LOS ARBOLES-ESQUELETO
Es
media noche, la oscuridad como una capa negra envuelve a todas las criaturas de
la selva. Los caminos transitados durante el día, de pronto se han vuelto
amenazantes, los peligros acechan en los pequeños recodos, atrás de los gruesos
troncos de los árboles, y en las profundas cañadas a la orilla del camino. Todo
ser vivo avisado por su instinto se esconde en lo más profundo de su guarida.
Un silencio sepulcral despierta mi instinto de alerta. Una voz que viene de no
sé donde, me da la certeza de que estoy en peligro y sin embargo no huyo ni me
escondo, la misma voz me dice que debo continuar mi camino.
Ahora
reconozco claramente el lugar en donde estoy, he estado en el cientos de veces,
desde que era niña, sé que este es el mismo lugar de hoy en la tarde, pero en
esta noche oscura es distinto. Los frondosos árboles se han transformado en
siluetas fantasmales. Cobran vida y dirigen sus ramas amenazantes hacia mí,
pero no pueden perseguirme, se limitan a tratar de asustarme con sus
movimientos violentos y agudos susurros. Lo logran, siento en mi cuerpo el viento
helado que se bate en sus ramas famélicas y desprovistas de hojas. Se yerguen
tambaleantes, como esqueletos antiguos a punto de derrumbarse.
Avanzo
entre ellos, con el corazón a punto de estallar con sus fuertes y acelerados
latidos. Sus ramas desesperadas se estiran como unas manos ansiosas tratando de
atraparme. Una fuerza invisible las detiene y ellas se rebelan en contorsiones
furiosas. Escucho palabras que parecen ser maldiciones en un idioma que no
entiendo, pero cuya vibración hace que un escalofrío me recorra de arriba hacia
abajo y de abajo hacia arriba, una vez y
otra, en un tiempo que parece sin fin. Palabras que rebotan con ecos lejanos y
que parecen dispuestos a prolongarse por una eternidad. Una esfera transparente
de luz clara me envuelve, cuando las
ramas tratan de atravesarla, un dolor agudo les hace encogerse.
Sigo
avanzando por el campo de los arboles esqueleto y cuando salgo, llego a un
lugar seguro, donde la vegetación tiene vida y un suave calor me envuelve. Alguien
me espera para ayudarme a sortear los peligros. Dos enormes perros negros me
salen al paso y tratan de atacarme, su mirada está llena de odio y sus
babeantes hocicos muestran sus filosos y agudos dientes. Su furia y sus
gruñidos aumentan ante mi cercanía. No comprendo su furia, parecen odiarme
desde siempre. Han estado esperándome para emboscarme. Al percatarse de que no
pueden dañarme, sus ojos brillan con mayor furia y parecen a punto de
desorbitarse. Una voz firme y serena me dice que no hay nada que temer. A cada
paso mío los animales retroceden para no tocar la esfera de luz. Tratan de
rodearme buscando un punto débil por donde alcanzarme. La voz me anima a
continuar.
Entonces las veo a ellas, son dos mujeres, son ellas las que tratan de dañarme. Ahora me doy cuenta que tiene mucho tiempo que han estado tratando de hacerlo. Se han valido de hechizos para causarme daño. Ahora me miran furiosas e impotentes, ninguno de sus maleficios puede funcionarles. Esta esfera de luz que me envuelve es impenetrable para ellas, se dan cuenta de ello. Su maldad no puede alcanzarme, el odio y la envidia crece dentro de ellas, como una oscuridad densa que las va devorando poco a poco, sus rasgos humanos van desdibujándose rápidamente hasta disolverse en la más densa de las oscuridades.
Es
un nuevo día, camino por la calle, el cielo está especialmente hermoso, de un
azul limpio e intenso. Los árboles están estrenando su follaje, destellos de
luz, como brillantes estrellas se reflejan en sus hojas tiernas. Las
golondrinas celebran la vida con su revoloteo y su trinar estridente. Y las
encuentro nuevamente, a esas dos mujeres, las de la noche anterior. Sé
perfectamente que no fue un sueño. Al pasar a mi lado, simulan una sonrisa
amable en tanto me saludan. Les devuelvo el saludo mirándolas a los ojos
directamente. No les tengo miedo, ahora sé a lo que se dedican en la oscuridad
de la media noche. Puedo ver dentro de ellas que no desistirán de su propósito,
pero yo, simplemente, estoy fuera de su alcance.
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