LOS
GIGANTES
Los
animales que habitaron en aquéllos días, eran tan distintos a los que ahora
podemos ver. De hecho, no se parecían nada y es casi imposible imaginarlos
porque su sistema de vida era tan distinto al nuestro; no requerían de oxígeno,
algunos podían permanecer sin alimento por mucho tiempo y otros más se desarrollaban
en medios tan ácidos en formas que hoy no existen. La mayoría de las especies
desaparecieron en la medida que el planeta se fue transformando. De ellos no
quedan fósiles. Los datos más antiguos que los antropólogos han logrado obtener
sobre organismos con vida se remontan a la época de los dinosaurios, pero antes
de ellos, la tierra estuvo habitada por seres de los que apenas quedan pocos o
ningún rastro. Su tamaño era enorme. Existieron aves de más de tres metros,
serpientes de veinte que vivían en los pantanos, y dragones que tuvieron su
hogar en las altas montañas, en la selva y en el profundo mar. Algunos
evolucionaron y dieron origen a algunas formas de vida actual, los demás;
desaparecieron.
Los
primeros pobladores inteligentes que llegaron a este planeta tenían cierto parecido
con el hombre moderno. Sólo que eran más grandes y más evolucionados. Su
estatura promedio era de seis metros. Su piel era blanca, más bien, casi
transparente. Eran ágiles y ligeros. Su voz era clara y melodiosa, aunque pocas
veces se les escuchaba hablar, porque ellos solían comunicarse a través del
pensamiento, es por ello que no les era
posible mentir, tampoco consideraban necesario hacerlo. La comunicación mental
hacía imposible los equívocos y cada uno se consideraba parte del otro. Razón
por la cual se procuraban los unos a los demás.
Estos
seres gigantes, no requerían de la tecnología, sus conocimientos y habilidades
sobrepasaban con mucho a las que el hombre moderno posee. Conocían la manera de
desplazarse a grandes distancias, en formas que resultan inconcebibles para nosotros.
Eran capaces de estar en dos o más lugares distantes a la vez, o trasladarse de
un sitio a otro en menos de un segundo. Tenían
un control absoluto sobre su cuerpo físico y astral. Eran plenamente
conscientes de sus orígenes y de su misión universal. Los límites del espacio y
el tiempo no existían para ellos. Todo era un continuo presente, en el que a la
vez se encontraba el pasado y el futuro. Podían ser y no ser al mismo tiempo. Siendo
seres espirituales muy evolucionados habían trascendido las limitaciones de su
cuerpo físico y no padecían de enfermedades. La extensa memoria de todas sus
vidas terrenales los hacía conscientes de las consecuencias de sus acciones,
por lo que actuaban siempre con cautela. Sus metas en la vida no estaban
ligadas a la satisfacción personal, sino al servicio que pudieran ofrecer a
especies menos evolucionadas que la suya.
Cuando recién llegaron, observaron las
características del planeta y con gran inteligencia eligieron las especies de
plantas y animales adecuadas, que poco a poco crearan el ambiente y equilibrio
perfecto que diera origen a la vida. Pronto las plantas se reprodujeron, surgieron
los árboles y empezó a haber oxígeno, para los gigantes no era necesario; pero
sí para los seres que serían los nuevos pobladores del planeta. Surgieron
nuevas especies animales, algunos fueron traídos por ellos desde planetas más
avanzados y unos pocos de los que ya existían, se adaptaron a las nuevas
condiciones ambientales desarrollando características que les permitieron ser más
funcionales para responder a las necesidades que les planteaba el medio.
Ellos recibían su energía directamente del
sol, tal como hacen las plantas, por lo que no requerían de mucha cantidad de
alimentos, y la carne no se encontraba entre sus platillos. Pero sí el agua, la
cual tomaban en abundancia, para tener siempre flexibilidad y un aspecto lozano
y fresco. Aunque no precisaban de tomar exclusivamente agua dulce, que por
cierto, en aquéllos tiempos era muy escasa, se nutrían de agua de mar y absorbían
sus minerales lo mismo que las primeras plantas que surgieron. Las flores como su
principal alimento, eran consideradas seres sutiles que se nutrían de las
energías creadoras del universo, por lo que el ingerirlas les proporcionaba
salud y longevidad. Los gigantes llegaban a vivir hasta mil años, lo cual
explica que llegaran a ser tan sabios y con amplia experiencia.
Estos
gigantes podían regular su temperatura de acuerdo al ambiente. Esto ocurría
porque tenían un vínculo estrecho con todos los seres del planeta, de tal modo
que se sincronizaban con gran facilidad. Por lo que las variaciones en el clima
eran irrelevantes, cualquier temperatura, para ellos era siempre perfecta.
