lunes, 29 de diciembre de 2014

LOS HERNÁNDEZ



LOS HERNANDEZ


Cuentan que en tiempos postrevolucionarios, a lo largo y ancho del país prevalecía un gran caos. Había grupos guerrilleros que ocultos en la sierra, de vez en cuando realizaban incursiones a las ciudades para aprovisionarse de armas. De igual manera existían maleantes, quienes aprovechándose de la incapacidad del gobierno para restablecer el orden realizaban sus fechorías en los indefensos pueblos. Robaban y mataban  a la gente inmisericordemente.

Fue en esta época que existió una banda de maleantes muy conocidos como Los Hernández. Así los llamaban pues ese era su apellido, ya que todos eran hermanos. Estos hombres sembraban el terror, dejando  a su paso una estela de muerte.

Fue en una ocasión en que en uno de los pueblos se celebraba el carnaval, que Los Hernández hicieron una de sus tantas fechorías.  Los pobladores muy contentos estaban en su festejo, recorriendo las calles con el tradicional brinco del chinelo. Hombres, mujeres y niños se habían puesto su disfraz y cubierto la cara con la máscara y el sombrero. Había pasado ya mucho tiempo, desde que empezaran el recorrido de las calles, sin que nada extraordinario ocurriera. Cuando de pronto, de entre los disfrazados aparecieron Los Hernández, quienes de entre sus trajes sacaron sus armas y comenzaron a matar a mucha gente, que ellos sabían que no los querían. Fueron muchos los muertos, incluidos mujeres y niños.

Mucha gente les temía a estos maleantes, porque solían tomar venganza de quien se atreviera a denunciarlos ante las autoridades. En cuanto ellos se enteraban de que habían sido denunciados, buscaban a la persona, aún en su propia casa y la mataban.

En uno de los pueblos, la gente se dedicaba a la extracción de cal, la cual comercializaban en poblaciones aledañas. Para ello, tenían que mantener encendido el fuego durante tres días y dos noches en el horno en donde ponían a cocer las piedras. Los hombres cortaban leña y la traían durante el día, y por la noche, dormían cerca del horno, para cuidar de avivar el fuego. Fueron varias veces que los Hernández emboscaron a los hombres y los mataron mientras realizaban su trabajo.


Fue en este lugar que los hombres se organizaron para defenderse, y en grupos realizaban rondas en el pueblo. Hubo varios enfrentamientos con los maleantes, en los que algunos pobladores perdieron la vida, pero poco a poco, lograron que Los Hernández no entraran más al pueblo. Había un vigilante que se apostaba en lo alto de un cerro, desde donde podía mirarse hacia todos lados y cuando veía que se acercaban los maleantes, daba la señal de alarma y todos los hombres salían armados para enfrentarlos. 


Ante la organización de los pueblos para defenderse, los ataques de los maleantes fueron haciéndose menos continuos. Aunque fue el gobierno, quien finalmente mandó a perseguirlos hasta acabar con ellos.

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