lunes, 31 de diciembre de 2018

VISITANTES DE LAS ESTRELLAS


VISITANTES DE LAS ESTRELLAS






Era una noche muy oscura y fría, noche de invierno, cuando los días son más cortos. La mayoría de las personas se refugiaba a tempranas horas de la tarde, para protegerse del viento helado y disfrutar del calor del hogar. Pero ese día su rutina se vería perturbada por un acontecimiento singular. En ese pequeño pueblo enclavado al pie de una cordillera todo se desarrollaba siempre de la misma manera. Todos los habitantes se conocían y cada fin de semana se reunían en la cafetería del pueblo en donde los hombres y mujeres conversaban, cantaban y bailaban para distraerse de las arduas labores de la semana.



Fue una noche a media semana cuando la tranquilidad del pueblo se vio alterada por un enorme resplandor en el cielo, parecía como si de súbito hubiera amanecido, cosa imposible pues eran las ocho de la noche. La luz se intensificó al tiempo que comenzó a percibirse una intensa vibración que aturdió a todos. A medida que la intensidad de la luz aumentaba, era imposible mirarla directamente, además todos parecían paralizados tal vez de asombro, o por la fuerte vibración que sentían en todo su cuerpo.


Hubo un momento en que la luz intensa pasó justo sobre el pueblo, parecía no tener forma, y se alejó hacia el oeste y a medida que iba distanciándose, pudieron percibirla como una esfera gigante de color azul. Los pobladores salieron a las calles y patios a mirar la luz, en tanto esta iba alejándose en el cielo, pudieron ver que caía a considerable distancia. Jamás habían presenciado situación igual. Curiosos por saber de qué se trataba, acordaron que, al día siguiente, un grupo de personas irían al lugar en el que parecía haber caído la esfera. Todos eran conocedores de su territorio, pues por generaciones habían vivido en el lugar, y la cacería era un modo de procurase provisiones para el invierno.




Al día siguiente iniciaron la expedición, caminaron varias horas, hasta llegar al lugar indicado, pero lo único que encontraron fue un área circular, en donde los árboles parecían haberse quemado, aunque no había rastros de fuego, las ramas de los arboles lucían secas. Buscaron alrededor sin encontrar nada. Pero cuando habían decidido retirarse, sin que supieran de donde surgió, vieron delante de ellos un niño de piel morena y ojos muy azules y grandes. Eso era extraño, la gente de ese lugar era de piel blanca y cabello rojizo. En la mirada del niño había algo muy diferente a lo que ellos conocían, aunque no sabrían decir qué era. Parecía que aquellos ojos miraban demasiado profundo, pero no expresaban emociones.




Preguntaron al niño quién era, de donde venía, y que hacía en ese lugar, pero el niño no les dio ninguna respuesta, parecía no comprender lo que se le preguntaba. Solo los miraba y además se encontraba completamente desnudo. Una de los hombres, llevaba una piel extra y se la ofreció para que se abrigara. Pero al niño parecía no importarle su desnudez y el frío. Decidieron llevarlo con ellos al pueblo, en tanto averiguaban quien era, o si alguien venía a buscarlo. Como pudieron explicaron al niño que los siguiera él así lo hizo.


Una vez en el pueblo, decidieron alojarlo con un matrimonio que no había tenido hijos y ellos aceptaron, a pesar de que notaban algo raro en él. Toda la comunidad colaboró para adaptar la casa para su estancia, le hicieron una cama y le consiguieron ropa adecuada. Aunque el niño parecía estar muy cómodo desnudo, pero aceptó ponerse ropa ligera, pues el frío no le afectaba como a los demás.


Pasaron semanas sin que nadie reclamara al niño, la familia se daba cuenta que el niño estaba en silencio siempre y por las noches no se acostaba a dormir, solo se sentaba y cerraba los ojos. En cuanto a la comida lo que más hacía era beber agua y sólo aceptaba algunos frutos silvestres, los cuales eran muy pocos en ese clima tan frío. Y a pesar de la poca comida, se le veía muy bien de salud. Salía a caminar por el bosque por muchas horas y siempre volvía antes del anochecer, pero no tenía interés en jugar como todos los niños.



Un día que salió a caminar, sus cuidadores, fueron tras de él y vieron que se adentraba en el bosque hasta llegar a un claro, levantaba la cabeza hacia al cielo y en poco tiempo una luz azul se hacía presente. No se veía nadie, pero parecía como si el niño estuviera hablando con alguien.


