miércoles, 31 de julio de 2019

CARTA DESDE LAS ESTRELLAS





CARTA DESDE LAS ESTRELLAS


Escrita sobre dos hojas se encontraban plasmadas las respuestas a varias preguntas que ella se había hecho por mucho tiempo. Pero cómo podía tener respuestas de alguien que no conocía, que nunca había visto, que ni siquiera sabía que existiera y cuyo nombre le era completamente desconocido. Pero ahí en palabras escritas, que podía releer una y otra vez, estaban las respuestas. De hecho lo había vuelto a leer ya muchas veces tratando de entender cómo alguien podía escribirle desde otro planeta. Pero lo asombroso no era esto, pese  a que recibir una carta de un planeta lejano no era algo común, lo verdaderamente asombroso era recibir respuestas a preguntas personales de alguien tan lejano, de alguien que parecía conocerla muy bien, y más aún, que parecía saber incluso sus propios pensamientos y miedos.

Tan solo el leer las respuestas le dio un vuelco en el corazón, ¿quién podía saber sus dudas y miedos más escondidas, aparte de ella misma?  Tal vez, algunas de sus amigas más confiables, pero aún ellas, sabían sólo lo que había sido capaz de contarles, no podían saber sus miedos, sus angustias más profundas, aquéllas de las que incluso, recién se iba dando cuenta. No. Definitivamente, ninguna de ellas podía haber escrito esa carta, eso era totalmente seguro, pudo confirmarlo cuando les habló sobre esa carta. Pudo confirmarlo en sus expresiones de asombro.



Por eso es que se sobresaltó al ir leyendo cada palabra, sintió temor, era como si alguien hubiera entrado dentro de ella, y pudiera mirar hasta el rincón más oculto, donde ni ella misma  podía mirar. Todos esos reclamos que ella tenía para dios y para la vida, le eran respondidos. Y quien respondía a todo ello, decía ser de un planeta lejano. No ponía un nombre, aunque por la forma de escribir, se entendía que era del género femenino. Un ser que parecía estar en varios lugares a la vez, en la luna, en las estrellas, en el cielo, en el sol. Y decía escucharla y mirarla siempre, desde allí, desde ese cielo estrellado, aunque no nombraba un lugar específico. Y entonces ella se preguntaba ¿cómo alguien de un planeta lejano podía mirarla y escucharla siempre? Era algo que no alcanzaba a concebir. Se preguntó si había algún aparato escondido dentro de su casa para tomar una grabación de ella, como las cámaras de vídeo que usan en los establecimientos comerciales y algunos centros de trabajo para vigilar a la gente. Sin embargo no había nada visible ante sus ojos. Pero y aún, si eso fuera posible, si hubiera algún aparato camuflado en un árbol, o planta, o lo que sea, ¿cómo podían saber de sus propios pensamientos y sentimientos?

Alguna vez, ella escuchó que ciertas personas podían leer los pensamientos de otros y comunicarse telepáticamente con personas que se encontraban en lugares distantes del mundo. Y un día conoció a una de esas personas, que no sólo leía los pensamientos, sino también podía ver algunas cosas del futuro Y si esto era posible para ciertos humanos, entonces, tal vez, los seres de ese planeta tuvieran esta habilidad también. Una habilidad que para ellos fuera de lo más común. Después de todo, cada vez se escuchaba sobre un mayor número de personas que decían escuchar a los ángeles, santos, maestros, o incluso personas que habían muerto. Y había también un número creciente de personas que decían recibir información y conocimientos de maestros ascendidos que alguna vez vivieron en la tierra o de seres que se identificaban con algún nombre, y dictaban conferencias completas sobre algún tema y específicamente, sobre temas del cambio planetario y la nueva energía.

Ella no solía escuchar a ninguno de estos seres, a pesar de que alguna vez, una vidente le dijo que ella era la portadora de un ángel. En aquél momento no entendió lo que eso significaba, de hecho, jamás había escuchado esa expresión. Ella sabía de la existencia de dios, porque muchos acontecimientos de su vida podían considerarse milagrosos e imposibles dentro de la lógica de lo que es humano. De alguna manera dios se había manifestado en su vida, a pesar de que por muchos años, ella hubiera jurado y perjurado que dios no existía, o que si existía, ella no existía para él, y que no le importaba su dolor ni nada de lo que le sucediera. De eso habían pasado algunos años, tal vez no muchos, hizo memoria y recordó que habían transcurrido nueve años desde aquélla vez, que un especialista le dijo que no había remedio para ella, que su deterioro era inminente y que sus condiciones de vida empeorarían drásticamente día con día, hasta que no pudiera respirar más.

