LOS HEREDEROS
La película de Eugenio Polgovsky muestra el
lado de la cara que pocos vemos. La vida de los niños que por distintas
situaciones quedan excluidos de ser parte del progreso y la civilización. La
necesidad de su fuerza de trabajo para la sobrevivencia familiar, los incluye a
muy temprana edad en un círculo de trabajo del que no podrán librarse durante
toda su vida.
Cientos de poblaciones marginadas en donde
la educación, el derecho a la salud, a la alimentación ni siquiera se escuchan
como parte de un discurso. Miles de niños indígenas, nacen, crecen, viven y se
alimentan entre los surcos. Jamás pisan una escuela, no miran televisión, no
conocen los juegos de video, ni teléfonos celulares, muchos de ellos ni
siquiera tienen una casa. Hijos de trabajadores con sueldos miserables, están
condenados a una vida de trabajo de sol a sol en grandes cultivos de
hortalizas.
Un mundo donde la niñez no se caracteriza
por el juego. El trabajo para ayudar a subsistir a la familia empieza lo más
pronto posible, apenas puedan cargar una cubeta llena de tomates, chiles o
pepinos, que cortan directamente de la planta y pesan en una báscula, donde
alguien en una libreta anota el trabajo que cada quien hace por día y que al
terminar la jornada les será pagado.
En la sierra, lejos del llamado mundo
civilizado, los niños ayudan a su familia a cortar leña, acarrear agua de los
ríos y manantiales a su casa, a cultivar la tierra, a tejer la ropa en telares,
a elaborar artesanías, herederos del conocimiento de sus padres desde muy
pequeños tendrán que desarrollar las habilidades que les permitan sobrevivir en
un medio donde el trabajo lo es todo.
Una película donde las imágenes hablan más
que las palabras. Ahí donde los herederos no recibirán nunca dinero, ni
propiedades, sólo…una forma de vida.
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