LA CIUDAD BLANCA
Hace muchos millones de años comenzó la vida en este planeta. El hombre mismo
ignora desde cuándo su especie comenzó a dominar la naturaleza. Algunos
exploradores, arqueólogos e historiadores han encontrado restos de
civilizaciones de las que se tiene poca o nada de información. Miles de
leyendas en el mundo hablan de enormes ciudades antiguas que alguna vez,
formaron grandes imperios. Ciudades en las selvas, excavadas entre las rocas o
incluso, vestigios que hoy se encuentran en el fondo del mar.
Pero las leyendas sobre
enormes civilizaciones más avanzadas que la nuestra no pertenecen al pasado.
Hoy día, muchos hombres y mujeres afirman ser testigos y haber estado en
ciudades más modernas que las que habitamos. Personas que relatan haber viajado
a planetas lejanos a bordo de veloces naves extraterrestres, incluso, algunos viajeros han traido consigo alguna
muestra de la existencia de esos lugares. Objetos que no dejan lugar a dudas,
pues no existen en nuestro planeta. Piedras y metales, son principalmente la
muestra.
Pero no todas las ciudades
modernas pertenecen al pasado o a mundos lejanos, pues hay varias personas que
afirman haber estado dentro de nuestro planeta, en una de ellas.
Cuentan que en ciertos
lugares de los bosques, montañas, selvas, mares y lagos de este planeta se
encuentran varias entradas secretas a la ciudad más perfecta jamás imaginada
por el ser humano. Es una enorme ciudad habitada desde hace miles de años.
Algunos hombres la han visto, han estado dentro de ella y han convivido con sus
habitantes, y más aún; algunos se han quedado a vivir en su interior para
siempre, desapareciendo de la faz de la tierra.
Dicen que esta enorme y
ultramoderna ciudad fue consturida aún antes de que el ser humano habitara este
planeta.Su diseño y construcción en nada se parece a nuestras más modernas
ciudades, pues los seres humanos son incapaces de realizar este tipo de
construcción. La ciudad blanca, tal como ha sido nombrada por los humanos que
la han visitado, debe su nombre a que está siempre iluminada. Aunque a simple
vista, no se ve cómo puede ser esto posible, pues no aparecen sistemas de
iluminación, ni de cableado. Pareciera
que la luz es completamente natural y que de alguna manera simplemente
existe en las cosas mismas.
Algunas personas que han
estado ahì, dicen que esta ciudad se encuentra en lo más profundo de la tierra,
ahí en donde nosotros creemos imposible la vida. Pero sus habitantes cuentan
con la tecnología y los conocimientos para hacer habitable hasta el más
inhóspito de los lugares. Dicen que en el centro de la tierra hay un sol, que
brilla permanentemente, por lo cual, la noche simplemente no existe. Y que es
precisamente el sol interno, lo que hace
que todo esté iluminado siempre y lo que produce la gravedad de la tierra.
Pocos son los humanos que han
encontrado alguna de las entradas por simple casualidad y que se han atrevido a
entrar y explorar. Pues la verdad es que estan perfectamente disimuladas en
medio de la naturaleza. He aquí la historia de un hombre que consiguió entrar a
la ciudad...
Un día, un cazador, cansado
de perseguir una presa que finalmente se le escapó, apoyó su mano sobre una
enorme piedra, la cual al instante comenzó a deslizarse hacia su costado. Al
perder su punto de apoyo,estuvo a punto de caer al suelo, y al dirigir su mirada
hacia abajo tratando de no golpearse, vio ante sí una entrada por la que
descendía una enorme escalera de caracol que parecía no tener fin.
El cazador sorprendido y
temeroso miró al interior apenas iluminado tenuemente con los rayos del
sol. Pensó que no era posible que en ese
lugar tan alejado de su pueblo pudiera existir nada construido. Por varios años
había transitado por ese camino, en busca de sus presas, sin que jamás hubiera
notado nada distinto del paisaje del bosque. Pero ahora, de pronto, estaban frente a él, esas escaleras. A pesar de su miedo, avanzó
unos cuantos pasos para tratar de mirar hacia el fondo, aunque más tardó en hacerlo,
antes de darse cuenta que no era sensato adentrarse a un lugar
desconocido sin algo para iluminarse, así que decidió volver sobre sus pasos,
y pensó en volver otro día con todo lo
necesario para explorar el sitio.
