jueves, 28 de agosto de 2014

PEQUEÑAS TORTUGAS




Pequeñas tortugas

Miro el inmenso mar, el azul intenso, el rugido constante y el romper de las olas. Es de los espectáculos que me hacen pensar en la  infinitud del universo y en mi contrastante pequeñez y fragilidad.

Una enorme ola puede arrasarme en un instante, convertirme en algo menos que un grano de arena.

Soy nada y soy todo en un momento. Nada ante la furia de los elementos  y al mismo tiempo un ser con todo lo necesario para vivir esta vida.

Son la seis de la tarde, puntualmente el sol se pone sobre el horizonte. 



Es el momento esperado para la  liberación de las tortugas. Pequeñas criaturas nacidas dos o tres días antes.

Se marca una línea sobre la orilla de la playa, muy cerca de donde rompen las olas.

Al mismo tiempo todas las tortugas son depositadas sobre la línea. Es la primera vez que enfrentan el mar.

Las miro caminar presurosas, algunas tambaleantes, pero todas absolutamente saben hacia dónde ir.

Inscritos en sus genes está cuanto necesitan para enfrentar su destino. El inmenso y avasallante mar. 


Algunas fuertes y otras débiles pero todas siguen el camino. Esa línea de destellos  dorados que el sol dibuja sobre el mar antes de marcharse cada día.

Poco a poco alcanzan las olas, son tan pequeñas que el mar las arrastra y devuelve un poco cada vez.

Ellas se levantan, siguen avanzando, siempre hacia adelante  hasta rebasar la zona en que son devueltas por las  olas.

Poco a poco todas desaparecen en las profundidades de mar. Las miro valientes y  determinantes.

Las veo pequeñas, frágiles enfrentando la vida y la adversidad. Con un fuerte impulso por la vida. Sin duda esto es obra de Dios.


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