LA LUZ
SIEMPRE GANA
Quienes tienen los medios económicos evitan el transporte
público, pero la mayoría de la gente no tiene opción, y el transporte público es
su medio para desplazarse de un lugar a otro.
Lupita, ha usado siempre el transporte público, y ahora que iba
al trabajo no era diferente, pero ella no era una persona común, aunque a
simple vista, lo pareciera. Ese día al abordar vio que el autobús estaba casi
lleno, al fondo en los asientos posteriores miró sentado a un joven que la miró
con odio, no se conocían y no había motivo aparente para que él la mirara de
ese modo.
Ella avanzó y se sentó a medio autobús del lado de la
ventanilla, escuchaba muchas voces, muchas conversaciones…y también, muchos
pensamientos, desde niña tenía esa habilidad. Al principio pensó que eso era
normal y que todos podían hacerlo, después se dio cuenta que no, de hecho, no
conocía a nadie más que pudiera hacerlo.
Un joven como de 30 años, sentado con otros dos, de sudadera
con capucha y mochila, lo vio haciéndole un gesto de desprecio y fastidio, al tiempo
que pensaba para sí mismo: pinche vieja, tenías que subir, ya no voy a poder
hacer nada. En la siguiente parada ese trío se bajó del autobús.
Ella supo de qué se trataba, eran unos ladrones que vieron
frustrados sus planes. Escuchar los
pensamientos de otros no era su única habilidad, podía escuchar a sus guías y
maestros espirituales, quienes la orientaban y protegían en todo momento.
Lupita era un ser de luz y no era el único, de hecho, en el planeta había ya
varios, seres que con su sola presencia llevaban la luz a donde fueran. Todo
lugar donde ella estuviera se iluminaba al instante, haciendo que, la oscuridad
huyera al mismo tiempo. Nadie podía causarle daño, porque ella estaba siempre
acompañada y protegida por seres de la más alta vibración.
Lupita pertenecía a esos seres de luz que ayudarían a cambiar
este planeta, y los seres oscuros que se dedicaban a hacer el mal, también
podían percibirlo, pero sabían de sobra que con seres de luz no podían
competir, no tenían ninguna oportunidad, no desde que el planeta subió su
frecuencia vibratoria. El tiempo de la oscuridad estaba llegando a su fin,
aunque en muchos lugares parecía reinar el caos, el crimen, el robo y muchos
delitos más, en realidad, sólo se estaba haciendo evidente lo que ya existía
desde siglos atrás y era necesario que saliera a la luz para poder erradicarlo.
Ellos lo sabían, no tenían en donde esconderse, su única
oportunidad de sobrevivir era llenar de miedo el corazón de la gente y eso
hacían, crear el mayor caos posible, pero cada vez, era más difícil, la luz iba
ganando terreno y donde hay luz, ellos no pueden hacer el mal. Lupita y otros
seres de luz lo sabían y ella no tenía miedo, sabía que a donde fuera, estaba
siempre protegida. Sabía qué con sólo invocarlo con el pensamiento, un ejército
de ángeles la protegerían de todo mal y no, no era sólo una creencia, ella ya
lo había experimentado en varias ocasiones.
Ella y otros seres de luz ya habían descubierto su poder y lo
ejercían, a cada uno de sus pasos llevaban la luz por el mundo, iluminando poco
a poco donde antes sólo había existido la oscuridad. Ella lo sabía, tenía que
mantener su luz, como los demás que querían un buen cambio. Soy luz, soy
protección, soy amor, se decía a sí
misma con la mayor frecuencia y su luz crecía cada vez más.
A lo lejos, desde un muy antiguo planeta se podía ver, como la luz ganaba terreno, los humanos no podían verlo, de hecho, una gran mayoría pensaba que se acercaba el fin del mundo y que todas las profecías apocalípticas se cumplirían, pero no era así, la luz había llegado para quedarse, y aunque no todos los seres de luz podían verlo, sabían que era así. Esa fe que había nacido de su propia sabiduría, de su conexión con dios ya no podía romperse, ni manipularse, ellos eran los nuevos humanos, los encargados de iniciar el cambio.
Una verdad estaba empezando a manifestarse: la luz,
siempre gana.