Pasaron algunos días, antes
de que decidiera platicar a uno de sus
mejores amigos lo que había encontrado. Al escucharlo, su amigo también se
sintió intrigado por el hallazgo, y los dos decidieron ir juntos a explorar el lugar.
Se prepararon con lámparas e hilos para marcar los sitios por los que irían
pasando y poder dejar señales para saber por donde regresar. Llevando consigo
agua y un poco de comida seca, se lanzaron a la aventura.
Los dos hombres iniciaron su
recorrido muy temprano, cerca de medio
día llegaron a la entrada, y con gran cautela comenzaron el descenso. No era la
primera vez que exploraban algo desconocido, pues en sus tiempos de juventud,
habían tenido la pasión de buscar tesoros. Sabían qué precauciones tomar para
no correr tantos riesgos. Habían avanzado unos cuantos pasos, pues aún podían
mirar el resplandor de la entrada, cuando de pronto ante sus propios ojos, todo
se iluminó como por arte de magia. Ante ellos apareció una interminable
escalera en forma de caracol que descendía sin que se pudiera ver el fondo.
Sorprendidos por la luz que los iluminaba continuaron el descenso. Al llegar a
piso firme, caminaron mucho tiempo, sin saber cuanto, pues sin ver el sol no
tenían referencia alguna para calcular la hora. La iluminación era siempre
igual.
Después de un gran rato
tomaron un descanso. El ver todo iluminado parecía darles la seguridad de que
no corrían ningún peligro. Siguieron avanzando hasta que finalmente llegaron a
un gran espacio abierto, no se veía el techo de ninguna caverna. Lo cual
parecía contradictorio pues se habían metido a una, por la escalera. Era como
si fuese de día, pero la luz no era intensa, pues no dañaba los ojos, ni se
sentía calor. La temperatura parecía perfecta. Había muchas plantas, todas
desconocidas, pero de follaje muy abundante y de hojas plateadas, y blancas.
Caminaron por un buen rato
hasta que sintieron hambre, entonces comieron parte de las provisiones que
habían llevado consigo. De entre las plantas observaron pequeños animales
voladores con alas de colores brillantes, y entonces, se percataron de algo
inusual: que aún los animales que no tenían alas podían flotar en el espacio.
Por supuesto, se quedaron estupefactos ante esto. ¿cómo podían ellos flotar?
Siguieron avanzando por lo
que era un amplio camino, no había nada que aparentara ser peligroso. De vez en
cuando oían el murmullo que hace el agua cuando corre por un río o cae por una
cascada. Agua completamente transparente dejaba ver el fondo del arroyo, hasta la más minúscula de las piedrecillas
era visible. Caminaron mucho tiempo hasta que su cuerpo empezó a sentir el
cansancio. Habían estado avanzando por mucho tiempo, sin detenerse,
maravillados por lo que veían, que no habían dormido, entonces decidieron hacerlo a la orilla del camino.
Durmieron sobre el suelo,
que para su desconcierto que era más suave que el suelo de la superficie
terrestre. Durmieron y descansaron todo
el tiempo que quisieron sin que nada los molestara. Después de varias horas reanudaron
su camino. No sabían cuanto tiempo llevaban ahí. Desde que iniciaran su
recorrido habían comido tres veces,
cuando su cuerpo les pedía alimento, pero fuera de eso, no tenían mayor
referencia.
Continuaron avanzando,
y durmieron tres veces más, hasta que
llegaron a un lugar en donde vieron construcciones metálicas enormes. Había
también pilares de piedras de colores o cristales. Enormes pilares brillantes
sostenían bóvedas de lo que parecían ser templos, pues se veían a muchas
personas reunidas en ellos.
Algunos iban y venían,
otros simplemente estaban sentados. Pero todos vestían ropa sencilla de color
claro. Entonces pudieron ver que muchos de ellos al desplazarse no tocaban el
piso, más bien parecían flotar sobre él.
Ninguno de ellos usaba calzado. Eran escasos los que en realidad
caminaban. Fuera de esto, en apariencia nada podía distinguir a los unos de los
otros. Observaron por un buen rato, hasta que una voz a su lado les preguntó que
hacían ahí.
