoyo para su liberación. De la misma forma, se ha impedido la reorganización
de la Policía Comunitaria. La persecución y encarcelamiento de líderes
comunitarios como Nestora y la supresión de las fuerzas policiales
comunitarias, obedece a intereses políticos ambiciosos. Por un lado, la
concesión a empresas extranjeras para la explotación de los recursos naturales
y metales preciosos de las montañas de Guerrero. Por otro, la desintegración de
la organización de los pueblos indígenas y la supresión de cualquier protesta
ante los abusos e injusticias de que históricamente han sido objetos.
En una de las prisiones de máxima seguridad de este país,
algún preso encarcelado injustamente, escribió un día en la pared: “En este
castillo fortaleza, no se castiga el delito, sino la pobreza”. Es la historia de los pobres, de los
marginados, de los luchadores sociales, de los que tratan de erradicar la
corrupción. La razón por la que Nestora sigue tras las rejas.
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