AFUERA
Afuera había una
claridad que yo nunca había visto. Era como miles de diminutos reflejos de luz de
las estrellas, todos parpadeando al mismo tiempo, creando una luminosidad
intensa. La luminosidad más intensa que pudiera imaginarse. Pero extrañamente,
la intensidad de la luz no lastimaba en absoluto mis ojos.
Caminé lentamente,
y entonces me di cuenta de algo en lo que no había reparado: mis pies no
tocaban el piso. Pero… tampoco había piso. Miré hacia abajo, y a los lados, no
había nada sobre lo cual pudiera apoyarme…pero, tampoco necesitaba apoyarme. Mi
cuerpo, o yo, o la imagen de mí, en realidad no
lo sé, parecía no tener ningún peso. Traté de tocar mi cuerpo, mis
manos, mi cara y encontré algo distinto a lo que siempre había sentido. No
sentía la textura de mi piel. En absoluto, no había nada de lo que yo había
conocido en mí misma. Ahí, en el lugar en donde se suponía debía estar mi cara,
apenas sentía algo delicado, fino, como la espuma del mar. Y un calor, un calor
muy tibio, apenas como un susurro.
¿En dónde estaba?
Todo parecía vacío, ni un ruido, ni un árbol, ni una casa, ni un animal, ni una persona, no
había nada que indicara la presencia de alguien. Ningún indicio de algún ser
vivo. Tampoco podía sentir el viento o el calor del sol. Pero es que, no había
sol tampoco. Jamás había escuchado un silencio tal. Un silencio perfecto, un
silencio que no era interrumpido por el ladrido de ningún perro. Sin ruidos de
personas, animales, carros o del viento.
Quise hablar,
llamar a alguien, pero, de mi boca no salió ninguna palabra. Acaso en este
lugar de silencio, no podía existir tampoco mi voz. ¿Dónde estaba mi voz?, pero
¿qué era yo? Sin voz, y sin cuerpo. Y si no tenía cuerpo. Entonces, ¿de dónde
venían mis pensamientos?, ¿cómo podía saber que yo era o había sido alguien?
Miré hacia abajo, todo vacío, tampoco tenía sombra. Y aquí, ¿es de día, de
noche, o tarde?, ¿cómo saberlo? No tengo
ningún punto de referencia para saber del tiempo. ¿Desde cuándo estoy aquí?
Escuché una sonrisa
que llamó mi atención. Miré hacia todos lados y no vi a nadie. ¿De dónde
viene?, ¿acaso de mí misma? No. Yo no puedo hablar y tampoco hay ningún sonido.
Pero esa respuesta llega, de algún lado. Una respuesta para mí. Las respuestas
vienen de algún sitio. Como si alguien escuchara mis pensamientos.
Sigo mirando hacia
los lados, parece no haber nadie, y sin embargo, siento como si alguien estuviera
junto a mí. Algo me dice que me tranquilice, que todo está bien. En verdad lo
dice con un tono tranquilo, sin prisas, con una certeza implícita. Una certeza
que no sé cómo llega muy profundo dentro de mí. Hay algo frente a mí, como una
silueta, apenas dibujada como con un reflejo del agua. Algo que parece moverse.
Lentamente mis ojos aprenden a mirarlo. Entonces su cuerpo empieza a tomar
forma, pero no es una figura completamente definida, a veces, parece a punto de
diluirse y cuando está a punto de desaparecer, vuelve a formarse. Me parece conocido, aunque no recuerdo
haberlo visto jamás. Hay algo demasiado familiar en él. Me produce la sensación
de alguien que conozco de toda la vida. A la vez, me mira también como si me
conociera de siempre. Como si adivinara cada uno de mis gestos y preguntas que
me produce su presencia.
Quiero hacerle mil
preguntas, él sonríe con un gesto de comprensión. Como un padre que mira a su
hijo pequeño descubriendo el mundo y preguntando el por qué, de todas las
cosas. Quiero preguntarle, pero no le he preguntado nada y él me dice que tenga
calma, que sabré todo a su tiempo. Pero cómo puede saber lo que quiero
preguntarle. Él sonríe con benevolencia ante mi cara de asombro. Sin que yo
diga nada, dice las respuestas a mis preguntas. O mejor dicho, no las dice,
porque no se escucha de sus labios ni un solo sonido. Pero las respuestas
llegan hasta mí.