Meses después el matrimonio se había acostumbrado al niño y poco a poco él se iba involucrando en las tareas de su padre adoptivo. Un día lo acompañó a revisar las trampas con las que atrapaba animales de los que vendía la piel. Cuando sacaba de la trampa un pequeño oso, la madre de la presa apareció súbitamente, abalanzándose sobre el señor, alcanzó a herirlo con sus garras, rasgándole la piel de la cara y cuando estaba a punto de destrozarle la cabeza, el niño levantó la mano y sin tocar a la osa, esta fue paralizada en el instante, como si alguien enorme e invisible la detuviera. El niño hizo algunos movimientos al mismo tiempo que pronunciaba unas palabras raras y la osa se dio la vuelta y se fue.


El niño se acercó a su padre, poniendo las manos sobre sus heridas, pero sin tocarlo, comenzó a cantar en un idioma desconocido pero que producía una vibración muy especial. El señor sintió un intenso calor qué de súbito, le quitó el dolor y pudo ver que luces con colores desconocidos entraban en su cuerpo y sanaban las heridas y restauraban toda la piel. En cosa de minutos había sanado completamente sin que quedara huella ni siquiera de un rasguño. El señor estaba muy asombrado y tal era su pasmo que no pudo hablar por un tiempo. Entonces pudo escuchar la voz del niño que le hablaba, pero que ni siquiera movía los labios. Le dijo que se tranquilizara, porque él no había venido a causarle daño a nadie.




Entonces le dijo que había venido de un lugar muy lejano, que los humanos ni siquiera pueden ver en su cielo. Había sido enviado para ayudar a ciertas personas a sanar. Tenía que ayudar a personas que habían venido de su mismo planeta, pero que lo habían olvidado porque alguna otra raza, los había manipulado y engañado y ahora ellos no recordaban quienes eran ni su misión en este planeta. Estas personas estaban atrapadas en cuerpos con mucho dolor porque les habían ocasionado daño o accidentes deliberados para que no pudieran cumplir su misión. Y ellos presa del dolor no podían recordar quienes eran. Él tenía que buscarlos y liberarlos.


Su padre no comprendía lo que el niño decía, pues todo era demasiado inverosímil, pero su recién experiencia de curación le decía que todo lo que escuchaba podía ser verdad, aunque él no lograra creerlo. El niño le pidió que no contara esta historia hasta que se hubiera ido de este planeta, pues aún no terminaba la misión que le encomendaron. El señor se lo prometió y le agradeció por haberle salvado la vida.



Así, ese niño proveniente de una de las estrellas más lejanas, durante sus caminatas al bosque, llamaba esa extraña esfera y en ella iba con las personas a las que tenía que ayudar y volvía cada día. Las personas visitadas por el niño, no eran conscientes de la visita que recibían, pero de manera inexplicable su salud mejoraba y se sobreponían a enfermedades que se consideraban incurables. La mujer con la que vivía, era joven, pero no había podido tener hijos, así que un día, también a ella la sanó a través de sus manos y cuando se acercaba el momento en que se fuera a su planeta, ella se enteró que estaba embarazaba. Ella no quería ilusionarse, pues todas las veces anteriores, sus embarazos se habían truncado, pero el niño le dijo que esta vez, todo saldría bien.


El niño dijo a su padre que se ya era tiempo de irse, pues había terminado su trabajo, pero que le dejaría una pequeña roca con la que podría sanar a su familia cuando fuera necesario. Esta era una roca de su planeta y estaba programada para curarlo solo a él y a su familia. Que tal vez el no volvería en mucho tiempo, pues los años terrestres son muy pequeños en relación a los años en que se mide el tiempo del cosmos, pero que, si algún día necesitaba de su ayuda o simplemente quería hablar con él, solo tenía que salir y mirar al cielo, llamarlo con su pensamiento, porque sin importar la distancia, él podía escucharlo en cualquier lugar que estuviera.



Así una tarde, el niño se despidió, se adentró en el bosque en donde una esfera azul, vino por él, y desapareció de este cielo. La gente del pueblo notó que el niño desaparecio pero no hizo preguntas, pues siempre veían al niño adentrarse al bosque y regresar, pero jamás habló con nadie que no fuera el matrimonio, por lo que pensaron que tal vez, el niño simplemente se había ido. Por mucho tiempo el matrimonio no dijo nada de esta historia a nadie, sólo muchos años después, se la contaron a su hija cuando fueron mayores y pusieron en sus manos la piedra que les dejara el niño de aquella lejana estrella.


  

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