Pero después de llorar todo un océano y de hundirse en la más profunda tristeza y depresión, ella miró al cielo y con esa furia que siempre tuvo para enfrentar su vida, le hablo a dios, y le dijo: ¿para esto me trajiste a esta vida?, ¿para esto me diste un hermoso hijo, para dejarlo solo a su suerte tan pequeño?,¿qué más quieres de mí? ¿No te basta todo el dolor que atravesé desde que era niña? ¡Ten piedad de mí! Pon en mi camino a las personas que pueden ayudarme a estar mejor, a curarme. Tú que solo necesitas mover un dedo para cambiar todo. Tú para quien no hay nada imposible. Y todos los días en una súplica desesperada,  pedía esto al creador, con el más grande anhelo de ser escuchada. Y él puso en su camino lo que ella necesitaba. 

Una a una, las personas fueron apareciendo, a pesar de su desesperación y las condiciones difíciles en que estaba, tuvo la suficiente esperanza para hacer esta petición. Y su vida se transformó de una manera milagrosa, uno a uno, los milagros se siguieron, hasta llegar a lo que simplemente era imposible para el ser humano. Hasta hacer que un cuerpo que estaba destinado a envejecer y a sufrir un deterioro progresivo, se regenerara y se modificara para dar lugar a la flexibilidad en las zonas que requerían modificarse, para formar masa donde no la había, para hacer circular el flujo sanguíneo en áreas que habían estado rígidas por muchos años.
 
Pero este ser que le escribía desde la distancia y que daba muestras contundentes de saber sus más profundos pensamientos le escribía además en un lenguaje tan directo y contundente, que sintió como si fuera ella misma, desde otro sitio, como otro yo detrás del espejo y al mismo tiempo, como si dios le hablara a través de esas palabras. Sintió su corazón latir aceleradamente mientras confirmaba con esta carta, que lo que ella imaginaba cuando era niña era totalmente cierto. En una lejana estrella había alguien que la miraba, mientras ella miraba esa estrella. Sólo que ese alguien siempre supo que ella estaba ahí, durante la noche estrellada mirándola y tal vez, desde entonces sabía que un día le escribiría algunas palabras desde aquél planeta.

Ahora tenía en sus manos la prueba contundente de la existencia de esos seres en una lejana galaxia que le demostraban conocerla desde siempre. La emoción y el asombro le hacían latir el corazón aceleradamente. Ellos estaban ahí, ¿desde cuándo?, y si podían hacerle llegar una carta desde un lugar tan distante, ¿cuántas más cosas eran capaces de hacer? Y por qué se mantenían en silencio, mientras observaban a los humanos y ¿para qué? Se nombraban a sí mismos los primeros nacidos y su edad databa de un tiempo que es impensable para el humano. Y  ¿qué esperaban de la humanidad?, ¿qué esperaban de ella?, ¿para qué le habían escrito esa carta?, respondiendo a esas preguntas que en medio de la tristeza y la soledad ella se había hecho. Preguntas que nadie le había podido responder.

Después de recibir esta carta, de revivir su asombro cada vez que la leía, de descifrar los mensajes entre líneas, de descubrir información que la primera vez no había comprendido tuvo la certeza de que no estaba sola. Quizás ese alguien que le escribía estaba junto a ella, mientras leía la carta, quizás ella no era capaz de verlo con sus propios ojos y esa fue la forma en que se hizo notar esa vida, esa existencia, esa dimensión. Nuevas preguntas se planteaban en su mente y miles de ideas surgían a la vez, tratando de explicar lo que en ese momento no podía explicar. Como si un humano de una tribu primitiva que desconociera cualquier tipo de tecnología tuviera un teléfono en sus manos y no se explicara que se pudiera hablar a través de él con otra persona. Y también supo en ese momento lo primitiva que la civilización humana debe resultar ante seres que tienen millones de años de existencia y evolución.

Solo esperaba que las nuevas preguntas le fueran respondidas algún día, mientras tanto, ella quería ser capaz de abrir su mente, de ampliar su entendimiento, de estar lista para entender toda la información cuando las respuestas le fueran contestadas. A pesar de saber que no estaba sola, que bastaba con salir al patio y mirar al firmamento para ser escuchada desde una estrella lejana, era sólo un ser humano que todavía necesitaba ver con sus propios ojos, oír con sus propios oídos, quizás era demasiado humana. Y por alguna razón incomprensible, le habían escrito precisamente a ella. Demasiadas cosas milagrosas, mágicas e inexplicables le venían sucediendo desde diez años atrás, no era la primera vez que se asombraba con algún acontecimiento inesperado y dentro de sí misma, sabía también que más cosas únicas y singulares le sucederían. Ahora lo sabía. Todo era posible.  



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