Había una persona que les
estaba hablando aunque no veían que moviera los labios. Se asombraron de ver
esto, y más asombrados estuvieron de escuchar una voz contestaba las preguntas,
aún sin que ellos las hicieran. Sin mover los labios les daba las respuestas,
parecía adivinarles el pensamiento. Fue sorprendente que respondiera a todo lo
que se le preguntaba. Esa persona no mostraba estar sorprendido por la
presencia de los dos hombres. Parecía que él no tenía ninguna curiosidad sobre
los visitantes. La respuesta les llegó pronto. Ellos sabían de sobra todo acerca
del hombre que habita en la superficie terrestre.
Fueron invitados a recorrer
la ciudad, la cual por cierto era enorme, y todas sus preguntas fueron
respondidas. Aunque para los visitantes no era posible entender todo que les
decían. Pues dentro de la ciudad, vieron cosas que jamás habían visto, ni
imaginado. Todo funcionaba de manera perfecta y sin el menor ruido. Los
habitantes se comunicaban entre sí, a través del pensamiento, y parecían estar
siempre de acuerdo entre ellos. Pero, ¿Quiénes eran ellos?
Se nombraron a sí mismos los
guardianes del planeta. Seres muy
avanzados cuyo propósito es cuidar de la
evolución de la humanidad y si el hombre lo permite, ayudarle a vivir en mayor armonía con la
naturaleza del planeta. Parte de sus funciones es mantener la integridad del
planeta. Son ellos quienes se encargan de que planetas, estrellas o cuerpos
externos no se impacten con la tierra. También han evitado que grandes volcanes
hagan erupción en gran magnitud, sobre todo si están cerca de las ciudades más
grandes. Pueden evitar o reducir a lo mínimo catástrofes naturales. Y en
algunos casos han auxiliado a los hombres que quedan atrapados entre los
escombros cuando se producen derrumbes por terremotos. También ha sucedido que
ayudan a ciertas personas cuando están en situaciones de peligro y después
simplemente desaparecen silenciosamente como si fueran fantasmas.
Ellos habitan en lo más
profundo de la tierra desde hace millones de años, pero no están solamente
aquí, sino que continuamente viajan a otros planetas en su labor de cuidado y
supervisión. Viajan en naves interestelares a velocidades extraordinarias, pues
sus naves no requieren de los combustibles fósiles que usamos los humanos,
porque ellos usan los elementos que se
encuentran en el espacio, los cuáles son capaces de hacer producir energía
rompiendo su núcleo.
Continuamente sus naves
atraviesan el espacio terrestre, se adentran por el mar, o los enormes cráteres
de los volcanes. El fuego que hay dentro de ellos, no es problema, pues sus
naves están hechas de metales especiales que no se incendian. Naves elaboradas
con metales de otros planetas y que incluso deben permanecer a temperaturas
elevadas para lograr mantener su campo magnético y gravitatorio. Es por ello
que cuando ellos viajan dentro de las naves usan trajes especiales que los
protegen del calor y la radiación de los metales.
Sus naves viajan a
velocidades inconcebibles para nosotros, lo que hace también imposible de ser
vistas para la mayoría de los humanos. Cuando se acercan a la tierra y están a
punto de adentrarse a las profundidades disminuyen su velocidad, y es entonces,
que pueden ser visibles para el ojo humano, pero tan sólo por ese momento.
Llegan al centro de la tierra a través de lagos cráteres, volcanes y puertas
que ellos tienen para entrar y salir desde hace miles de años.
Los guardianes de la tierra
son físicamente tan parecidos a nosotros, que algunos llegan a vivir entre los
humanos por algunas temporadas, sin que nadie pueda percatarse de ellos. Es
para ellos tan fácil adaptarse y actuar como nosotros, pues conocen todo sobre nuestra civilización y son
capaces de leernos el pensamiento. Saben de su misión para con el hombre, no
tienen ningún interés de invadir nuestro planeta o dominar y esclavizar a la raza humana. Pues
para ellos sería tan fácil hacerlo, el hombre simplemente está indefenso ante
su tecnología. Su nivel evolutivo es muy
superior al nuestro. Su conocimiento está más allá de la raza humana, somos sólo
una de las especies a las que vigilan y guían en los distintos planetas
habitados.