Hablaban con el mar de la misma manera, que lo hacían entre ellos mismos.
Conocían los lenguajes de todos los animales, plantas, montañas, nubes, aún de
aquéllos seres que no pueden verse a simple vista, pero que ellos eran capaces
de distinguir por su percepción sensorial tan desarrollada. Una de sus
actividades favoritas era caminar por las grandes playas y bañarse en sus
tibias aguas. En donde las olas los acogían con amoroso cuidado. Su habilidad
para nadar era natural y podían permanecer bajo la superficie del agua por
varias horas.
No
precisaban de construir enormes palacios, porque su cuerpo era adaptable a
todos los ambientes y sus necesidades físicas eran pocas. Además disfrutaban de
la naturaleza que poco a poco construían con amor y paciencia. Para ellos, este
planeta era un lugar de creación y descanso, que estaban preparando para que
algún día viviera el ser humano. Por miles de años estuvieron gozando de su
vida en este lugar, tomando baños de sol, mientras su vista se deleitaba con
los grandes y azules océanos. Y las pocas construcciones que realizaron las
hicieron simplemente por el placer de crear, lo hicieron en poco tiempo sin las
dificultades que el hombre tiene, porque ellos poseían la capacidad de mover
objetos con la mente, aún los más pesados. Todavía hoy, existen algunos
indicios de lo que fueron sus construcciones, pero que actualmente los
estudiosos no comprenden o que incluso
confunden con civilizaciones antiguas precursoras del hombre moderno.
Moldearon
hasta el último rincón del planeta y ubicaron los sitios en donde hay mayor
recepción de energía del universo. En esos puntos se reunían para reflexionar
sobre su tarea en este mundo, convenían en cuáles eran las formas de vida que
deberían existir para lograr un equilibrio perfecto. Nada fue dejado al azar.
Cada criatura y forma de vida fue elegida en consideración a la coexistencia de
todas las especies. Los puntos más energéticos se mantenían siempre despejados
para que la energía del universo llegara continuamente a la tierra y permitiera
su evolución y la de los seres que
existían.
Una
actividad que realizaban sin excepción cada día, era establecer contacto con el
ser creador de todo, a través de la meditación. Era algo que todos podían hacer, sin que nadie se los
enseñara. Ellos eran maestros en escuchar su sabiduría interna y pocas veces
tenían dudas de lo que debían o no hacer. Su esmero y cuidado en la tarea que
les fue encomendada no disminuyó ni por un instante en cada uno de los días que
estuvieron aquí.
Aquéllos
gigantes terminaron su tarea de hacer del planeta un lugar habitable para el hombre, la mayoría de ellos tuvo que irse
a mundos lejanos para continuar en su misión de ayudar a otras especies. Pero
algunos de ellos fueron elegidos para vigilar la evolución de la humanidad, su labor
consiste en estar al tanto de los
avances que ocurren, y aún hoy día, algunas veces deben guiar sus pasos. Hoy,
ellos son seres completamente invisibles para el común de las personas. Algunos
hombres avanzados espiritualmente han logrado establecer contacto con ellos, y
muchas veces piden su ayuda y consejo que siempre es otorgado si es en
beneficio de la colectividad. Y cuando la humanidad yerra el camino y se pone
en peligro a sí misma; ellos intervienen de maneras que son imposibles para nosotros.
Actualmente
esos gigantes no viven directamente en la tierra, pero continuamente tienen
comunicación con ciertas personas y a través de ellas realizan su trabajo en el
planeta. Las personas que están en contacto con ellos reciben conocimientos y habilidades
especiales que deberán ser usados para propiciar el mayor desarrollo espiritual
de la humanidad. Sus visitas a los seres humanos pasan desapercibidas para el
resto de los mortales. Por siglos han mantenido a resguardo conocimientos que
el hombre no estaba capacitado para adquirir y actualmente han confiado
secretos que pueden cambiar el curso de nuestra vida e historia, sólo a determinadas personas que
han sido preparadas.
Hoy
que la humanidad parece estar a punto de caer al precipicio, aquellos gigantes
trabajan con ahínco preparando a una gran cantidad de personas que puedan
lograr un cambio favorable. Como una gran tormenta, la violencia, el caos, la
mentira, la ambición y el abuso devastaran nuestra sociedad por algún tiempo, en
tanto que, con perseverancia y diligencia los gigantes preparan a las personas
que serán los cimientos de la humanidad
del futuro. Con un mayor grado de conciencia y capacidad de servicio, los
hombres poco a poco serán partícipes de aquéllos conocimientos que han sido
resguardados para permitir su evolución a planos que no son solamente
terrenales.