Es demasiado
extraño, en el lugar parece no haber nada, pero de alguna manera, también lo
encuentro familiar, como si hubiese estado aquí antes, muchas veces, aunque no sé
cuándo. Entonces me río yo misma. Recuerdo aquélla vez en que escuché música
árabe por primera vez y comencé a bailarla como si la hubiera bailado toda la
vida. Mi cuerpo comenzó a moverse siguiendo fácilmente el ritmo. Todas las
personas que estaban presentes se quedaron mirándome con atención, con asombro,
por lo bien que ejecuté esa danza árabe. ¿Cómo lo hice? No lo sé. Algo dentro
de mí pareció despertarse al compás de la música. Algo dentro de mí parecía
saber cómo hacerlo. Al final, todos me aplaudieron entusiasmados. Una mujer lloró de emoción, corrió a abrazarme
diciendo que era el baile más hermoso que había visto en su vida. ¿En qué parte
de mí estaba ese conocimiento?, ¿dónde lo aprendí? Jamás había tomado clases de
ningún tipo de danza. Alguien dijo que en alguna vida anterior yo había sido
una gran bailarina. Por primera vez me pregunté ¿existen otras vidas?
Ahora, aquí en este
lugar extraño, que me da una sensación de familiaridad, vuelvo a preguntarme
¿dónde estoy?, ¿por qué no hay nadie? Miro alrededor tratando de explicarme lo que veo. Pero no puedo explicar
nada. En medio de este absoluto silencio me desplazo lentamente tratando de
encontrar algo conocido, pero esto no se parece a ningún sitio, a ninguna
ciudad.
¿Y mi familia?,
¿mis amigos, dónde están?, ¿dónde están todos?, ¿qué pasó con ellos?, ¿a dónde
fueron?, ¿cómo ha podido desaparecer todo? He caminado tratando de encontrar
algo o alguien. Quiero volver con mi familia, pero no sé cómo. ¿Desde cuándo
estoy lejos de ella?, ¿también me buscan?, ¿cómo puedo encontrarlos? He
caminado mucho, pero no importa cuánto camine, todo sigue igual, vacío y silencioso.
Algo que parece ser
una voz que se escucha dentro de mí me indica que avance pero no sé a dónde ir.
Todo parece ir a ningún lado. Pero súbitamente algo aparece al frente, ante mis
ojos. Hay una serie de imágenes, las miro. Hay una niña, corre a todo lo que
pueden darle sus pies, corre entre mucha gente. Parece que huyen aterrados, se
escuchan disparos de armas, el ruido de pisadas de caballo. Se escuchan gritos
de gente y cuerpos que caen violentamente. La niña sigue corriendo, aun cuando
siente que no puede más, le falta el aire y el corazón está a punto de
estallarle. Da vuelta a la derecha, sigue corriendo, a su lado hay un cercado
de piedra, tiene mucho miedo, están a punto de alcanzarla. Ellos vienen
montados a caballo y otros corriendo, mientras disparan sus armas contra la
gente. Ella se mete en la primera puerta que encuentra, trata de buscar un
escondite; no hay nada. Sólo piedras y una cantidad incontable de cuerpos
regados en el suelo. Cuerpos sangrantes, heridos, nadie se mueve. Yo siento
miedo, el miedo de la niña, trato de buscar una salida, ellos ya están muy
cerca. No hay a dónde ir. Ella se tira con la cara hacia abajo, entre los
cuerpos inmóviles, quiere quedarse quieta. Pero respira agitadamente. Está
oscureciendo, afuera la persecución, los gritos y los disparos continúan. Escucho
los pasos de los hombres acercándose. Disparan a los cuerpos tirados, un
hombre, los mueve con su pie, mira su cara, les dispara en la cabeza. Se
escucha un hombre parado a un lado mío, estoy tirada en el suelo, se oye un
disparo. Estoy aterrada. Después, no hay nada.
Mi corazón sigue
latiendo aceleradamente, toco mi cuerpo, miro alrededor, mi respiración es muy
rápida, me digo a mí misma que estoy bien, pero sigo teniendo miedo. Camino.
Camino por mucho tiempo. No sé cuánto, las imágenes se diluyen lentamente. Creí
que me mataron, pero estoy aquí. Vi todo, sentí todo. Estoy aquí, aunque no sé
dónde.
No sé cuánto tiempo
ha pasado, ni a dónde ir, siento que ha transcurrido mucho tiempo. Este no es
un lugar tenebroso, pero parece no haber nada, sólo yo, mis recuerdos y las
imágenes que surgen de no sé dónde. Sigo caminando, no siento hambre,
cansancio, ni sed. Y mi espalda, tampoco siento el dolor de tantos años en mi
espalda. Ese dolor que no conseguí aliviar con nada. Ningún tratamiento médico,
ninguna medicina consiguieron liberarme de esa molestia de varios años. Un
dolor que se hizo crónico y más intenso cada día. Pero ahora mi cuerpo se
siente ligero, como si fuera una pluma. Aquí todo es tan sutil. Tan silencioso. Tan vacío.