Algunos de los inventos del hombre han sido
guiados por ellos, quienes sutilmente introducen información para que él
hombre pueda desarrollar ciertas creaciones. Tratan de guiar a la humanidad
hacia un mejor desarrollo, enseñando el cuidado de la tierra, de la naturaleza.
Incluso algunos de ellos han establecido contacto con seres humanos especialmente
perceptivos para enseñarles y guiarles en técnicas de sanación que han sido
utilizadas por otras civilizaciones ancestrales, incluso de otros planetas.
Sanadores con energía y piedras.
A veces, los que habitan
entre nosotros, llegan a formar pareja con algunos humanos, nunca tienen
descendencia con ninguno de ellos, pues no les está permitido hacerlo. Respetan
a la raza humana, la vigilan y la ayudan. Algunos han llegado a convivir con
los humanos por muchos años, cambiándose de lugar para vivir. Y cuando deciden
irse simplemente desaparecen sin decir nada, sin dejar rastro de hacia donde se
fueron. Son muy cautelosos y herméticos, hablan lo menos posible para pasar
desapercibidos.
Ellos están aquí desde
siempre, desde la creación misma de la humanidad, guiando sutilmente al
hombre, tratando de encaminarlo hacia lo más adecuado para el planeta y la vida
misma. Cuando algún humano visita su ciudad es bien recibido y todas sus
preguntas son respondidas, aunque para el hombre no sea posible comprender toda
la información que se le da. Quienes han estado ahí, comprenden que el ser
humano es pequeño, ignorante y demasiado primitivo en relación a otras
civilizaciones interplanetarias. Todo cuanto hemos creado e inventado en
nuestro planeta ha sido ya creado en planetas lejanos. Civilizaciones que
también han perecido por errores como los nuestros, seres que destruyen la
vida. Que toman de la naturaleza mucho más de lo que necesitan.
Y así estos dos hombres
conversaron largamente con aquél pacífico ser, que pacientemente les respondió
a sus preguntas. Recorrieron la ciudad, cuya belleza es casi imposible de
describir pues nuestros más hermosos jardines son nada en relación a la belleza
que ellos pueden crear. Disfrutaron de la hospitalidad de sus anfitriones, sin
percatarse de cuanto tiempo había pasado. Y al mirar la magnificencia de esta
civilización se sintieron inmensamente pequeños.
Salieron con mucho pesar en
sus corazones, pues en realidad era muy grato estar en ese lugar, ellos
hubieran deseado permanecer más tiempo ahí, pero sabían que afuera su familia
los estaba esperando, que estarían preocupados por ellos. Los llevaron a la
salida para que no tuvieran que caminar más y una vez fuera de la caverna,
sintieron que habían estado en un mundo muy distinto.
Retomaron el camino a su
pueblo. Cuando encontraron a sus conocidos todos se sorprendieron de verlos
sanos y salvos, pues tenía dos meses que se habían desaparecido sin que
hubieran podido encontrar una señal que indicara a dónde habían ido. Les
preguntaron donde habían estado todo ese tiempo sin comunicarse con su familia.
Y ellos no supieron que responder. Pues estaban en perfecta salud y aún
llevaban parte de las provisiones que habían llevado consigo.
Tiempo después se animaron
a contar la historia de esa hermosa ciudad blanca, y por supuesto, nadie les
creyó. Algunos dijeron que el vagar tanto tiempo por el campo les había hecho
perder la cordura. Otros dijeron que tal vez, habían consumido hongos
alucinógenos. Y aún cuando ellos estuvieron dispuestos a mostrar la entrada por
donde llegaron a la ciudad blanca, no pudieron hacerlo. Pues cuando llegaron a
ese lugar, simplemente, no estaba. Los guardianes habían sellado esa entrada.
Pero en otros lugares,
otras entradas a la ciudad blanca existen, quizás si miras bien, si escuchas con atención mientras caminas por
el campo, alguna vez te encuentres con una de ellas. O quizás cerca de ti, está
un guardián del planeta viviendo. Pero
no temas, no está aquí para hacerte daño, sino para ayudar a ti y al planeta.