viernes, 31 de marzo de 2017

LOS SAQUEADORES

LOS SAQUEADORES


  
El oro es un símbolo de riqueza y ostentación desde hace muchos siglos en distintas culturas. El oro y el territorio de américa latina fue la razón principal de su invasión hace cinco siglos. Por el oro fueron impuestos a los pueblos nativos terribles tributos. Hombres y mujeres eran obligados a extraer y lavar oro para los señores. Más allá del mar, desde África, esclavos negros fueron traídos a américa para trabajar hasta morir dentro de las minas.

En este milenio, el oro sigue siendo la razón principal de expropiar o arrebatar territorios a los pueblos indígenas. Con la complicidad de codiciosos y corruptos gobernantes se concede la explotación de los metales preciosos a empresas extranjeras, quienes aprovechando la mano de obra barata, las legislaciones laborales permisivas, sin obligaciones tributarias, ni restricciones medioambientales, usan las formas de extracción menos costosas, pero más contaminantes y destructivas para el ambiente, la flora, la fauna y los seres humanos.

De acuerdo a lo que muestra el documental “El Oro o La Vida” realizado por Caracol Producciones (Guatemala, 2017) el oro ha sido y aún es, una maldición para los indígenas que han nacido en territorios en donde se encuentra este metal.

En el caso de Guatemala, la empresa canadiense Gold Corp, inició la explotación de la mina Marlin, en el año 2006. La extracción se realizó al aire libre, para lo que se requirió una gran cantidad de agua, doscientos cincuenta mil litros por hora. Mismos litros que después del proceso de lixiviación terminaron altamente contaminados con metales pesados, como el plomo y las cuarenta mil toneladas de cianuro. Toda el agua residual, fue vertida en el río, del cual la comunidad más cercana tomaba agua desde tiempos ancestrales para beber, lavar y bañarse.



En poco tiempo los habitantes de las comunidades de San Miguel Ixtahuacan y Aldea Siete Platos se vieron severamente afectadas con problemas de la piel, que van desde irritaciones que causan prurito  y mayor vulnerabilidad para el crecimiento de hongos y bacterias que en condiciones normales no prosperarían. Además de la leucodermia, que es la despigmentación de la piel, todo ocasionado por la contaminación del agua.  




Pero los problemas de la piel no son los únicos, el tomar el agua contaminada ocasiona dolor de estómago, el ganado y otros animales también mueren. Las mujeres embarazadas han tenido abortos espontáneos frecuentes, y algunos niños que han nacido presentan deformidades en los pies y problemas en las articulaciones, lo cual les impide caminar, además de que se presentan problemas de cáncer.



En sólo cuatro años, la empresa minera con los costos de producción más bajos del mercado se enriqueció tanto, que se convirtió en una de las más grandes del mundo, sus activos superaron el producto interno bruto de Guatemala en seis millones de dólares americanos. De la riqueza obtenida Guatemala sólo recibió el 1% en regalías.

La explotación tradicional del túneles subterránea ha sido reemplazada por la minería a cielo abierto y cada vez los yacimientos de oro son más escasos. El muchos lugares el oro se encuentra disperso a lo largo y ancho de grandes montañas, por lo que la extracción es todavía más agresiva y violenta. Obtener el oro implica destruir el paisaje, dinamitar las montañas, contaminar los ríos y bosques cercanos por la exposición de residuos tóxicos que se diseminan a través del aire una vez que se han convertido en polvo. La mina Marlin que inició su proceso de cierre después de una dura batalla por parte de las comunidades indígenas, dejó treinta millones de toneladas de desechos tóxicos al aire libre, mismos que contaminarán el ambiente por millones de años.




Todo esto ha sucedido en  Guatemala, Salvador, Honduras, México y otros países. América Latina sigue siendo saqueado por los poderosos empresarios extranjeros. Los pobladores de comunidades cercanas a las minas de extracción, pagan el precio del enriquecimiento de otros, con la vida, las enfermedades, la pérdida de sus casas, que terminan cayéndose despues de sufrir cuarteaduras por las ondas de choque de las explosiones. La destrucción de los ríos, bosques, montañas, la muerte de flora y fauna, hacen de la vida humana en esos sitios miserable, y en muchos casos,  imposible.



Las empresas mineras niegan rotundamente las consecuencias del proceso de extracción del oro, niegan la contaminación del agua a pesar de la muerte de animales y las enfermedades evidentes en los humanos. El estado no les exige indemnizar a los afectados. Las comunidades se organizan, realizan marchas y protestan en defensa de la vida, de sus territorios, de sus montañas y ríos que son destruidos. Protestan porque el valor de la persona, de la vida humana está por debajo del valor del dinero, del lucro, de la ganancia.

Hombres y mujeres enfrentan valientemente a los gobiernos, a las empresas y en algunos casos al ejército que es utilizado para custodiar las minas, para proteger los intereses privados de las empresas. Sufren amenazas, tortura y muerte. Sobrevivientes que han sido baleados en sus propias casas por atreverse a hablar y protestar tampoco han sido indemnizados por los daños y lesiones sufridas, no se responsabiliza a nadie de los ataques a su persona.

Los empresarios hablan de la falta de entendimiento de las comunidades sobre los beneficios de la minería. Beneficios, ¿para quién? Para producir un anillo de oro de diez gramos se requiere dinamitar veinte toneladas de roca, destruir las montañas con todo lo que hay en ella. Los empresarios se llevan el metal precioso, dejan destrucción, enfermedad, miseria y muerte.




América Latina sigue siendo saqueada de metales preciosos, a más de quinientos años de la invasión, los pueblos indígenas siguen sufriendo por habitar territorios llenos de riquezas. La colusión de los gobiernos es descarada, se valen de varias tácticas dilatorias para no cumplir con las recomendaciones de la Comisión Interaméricana de Derechos Humanos, aprueban reformas y modificaciones a la Constitución política de los países que permitan todas las ventajas a las empresas mineras, niegan a los pueblos indígenas su derecho a recibir información fidedigna y dar o negar el consentimiento sobre los proyectos que afecten sus territorios.




El único derecho aceptable para los gobiernos es el que permite el dinero, siguen haciendo concesiones mineras en varios países, a cambio de sobornos, a cambio de aumentar sus cuentas personales. Los pueblos siguen luchando ante el abuso de un estado racista y colonial. Desde el año 2000 cientos de hombres y mujeres han muerto en los distintos países, siendo Guatemala el país con mayor número de muertos por esta causa.  

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