EL TESORO
ENTERRADO
Hace algunos años, en un pequeño
y hermoso pueblo, vivió un señor llamado don Desiderio. Este señor de origen
campesino era muy religioso y con mucho entusiasmo se había comprometido en
repetidas ocasiones a realizar la comida para la fiesta anual del santo de su
pueblo. Aquélla vez, se acercaba el día de la celebración y don Desiderio no
tenía suficiente dinero para realizar la fiesta. Su preocupación aumentaba día
con día, pensando en cómo podía cumplir con su compromiso.
En uno de esos días, en que
todavía no resolvía su problema, tuvo necesidad de poner un clavo dentro de su
casa para colgar algunas cosas. Su casa había sido la herencia de sus padres. Una casa enorme de
paredes muy altas y gruesas, tanto que algunas paredes medían un metro de
ancho.
Don Desiderio, tomó martillo y
clavo, y comenzó a perforar la pared. No había golpeado ni tres veces con el martillo,
cuando una porción de la pared se vino abajo. Era una capa muy delgada. Al
golpear varias veces con su mano en ese lugar pudo darse cuenta que estaba
hueco. Con su martillo derribó otra parte de la delgada pared y dentro encontró
una enorme olla de barro completamente llena de monedas de oro. Al instante don
Desiderio se llenó de júbilo pensando en que con ese dinero podría hacer la
gran fiesta que había prometido a Dios. Y así lo hizo. Para él lo más
importante en su vida era demostrar gratitud al creador.
El tesoro que había encontrado
don Desiderio era tanto, que una gran parte la donó a la misma iglesia. Con la
donación se compraron bancas, floreros, se arreglaron puertas, se pintó el
altar, el techo y paredes. Para él mismo apenas si tomó algunas
monedas, porque era un hombre trabajador y honesto que no requería de grandes
lujos para ser feliz.
A pesar de que tenía tanta
riqueza como para no trabajar por el resto de su vida, don Desiderio eligió
tener la vida de siempre, seguir trabajando y vivir con modestia. La gente del
pueblo se enteró de su hallazgo. Todos sabían que algo así podía ocurrir, pues
en ese pueblo habían sido escondidos mucho dinero, joyas y objetos de valor por
bandidos que durante la revolución se habían dedicado al robo y al saqueo.
Ellos acostumbraban enterrar el botín o esconderlo en las cuevas que hay en el
campo.
Por muchos años don Desiderio se
siguió encargando de preparar la comida para la fiesta patronal, pues tenía
dinero de sobra para ello. Con la finalidad de no despertar la codicia de
ninguno de sus descendientes, decidió prescindir del resto del tesoro. Con el
cuero de buey que mató para la comida de la fiesta que ofreció, mandó a hacer
algunas bolsas. Dentro de ellas depositó el resto de las monedas, y las enterró
en distintos lugares. Algunos creen que dentro del mismo patio de su casa,
otros piensan que las llevó al campo. Pero lo cierto es que nunca le dijo a
nadie donde estaban.
Hoy día,
la casa en que vivió don Desiderio está completamente deshabitada, a pesar de
su antigüedad, se conserva en perfectas condiciones. Una casa hecha de tierra y
cal, de enormes habitaciones con ventanas y puertas de madera. Desde la entrada
se mira su patio interior y al frente un corredor amplio. Una casa vacía con un
aire de misterio. Ninguno de sus descendientes la habita, pero algunos de ellos,
suelen ir de vez en cuando, a buscar un tesoro que aún no encuentran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario