CARAVANAS
Desde el
mes de octubre pasado, ciudadanos hondureños comenzaron un viaje hacia la
frontera de México con Estados Unidos. A su paso por países vecinos, se unieron
más centroamericanos y fue en los primeros días del mes de noviembre que
llegaron a la frontera sur de México y Guatemala, lugar que no posee un muro
fronterizo, apenas unas vallas, pues desde hace muchos años ciudadanos de ambos
países circulan sin mucho problema por ahí.
Los medios
publicitarios llamaron a estos miles de personas caravana de inmigrantes, los
cuales, se dice, venían determinados a cruzar el muro que separa a los estados
Unidos de México y los países latinoamericanos, que no tienen el mismo
desarrollo económico que el líder capitalista.
No es la
primera vez que cientos de migrantes ilegales, hacen este recorrido por México
en pos de alcanzar el sueño americano, y tener una mejor calidad de vida. Pues
las condiciones sociales, políticas, económicas, la corrupción y saqueo de
estos países, también es histórica. Condiciones que se han agravado por el
narcotráfico, inseguridad, violencia, extorsión y secuestros, haciendo que la
vida de millones de seres humanos de varios países en este continente sea
miserable, y en muchas ocasiones completamente inhumanas. Hasta aquí todo
parece ser normal, emigrantes, que buscan mejores condiciones de vidas.
Pero a lo
largo de estos días, surgen una serie de anomalías que la ciudadanía mexicana
no ha pasado por alto. Por ejemplo, por qué, el presidente más represor de la
historia de este país, que no dudo en desaparecer a 43 estudiantes normalistas,
deja libremente entrar a esta “caravana”, despliega tantos recursos económicos
para que tengan a su disposición, albergues, comida, colchonetas, cobijas,
transporte, atención médica. Atenciones todas, que no ha tenido con los
ciudadanos mexicanos, como es el caso de todos los desplazados de los estados
de Guerrero y Chiapas, que se han visto obligados a dejar sus lugares de
residencia que les han sido arrebatados por grupos delictivos.
Si bien, el
problema de los desplazados indígenas de sus comunidades, inició desde el 2005,
en este año en que se ha agravado más desde el mes de septiembre. El gobierno
mexicano no hizo ningún intento de frenar el avance de estos grupos de
centroamericanos, apenas si hubo una simulación de resistencia. Pero con quien
sí utilizó gases lacrimógenos y balas fue con los desplazados de este país que
se manifestaron en Tuxtla Gutiérrez. Para la caravana de inmigrantes, se tenían
listos albergues, y comida, a cada lugar en que de antemano se sabía iban a
llegar. Para los desplazados chiapanecos y de guerrero en muchos lugares no hay
nada, apenas la ayuda que algunos grupos religiosos han logrado recaudar.
Acampan en el campo o lugares al aire libre, improvisando techos con plásticos.
Seis mil
integrantes, se calcula que conformaron la primera “caravana” y a lo largo de
su recorrido por el país, se han evidenciado muchos de ellos, como personas que
en realidad no están en condiciones de pobreza extrema, pues algunos, rechazan
la comida que se les ofrece, como ocurrió en Oaxaca, en donde aventaron la
comida a mujeres indígenas, sin tomar en cuenta, que ese estado ha sido uno de
los más afectado no sólo por los terremotos del año pasado, sino también porque
históricamente es uno de los más pobres. Los inmigrantes, exigen salir de los
refugios, para pedir dinero en las calles y comprarse comida y bebida a su
gusto, causan disturbios, desorden y desperdician comida, ropa, todo lo que no
les gusta. A su paso quedan lugares llenos de basura, pues sin importar el
esfuerzo con que se les brindan todas las atenciones que para ellos son pocas,
son incapaces de corresponder por lo menos, poniendo la basura en su lugar.
Por si esto
no fuera suficiente para merecer el enojo de muchos mexicanos, algunos de sus
líderes hacen declaraciones claramente provocativas, hacia la gente de este
país, del que han recibido cobijo y ayuda.
