EL
DOLOR.
Era
muy pequeña, solo tenía 5 años. Un día desperté en una sala de recuperación de
un hospital. Me habían hecho una cirugía de columna. Me abrieron toda la
espalda. Desperté y la luz intensa lastimó mis ojos. Entonces me di cuenta, que
no podía moverme. Me sentí impotente. Todo el cuerpo me dolía con el más leve
movimiento. Sentía la opresión dura y fría de un chaleco de yeso que me cubría
el cuerpo. Temblaba incontrolablemente, mientras me ponían una bolsa de hielo
en la cabeza y los pies para bajarme la fiebre. Me dolía absolutamente todo y
la sensación se hacía más intensa tan sólo con respirar. Quise llorar y me di
cuenta que los sollozos solo lastimaban más mi cuerpo. Me sentí tan vulnerable
y desprotegida. Entonces tuve que guardar mi llanto para otro día. Los días
pasaron más lentos que nunca. Hubo muchos
días como éste. Antes de que el dolor se fuera…
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