Por las
redes circulan ya infinidad de memes, canciones, caricaturas sobre estos
inmigrantes que creen merecerlo todo y de manera gratuita. Han circulado
también por la red videos en donde se muestran que reciben dinero de algunas
personas. Resulta evidente que este movimiento ha sido financiado, pues de qué
otra manera, puede explicarse toda la ayuda que los gobiernos han dado en sus
estados, cuando es de sobra conocido por los mexicanos, el saqueo que muchos
gobiernos hacen en situaciones de tragedia, con recursos económicos que están
destinados a damnificados. Solo por citar un caso reciente, el de los colchones
que un ayudante municipal, en Culiacán Sinaloa, entrego a damnificados por la
tormenta tropical el pasado mes de septiembre, los cuales estaban en pésimas
condiciones, pues tenían un fétido olor, estaban, húmedos y al ser abiertos por
los ciudadanos pudo constatarse que eran viejos, estaban llenos de sangre,
orines y a saber qué, otras cosas más y sólo habían sido forrados para que
exteriormente parecieran nuevos.
El gobierno
federal, no frenó el paso de los inmigrantes en la frontera sur, y ahora sigue
gastando recursos en mantener a la “caravana”, la cual ya muchos llaman
invasores, con qué propósito. Para entregar un país con más problemas de los
que ya tiene. En Tijuana una parte de la población se manifiesta en desacuerdo
con su estancia.
Por otra
parte, los líderes de la caravana se han mostrado en muchos momentos con
exigencias, uno de ellos, al llegar a la frontera y ver que son rechazados,
declaró que los trajeron con engaños, diciéndoles que, al llegar a la frontera
con Estados Unidos, los estarían esperando representantes de países como
España, Francia, Canadá y del mismo Estados Unidos, para ofrecerles trabajo.
Pero la realidad es que están hacinados en los albergues que no son
suficientes, pues siguen llegando las siguientes caravanas. Aunque Tijuana
tiene refugios para migrantes desde hace mucho tiempo, precisamente por ser un
paso fronterizo y una ciudad de migrantes, no está preparada para tal cantidad
de personas.
Se habla de
que Pueblos sin fronteras se encargarían de tramitar visas, aunque nadie dice abiertamente
quien les hizo tales promesas. La situación se complica, a una primera caravana
de seis mil personas se agregan los que van llegando, siendo actualmente nueve
mil. Los riesgos sanitarios son altos, debido al hacinamiento y a las bajas
temperaturas propias de la zona en temporada invernal. El alcalde de la ciudad
ha declarado no tener más recursos para dar refugio y comida para toda esta
gente, pues al día se gastan treinta mil dólares.
Justo ahora
es que se requiere el apoyo de todas las organizaciones que los incitaron a
tomar esta decisión de recorrer todo el país mexicano, para llegar a la
frontera de un país que no tiene, ni ha tenido la intención de recibirlos. Pues
la política de Trump, desde antes de asumir la presidencia ha sido precisamente
de rechazo a los latinos, siendo que cada día se deportan muchos de ellos, que
por muchos años habían estado viviendo en ese país y trabajando. Es claro que
el paso Estados Unidos no es una opción como lo han demostrado el recibimiento
con gas lacrimógeno y balas de goma que el ejército fronterizo no dudó en
utilizar contra todo tipo de personas.
Y mientras miles de dólares al día, se gastan
en la manutención de estas “caravanas”, los indígenas nativos de este país
avanzan en su propia caravana, como desplazados de su propia tierra, sin apoyo,
sin ayuda, completamente invisibles para los gobiernos estatales y federal. Sus
derechos humanos son ignorados y pisoteados por el mismo gobierno. Sus líderes
que defienden su tierra son asesinados, como el caso del Sr. Julián Carrillo Martínez, el 24 de octubre de este
año, por oponerse a la tala inmoderada
de los bosques y defender los derechos del pueblo rarámuri de Chihuahua.
Como es
también el caso del señor Abraham Hernández González, coordinador regional del
Comité por la Defensa de los Derechos Indígenas (CODEDI), organización cuyo
propósito es la defensa de los derechos de los pueblos indígenas. El defensor
zapoteco, fue privado de su libertad el día 17 de julio de 2018, alrededor de
las 11:30 horas, por un grupo personas armadas y encapuchadas en la localidad
de Salchi, en el municipio de San Pedro Pochutla, Oaxaca. Después de varias
horas fue encontrado muerto. Estos los casos más recientes, pero no los únicos,
pues de acuerdo al informe “La esperanza no se agota”, de la Red Nacional de
Organismos Civiles de Derechos Humanos, en México, se han documentado 106
asesinatos y 81 desapariciones de personas defensoras de los Derechos Humanos
en el último sexenio.
El gobierno
priísta está determinado a heredar al próximo presidente, la mayor cantidad de
problemas posibles.
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